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Tipo: Estatuas
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Continente: América
País: México
Localización: La Venta, Estado de Tabasco, San Lorenzo Tenochtitlán y Tres Zapotes Estado de Veracruz
Año: 1250 a. C.
Estado: Terminado
Descripción:Las Cabezas Olmecas
Las Colosales Cabezas Olmecas:
La civilización olmeca fue una de las grandes culturas de Mesoamérica y sus esculturas expresan un adelanto técnico sorprendente.
Mucho se ha especulado en torno a las enormes cabezas olmecas. Los arqueólogos se preguntan cómo pudieron ser transportadas hasta la ciudad de La Venta, porque cerca de ahí no existe piedra. Estudios recientes señalan ue la roca fue traída de las montañas de los Tuxtlas, a más de 100 Kilómetros de la ciudad. Grandes bloques de basalto volcánico, de varias toneladas de peso, fueron arrastrados por tierra a lo largo de más de 40 Kilómetros y luego transportados en balsas por el río Coatzacoalcos hasta su desembocadura, para después llevarlos por la costa hasta los ríos Tonalá y Blasillo hasta La Venta.
También se ha discutido acerca de qué representaban estas cabezas. Algunas interpretaciones recientes señalan que posiblemente eran figuras de gobernantes; otras, que se trata de representaciones de personas con una malformación congénita (Síndrome de Down), a quienes los olmecas consideraban sagradas. Son sólo hipótesis. Las enormes esculturas nos siguen asombrando.
http://mundohistoriamexico.blogspot.com/2009/04/las-cabezas-olmecas.html
http://mundohistoriamexico.blogspot.com/2009/04/los-olmecas.html
Parque-Museo La Venta
Esta gran obra museográfica, considerada de las mejor logradas en su tipo en el mundo, ofrece una excelente opción para aprender sobre la cultura Olmeca y saturarse de trópico durante el recorrido de más de un km, a través del cual también se conoce la flora y fauna del lugar.
La mayoría de las piezas exhibidas en el Parque-Museo, proceden de la zona arqueológica de La Venta, constructora de las conocidas "Cabezas colosales", cuya imagen ha dado la vuelta al mundo por la singularidad y maestría de su diseño.
Estas piezas están consideradas como las mejores muestras de aquella enigmática y distante cultura, la más antigua y misteriosa de las que florecieron en el México precolombino, y también, dadas sus voluminosas dimensiones y peculiares características, son de las más bellas y notables obras hechas por el hombre en Mesoamérica, e incluso en el Continente Americano.
Fue en 1862 cuando se descubrió la primera en Hueyapan, Veracruz. En total se han hallado 14, de las cuales hay tres en este Museo, entre ellas, la mejor conservada, es la conocida como la "Cabeza del Guerrero".
Además de las cabezas olmecas, vale la pena destacar en la colección los mosaicos de piedra, algunas figuras peculiares como el "Mono mirando al cielo" y los altares que marcan el umbral del inframundo de los mayas.
Enclavado en el seno del amplísimo parque Garrido Canabal, el Parque-Museo de La Venta tiene también un zoológico con más de 600 especies, cuyas colecciones vivas de fauna instruyen al visitante sobre la biodiversidad de Tabasco.
http://www.laregion.com.mx/tabasco/especiales/cultura/villahermosa/villa_museo.php
Por: Anatole Pohorilenko
Te narramos el descubrimiento de las colosales cabezas olmecas por parte de Matthew W. Stirling en la costa del Golfo de México, entre 1938 y 1946.
EN BUSCA DE LA CABEZA OLMECA
Desde su encuentro con la ilustración de una estupenda máscara de jade –la que se decía representaba un “bebé llorando”– Matthew W. Stirling vivía soñando con ver la gigantesca cabeza, tallada en el mismo estilo de la máscara, que José María Melgar descubrió en 1862.
Ahora estaba a punto de realizar su sueño. Un día antes había llegado al encantador pueblo de Tlacotalpan, donde el río San Juan se encuentra con el Papaloapan, en la costa sur de Veracruz, y había podido contratar un guía, alquilar caballos y comprar provisiones. Así, como un Don Quijote moderno, estaba listo para partir hacia Santiago Tuxtla, en busca de la aventura más importante de su vida. Era el último día de enero de 1938.
Combatiendo la somnolencia inducida por el creciente calor y el trote rítmico de su caballo, Stirling pensaba en el hecho de que la cabeza de Melgar no correspondía a ninguno de los estilos representativos del mundo precolombinos, y por otra parte, no estaba muy convencido de que la cabeza y el hacha votiva, también de Veracruz, publicadas por Alfredo Chavero, representaran individuos de raza negra. Su amigo Marshall Saville, del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, lo convenció de que hachas como la de Chavero representaban al dios azteca Tezcatlipoca en su forma de jaguar, pero no creía que hubieran sido talladas por los aztecas, sino por un grupo costero conocido como olmecas, es decir, “los pobladores de la tierra del hule”. Para él, el descubrimiento del Tigre de Necaxa por parte de George Vaillant en 1932, confirmaba la interpretación de Saville.
Al día siguiente, frente a la colosal cabeza olmeca de Hueyapan, Stirling se olvidó de los efectos de diez horas de viaje a caballo, de no estar acostumbrado a dormir en hamacas, de los ruidos de la selva: aunque semienterrada, la cabeza olmeca era mucho más impresionante que en fotos y dibujos, y no pudo ocultar su sorpresa al ver que la escultura se encontraba en medio de un sitio arqueológico con montículos de tierra, uno de ellos de casi 150 metros de largo. De regreso a Washington, las fotos que obtuvo de la cabeza olmeca y de algunos monumentos y montículos resultaron muy útiles para conseguir apoyo financiero para la excavación de Tres Zapotes, que Stirling empezó en enero del año siguiente. Fue durante la segunda temporada en Tres Zapotes que Stirling pudo visitar la colcabeza colosal descubierta por Frans Blom y Oliver Lafarge en 1926. Stirling, junto con su esposa, y el arqueólogo Philip Druker y el fotógrafo Richard Steward, siguió rumbo al este en su camioneta por un camino que sólo se podía recorrer en la época de secas. Después de cruzar tres puentes aterradores llegaron a Tonalá, de donde siguieron en una embarcación hasta la boca del río Blasillo, y de allí, a pie hacia La Venta. Atravesando la zona pantanosa entre el sitio y la boca del río encontraron un equipo de geólogos que buscaban petróleo, quienes los condujeron a La Venta.
Al día siguiente recibieron el premio por la dificultad del camino: enormes piedras esculpidas sobresalían de la tierra, y entre ellas se encontraba la cabeza descubierta por Blom y Lafarge quince años atrás. La emoción exaltó los ánimos y de inmediato hicieron planes para una excavación. Antes de que se iniciara la temporada lluviosa de 1940 la expedición de Stirling a La Venta localizó y excavó varios monumentos, entre ellos cuatro colosales cabezas olmecas, todas parecidas a la de Melgar, excepto en el estilo del casco y en el tipo de orejeras. Localizadas en un área donde la piedra no se encuentra naturalmente, estas cabezas olmecas eran impresionantes por su tamaño –la más grande de 2.41 metros y la más pequeña de 1.47 metros– y por su extraordinario realismo. Stirling concluyó que eran retratos de gobernantes olmecas y a medida que desenterraba estos monumentos de varias toneladas de peso, se le hacía más apremiante la cuestión de su origen y traslado.
Debido al ingreso de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial los Stirling no pudieron regresar a La Venta sino hasta 1942, y una vez más la fortuna los favoreció, pues en abril de ese año sorprendentes descubrimientos ocurrieron en La Venta: un sarcófago con un jaguar tallado y una tumba con columnas de basalto, ambos con magníficas ofrendas de jade. Dos días después de estos importantes hallazgos, Stirling partió a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, para asistir a una mesa redonda de antropología sobre mayas y olmecas que en gran medida tenía relación con sus descubrimientos.
Nuevamente acompañado de su esposa y de Philip Drucker, la primavera de 1946 encontró a Stirling dirigiendo una excavación alrededor de los pueblos de San Lorenzo, Tenochtitlán y Potrero Nuevo, a las orillas del río Chiquito, afluente del soberbio Coatzacoalcos. Ahí descubrió quince grandes esculturas de basalto, todas en el más puro estilo olmeca, entre ellas cinco de las más grandes y hermosas cabezas olmecas. La más impresionante de todas, la conocida como “El Rey”, midió 2.85 metros de altura. Con estos hallazgos Stirling concluyó ocho años de intenso trabajo sobre arqueología olmeca. Lo que empezó con la emoción de un joven por una misteriosa mascarita tallada en un estilo desconocido, terminó en el descubrimiento de una civilización totalmente distinta que, de acuerdo con el doctor Alfonso Caso, era “la cultura madre” de todas las posteriores de Mesoamérica.
PREGUNTAS EN TORNO A LAS CABEZAS OLMECAS
Las preguntas que Stirling planteó acerca del origen y transporte de piedras monolíticas fueron objeto de estudios científicos realizados por Philip Drucker y Robert Heizer en 1955. Mediante el estudio microscópico de pequeños y delgados cortes de roca sacados de los monumentos, fue posible determinar que la piedra provenía de las montañas de los Tuxtlas, a más de 100 kilómetros al oeste de La Venta. En general se acepta que grandes bloques de basalto volcánico, de varias toneladas de peso, fueron arrastrados por tierra a lo largo de más de 40 kilómetros, luego colocados en balsas y llevados por los arroyos del río Coatzacoalcos hasta su boca; después, por la costa hasta el río Tonalá, y por último por el río Blasillo hasta La Venta durante la temporada de lluvias. Una vez que el bloque de piedra toscamente cortado llegaba a su sitio, era tallado de acuerdo con la forma deseada, como la figura monumental de un individuo sentado, como “altar”, o como cabeza colosal. Dados los problemas logísticos y de ingeniería que el corte y la transportación de semejantes monolitos implicaron –una cabeza ya terminada pesaba 18 toneladas en promedio– muchos estudiosos han concluido que tal tarea sólo podría tener éxito porque poderosos gobernantes dominaban a una población considerable. Siguiendo estos razonamientos políticos, muchos científicos aceptaron la interpretación de Stirling de que las colosales cabezas olmecas eran retratos de gobernantes, sugiriendo incluso que los diseños de sus cascos los identificaban por su nombre. Para explicar las hendiduras con forma de taza, las estrías y los hoyos rectangulares tallados en muchas de las cabezas, se ha especulado que después de la muerte de un gobernante su imagen era probablemente objeto de vandalismo, o que era “matada ceremonialmente” por su sucesor.
Hay muchas interrogantes en torno de estas interpretaciones, incluyendo la de Stirling. Para una sociedad que carecía de escritura, suponer que el nombre de un gobernante era registrado por medio del diseño en el casco es ignorar que muchos de éstos son totalmente sencillos o muestran figuras geométricas no identificables. En cuanto a señales de mutilación o destrucción deliberada, sólo en dos de las dieciséis cabezas se detectan intentos frustrados de retalle para convertirlos en monumentos llamados “altares”. Los hoyos, las hendiduras con forma de taza y las estrías que se ven en las cabezas también están presentes en los “altares”, y estas dos últimas –tazas y estrías– aparecen en las piedras del santuario olmeca de El Manatí, al sureste de San Lorenzo, Veracruz.
Según estudios recientes sobre el arte y la representación olmecas, las colosales cabezas olmecas no eran retratos de gobernantes, sino de individuos adolescentes y adultos, llamados baby-face por los científicos, que habían sido afectados por la malformación congénita que hoy se conoce como Síndrome de Down y otros relacionados. Probablemente considerados sagrados por los olmecas, estos individuos baby-face eran venerados en las grandes ceremonias religiosas. Por lo tanto, las marcas visibles en sus imágenes no deben ser consideradas como actos de mutilación y vandalismo, sino evidencia de posible actividad ritual, como la de impregnar armas y herramientas con poder, frotándolas repetidas veces contra un monumento sagrado, o perforando o moliendo la piedra para dejar hendiduras o recoger “polvo sagrado”, que se utilizaría en actividades rituales. Como se puede advertir en el interminable debate, estas majestuosas y misteriosas cabezas olmecas, únicas en la historia de las civilizaciones precolombinas, siguen asombrando e intrigando a la humanidad.
http://www.mexicodesconocido.com.mx/descubriendo-las-cabezas-olmecas.html
Detalles de la imagen 'Cabeza olmeca. Arte olmeca. 1250 a.C-500 a.C'
Simbología: Una de las manifestaciones artísticas más numerosas son las cabezas colosales. Se cree que podrían representar a grandes guerreros o jefes de esta cultura, pero no se sabe con seguridad.
Material: Están realizadas en basalto, material muy duro, que tendrían que haber traído de lugares muy lejanos.
Rasgos: Los rasgos de toda la estatuaria olmeca son siempre los mismos: ojos almendrados, nariz ancha y boca con pronunciados labios. Hay varias teorías acerca de dicha apariencia, ya que recuerda a la apariencia negroida. Una de las teorías de la creación de la cultura olmeca en Mesoamérica es que un pesquero oriental se perdió en el mar y acabó en tierras lejanas, donde se originó dicha cultura. Sin embargo, otros teoricos han rechazado esta versión.
Jaguar: La típica boca olmeca, ligeramente abierta enseñando los dientes, recuerda a la boca del jaguar. El jaguar era un animal adorado por los olmecas, dado su gran número en su habitat. Por ello, se podría decir que sería la representación de un guerrero-jaguar.
Casco: Los teóricos afirman que son guerreros y no jefes, ya que tienen un casco de batalla.
Naturalismo: Estas esculturas rebosan naturalismo. No hay que olvidar que los olmecas crecieron en torno al 1200 a.C., época en la cual no había ni rueda y que los utensilios eran aún de piedra.
Curiosidad: Una de las cosas más curiosas con las que se han enfrentado los estudiosos es el descubrimiento de que muchas de las cabezas están deterioradas a propósito. Algunso afirman que era porque así representaban que el retratado había fallecido y otros dicen que algo terrible debió pasar a los olmecas para que las destruyeran.
http://arte.observatorio.info/2008/03/cabeza-olmeca-arte-olmeca-1250-ac-500-ac/
23/07/11
"Obras colosales del mundo Olmeca" muestra tesoros de la primera cultura americana que legó arte colosal
Más de cien piezas de la enigmática civilización Olmeca expuestas en Ciudad de México tratan de dar a conocer "la primera civilización americana que dejó arquitectura y escultura monumental", informaron sus organizadores.
La exposición contiene 106 piezas arqueológicas olmecas, muchas de ellas de gran tamaño, entre las que destacan dos cabezas colosales originales, la 5 y la 9 de las 17 encontradas hasta ahora, hechas de piedra volcánica, que pesan más de cuatro toneladas cada una.
El estilo artístico olmeca se caracteriza por mostrar piezas de gran tamaño, la mayoría hechas con basalto, así como pequeñas figuras realizadas con jade y piedras verdes.
Los objetos exhibidos son muy variados: hachas votivas, máscaras, sellos, espejos, colgantes, botellones y figuras antropomórficas o de animales como el jaguar.
La civilización Olmeca se desarrolló entre el año 1.800 antes de Cristo hasta el año 400 de aquella misma era en la zona que hoy ocupan los estados de Veracruz y Tabasco, y posteriormente hay trazas de que existieron grupos en los de Morelos, Chiapas y Guerrero.
La muestra "Obras colosales del mundo olmeca" está dividida en cuatro ejes dedicados a los asentamientos, la jerarquía y el poder, las zonas vecinas a los núcleos primigenios y el legado que dejaron a los que les sucedieron.
Se exhibe parte al aire libre y parte en espacios cubiertos del Museo Nacional de Antropología de la capital mexicana.
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tardaron tres años en organizar la exposición, que reúne piezas de museos de Veracruz, Tabasco, Puebla, Chiapas Tabasco y Yucatán.
La muestra tuvo como comisaria a Virginia Fields †, y como coordinadora a Érika Gómez, quien hoy definió en un recorrido a a los olmecas como "la cultura más antigua en producir manifestaciones arquitectónicas y obras monumentales".
En relación con las cabezas, dijo que no hay dos iguales, que son piezas de gran valor que "por lo general representan a gobernantes". Las diecisiete encontradas hasta ahora "no pertenecen a una misma época" y tienen rasgos distintos, habiendo algunas de mujeres.
Parte de las dificultades para saber más de los olmecas deriva de que "no hay un registro escrito" sobre ellos, sino únicamente se han hallado "glifos aislados", indicó Gómez.
Una de las incógnitas que existen es cómo trasladaron a los enclaves donde fueron hallados sus restos los materiales con que hicieron las piezas escultóricas, por ejemplo, y otra, cuáles fueron "sus ritos" y "su cosmovisión".
Acerca de la extinción de esta cultura, comentó que se atestiguó con los hallazgos de "monolitos destruidos" en diversos puntos de México y Centroamérica.
"Cuando se terminaba una etapa o entraba otro gobernante casi siempre destruían monolitos arquitectónicos", algo que ha ocurrido, por ejemplo, en la localidad veracruzana de Tres Zapotes, agregó.
También en el recorrido por la muestra la directora de exposiciones nacionales e internacionales del INAH, Miriam Kaiser, destacó el valor que tiene mostrar piezas grandes como muy pequeñas.
"No nada más les gustaba hacer este tamaño de obras (monumentales), sino que vamos a encontrar miniaturas", agregó Kaiser.
Esta exposición estuvo antecedida por otra versión más amplia, que contenía 206 piezas procedentes de EE.UU. y México, que se mostró en los museos de Arte de Los Ángeles County (LACMA) y en el De Young de San Francisco, la primera vez que salieron de este país piezas del museo La Venta, uno de los más importantes dedicados a los olmecas.
http://antiguaymedieval.blogspot.com/2011/07/cabeza-olmeca-mas-de-cien-piezas-de-la.html
03/07/08
Cabezas de piedra, estrellas del más antiguo museo antropológico de México
Monumentales cabezas de piedra que muestran los rasgos físicos de los olmecas, incluido su ligero estrabismo, forman parte de la mayor colección de arte de esta cultura prehispánica que se encuentran en el más antiguo museo antropológico de México, el de Xalapa, en el estado de Veracruz.
Los olmecas fueron la primera gran civilización conocida en la América prehispánica, asentados sobre una extensa franja del este de México, en los actuales estados de Veracruz y Tabasco, y que se desarrolló entre el año 1500 a.C al 300 de nuestra era.
El Museo de Antropología de Xalapa (MAX) fue el museo de México creado para ser un centro de antropología en 1950, explicó hoy a Efe su directora, Sara Ladrón de Guevara.
Su colección es tan notable que el museo es el principal proveedor de piezas olmecas para las exhibiciones sobre este arte que se celebran en todo el mundo, como recientemente en el National Gallery of Art de Washington.
En sus más de 9.000 metros cuadrados, se exhiben unas 2.500 piezas de arte prehispánico halladas en el estado de Veracruz, de las que cuales varios cientos son de arte olmeca.
Entre las piezas olmecas expuestas destacan siete cabezas colosales de piedra, que representan el más alto linaje de esta civilización.
El arqueólogo encargado de la sala olmeca del museo, Roberto Lunagómez, explicó a Efe que las siete cabezas provienen de San Lorenzo, la que fuera primera capital de la cultura olmeca.
En total se han descubierto 17 cabezas olmecas, la primera de ellas a finales del siglo XIX en Tres Zapotes (Veracruz).
Una de las cabezas gigantescas más importantes del museo es la conocida como "El Rey", de unas veinte toneladas de peso, de aspecto majestuoso, que muestra los rasgos característicos de la fisonomía de los olmecas de alto linaje: nariz chata, labios gruesos, ojos rasgados y un ligero estrabismo, además de un tocado con una garra de felino invertida.
Lunagómez sostuvo que, al poco de ser descubiertas, surgieron muchos arqueólogos con ideas de una posible afiliación étnica que relacionaba a los olmecas con culturas aborígenes africanas.
Sin embargo, este investigador descartó esta teoría y afirmó que se trata simplemente de un reflejo del estilo escultórico propio de esta cultura prehispánica.
"Hay muchas hipótesis sobre la función de estas cabezas", reconoció el arqueólogo, quien aseguró que representan a líderes del pueblo, aunque se duda de si se trata de grandes señores, de jugadores de pelota o de sacerdotes.
Lunagómez está seguro de que la función de estas colosales cabezas realizadas con piedra volcánica no es religiosa, sino que más bien es una representación "de la primera organización socio-política, hace más de 3.500 años".
Lo más llamativo de estas cabezas son sus dimensiones; la más grande hallada pesa 50 toneladas y mide 3 metros de alto por 5 de circunferencia, mientras que la más pequeña mide 1,5 metros de alto y pesa entre tres y cuatro toneladas.
"Cada rostro es diferente, aunque hay similitudes en los rasgos", explicó, e incluso cada tocado de las cabezas tiene insignias y dibujos muy distintos.
EFE
http://www.soitu.es/soitu/2008/07/03/info/1215106235_788968.html
Según historiadores, arqueólogos y antropólogos como Alfonso Caso y Miguel Covarrubias, los conocimientos de los olmecas resultan realmente sorprendentes, lo que ha desatado la imaginación y las conjeturas de investigadores heterodoxos como el Dr. Óscar Padilla Lara, para quien “la única explicación razonable para comprender el desarrollo cultural y tecnológico de los olmecas, que después heredarían los mayas, aztecas y demás culturas mesoamericanas, es el contacto con alguna civilización extraterrestre”. Todavía existen hoy en algunos pueblos centroamericanos extrañas esculturas olmecas que parecen otear pacientemente el firmamento y que, según el Dr. Padilla Lara, estarían aguardando el regreso de los dioses venidos del cielo…
Su religión giraba alrededor de deidades sobrenaturales que ostentaban atributos de animales, siendo las representaciones más importantes los jaguares, los cocodrilos y las serpientes, aunque también aparecen insectos, tiburones y peces. En cuanto a su organización política, los olmecas estaban guiados por fuertes gobernantes, cuyos retratos se han plasmado en las cabezas colosales que los han hechos famosos. En la “zona nuclear” antes citada existen un total de 17 cabezas gigantescas: 10 en San Lorenzo, 4 en La Venta, 2 en Tres Zapotes y 1 en Cobata. En el Museo de Antropología de Xalapa se exhiben 7 cabezas procedentes de San Lorenzo. La roca volcánica usada en las tallas de este último lugar proviene de las montañas de los Tuxtlas, a unos 60 kms. al noroeste de San Lorenzo, lo que demuestra que la sociedad olmeca fue capaz de llevar a cabo la titánica empresa de su transporte gracias al sometimiento o a la cooperación de las poblaciones que dominaba. La dificultad de proveerse de estos materiales, o bien la importancia simbólica de los mismos, impulsó a los olmecas a reutilizar las piedras para usarlas en nuevas esculturas, ya que algunas cabezas colosales fueron originalmente altares. En algunas de estas piezas, que pueden pesar más de 10 toneladas, hay detalles interesantes, como el pronunciado estrabismo que se aprecia en los ojos de muchas de ellas. Un defecto visual que constituía, no obstante, el patrón de belleza de numerosas civilizaciones de Mesoamérica.
La meseta de San Lorenzo puede considerarse uno de los trabajos de arquitectura monumental más grandes de Mesoamérica, porque fue modificada a través de un enorme esfuerzo humano plasmado en la construcción de terrazas, cortes y remoción de toneladas de tierra y paredes de contención, que transformaron el terreno natural en un espacio sagrado para los antiguos habitantes. Otro de los elementos más desconcertantes de esta cultura, según los investigadores “oficiales”, es que los olmecas no usaban la rueda y no tenían animales de carga, por lo que el trabajo fue llevado a cabo íntegramente por medio del esfuerzo humano. En realidad, se suele omitir el hecho de que el arqueólogo estadounidense Matthew Stirling encontró en la década de los 40, en el yacimiento de Tres Zapotes, unos juguetes infantiles que consistían en perritos con ruedas. Si estas últimas eran conocidas, lo lógico es pensar que fueron empleadas en la práctica y que no quedaron reservadas sólo para divertir a los niños.
Los Dioses Jaguares
Observando la construcción, conservación y restauración de los centros religiosos y el gran número de esculturas monumentales y de pequeñas dimensiones que nos han legado, se piensa que el gobierno olmeca era teocrático, es decir, estaba presidido por unos reyes-sacerdotes que se ocupaban de que la religión y la política estuvieran siempre estrechamente entrelazadas. Es posible que, a los ojos del profano, la religión de los olmecas parezca incomprensible y compleja; sin embargo, se puede resumir en la adoración a los dioses-jaguares, representantes de un ancestral culto totémico a los espíritus de la naturaleza, encarnados en este animal que era sagrado para todas las culturas mesoamericanas.
Sin embargo, también hay en sus altares y esculturas religiosas algunas figuras de extrañas criaturas y monstruos aberrantes, de seres de estatura desproporcionada cuyo significado todavía no ha sido explicado. Esas representaciones no se limitan a los centros ceremoniales, sino que aparecen reflejadas en todo el arte olmeca, especialmente en objetos y elementos rituales como las hachas para sacrificios.
Existe un detalle que a los arqueólogos les resulta inexplicable: el realismo de las esculturas olmecas que, supuestamente, representaban a los monarcas teocráticos más relevantes. De ser así, ¿por qué muchos rostros olmecas tienen esas sospechosas características negroides (nariz achatada, labios gruesos, etc.), si los primeros esclavos negros no llegaron a América hasta el siglo XVI? También hay representaciones de rostros barbados, de nariz aguileña y labios finos, que no se corresponden con ningún tipo racial mesoamericano.
El legado de los Chamanes
Si sobre ese aspecto aún no se han puesto de acuerdo los investigadores, existe, en cambio, certeza en cuanto al importantísimo papel que en la sociedad olmeca desempeñaban los brujos o chamanes. Éstos, lujosamente ataviados con pelucas, máscaras, camisas de piel, fajas y cinturones, dirigían en realidad toda aldea o poblado. Todavía hoy, en nuestros viajes por diferentes países centroamericanos, hemos podido constatar la pervivencia de esa importancia social de los chamanes, herederos de la tradición olmeca. Ellos son los únicos que aún conservan el legado de sabiduría de aquella antiquísima civilización que se esfumó de la faz de la Tierra sin haber desvelado el misterio de sus orígenes, su esplendor y su decadencia.
Conexión Atlante: MÉXICO Y EGIPTO
Lo más desconcertante de la cultura olmeca es, precisamente, todo lo que ignoramos sobre ella. No sabemos cuál era su organización social, ni qué lengua hablaban, ni qué tradiciones tenían sobre su propio origen. Ni siquiera podemos encuadrarlos en un determinado grupo étnico, porque las condiciones climáticas de gran humedad que predominan en el Golfo de México han impedido que se haya encontrado ni un solo esqueleto olmeca. Como señala el investigador y escritor Graham Hancock, “es posible que las misteriosas esculturas que nos han legado y que supuestamente los representan no fueran obra de los olmecas, sino de un pueblo más antiguo y olvidado”. Tal vez algunas de las cabezas gigantescas y otros extraordinarios artefactos que se les atribuyen fueran transmitidos, a modo de reliquias y quizá a lo largo de muchos milenios, “a las culturas que comenzaron a construir los montículos y pirámides de San Lorenzo y La Venta”. En este último lugar, además de las enigmáticas cabezas de rasgos africanos, algunas de ellas cubiertas con un casco, que intrigan desde hace años a los arqueólogos, pueden verse representaciones de unos hombres altos, de rasgos poco pronunciados y nariz larga, con cabellos lacios, barbas y largas túnicas. Estos individuos, de raza claramente caucásica, sólo podrían haber sido esculpidos a partir de la imagen de un modelo humano, al igual que los tipos negroides. Algunos investigadores mantienen que se trata de navegantes fenicios y de los esclavos negros que éstos habrían recogido en la costa de África Occidental antes de emprender su viaje a través del océano. Hancock, sin embargo, piensa que, aunque es muy probable que los fenicios llegaran a América antes que Colón, no son ellos los protagonistas de las estelas olmecas, en las que no se aprecia ni rastro del estilo artístico fenicio. En cambio, sí existen una serie de sospechosas semejanzas con algunas creaciones egipcias, como la mismísima Esfinge de Gizeh (cuyo rostro vemos en la imagen de la derecha), la explicación podría encontrarse en que tanto el Viejo como el Nuevo Mundo recibieron aportes de una población proveniente de una civilización desconocida y más antigua.
Lo cierto es que los mitos americanos y los de los egipcios, mesopotámicos y muchos otros pueblos hablan de “grandes fuegos”, “un gran Diluvio”, “el gran frío” y “los tiempos del caos”, unas épocas de tinieblas y de “creación y destrucción de soles” que podrían remitirnos a un período de grandes cataclismos naturales acaecidos, como mínimo, hace 10.000 años. Son historias que podemos encontrar a ambos lados del Atlántico y que, bajo el lenguaje de los mitos, nos hablan del conocimiento de la precesión de los equinoccios que tenían diversas civilizaciones antiguas. Las similitudes existentes entre las culturas de la Centroamérica precolombina y el Antiguo Egipto podrían haber brotado de una “tercera civilización”: la mítica Atlántida, que desapareció como consecuencia de un giro en el eje de nuestro planeta que produjo un brusco desplazamiento de la corteza terrestre. Y el emplazamiento de esta misteriosa civilización pudo haber estado, según Hancock, en el continente antártico, que hace unos 15.000 años tenía zonas septentrionales con un clima mediterráneo subtropical, regadas por grandes ríos que cruzaban planicies y fértiles valles. De allí partieron los supervivientes del cataclismo, que se afincaron en el Valle del Nilo, en las márgenes del Indo, en las orillas del Titicaca, en el Valle de México y en otros puntos del planeta.
Y no constituían una unidad racial homogénea, sino que junto a representantes del tipo caucásico habría también individuos negroides que fueron quienes inspiraron tanto las misteriosas cabezas olmecas como el rostro de la Esfinge y de otras esculturas egipcias cuyos tocados reales pueden encontrarse también en tierras mexicanas. En estos elementos civilizadores se basaron las leyendas de los dioses americanos que en algunas ocasiones fueron derrotados por sus propios congéneres o por otros pueblos bárbaros. Lo que es indudable es que “los negros olmecas” no eran esclavos: sus rasgos sugieren autoridad y sabiduría, el mismo conocimiento inescrutable que se desprende de los rasgos de la Esfinge. Es el rostro de una raza remota, la de los antepasados atlantes que nos dejaron un legado imperecedero de sabiduría grabado en las piedras de uno y otro lado del Atlántico.
http://www.cuanticas.com/olmecas-entre-la-atlantida-y-los-extraterrestres
http://www.cuanticas.com/olmecas-la-misteriosa-cultura-americana
La escultura de cinco toneladas es el primer monumento del barrio
El Ensanche de Vallecas acoge una enorme cabeza olmeca donada por México
Madrid. 23/05/2005. MDO
Pesa 5,5 tonelas y mide 2,18 metros de alto y 1,46 de ancho. Es la colosal cabeza olmeca que alberga desde este lunes una de las marquesinas -aún sin nombre- del Ensanche de Vallecas. La pieza, donada por el Estado de Veracruz en reconomiento de las buenas relaciones mantenidas con la ciudad de Madrid, es una réplica de las esculturas labradas por este pueblo mexicano entre los años 1.200 y 400 a.C. y reproduce un tallaje original conocido como 'Rey' por su porte majestuoso. La concejala de Urbanismo, Pilar Martínez, visitó el monumento, el primero inaugurado en el nuevo barrio.
El Ayuntamiento ha querido subrayar con esta enorme escultura la importancia concedida a los aspectos culturales en el concepto global del Ensanche, que se unen a las medidas relacionadas con la sostenibilidad introducidas en edificios y en el proyecto del parque de la Gavia. En el acto estuvieron presentes también el secretario de Desarrollo Económico de Veracruz, Carlos García, y los concejales delegados de Vivienda, Sigfrido Herráez, y del distrito de Vallecas Villa, Ángel Garrido.
La cabeza, realizada en piedra sedimentaria gris, ha sido colocada sobre una base piramidal escalonada de 16,5 metros de ancho y 3,40 de alto, realizada en hormigón y piedra caliza rosa. La pirámide se eleva, a su vez, sobre un estanque que impulsa el agua hacia la base de la cabeza para hacerla discurrir nuevamente por cuatro rampas con salientes de piedra que forman pequeñas cascadas. El conjunto se levanta sobre una de las glorietas más importantes del Ensanche de Vallecas, rodeado de una zona ajardinada decorada con macizos florales. El monumento alcanza en su totalidad una altura de más de 10 metros y, para su iluminación nocturna, se han instalado 132 proyectores.
La réplica que engalana el Ensanche de Vallecas corresponde a la Cabeza Colosal número 8 y está fechada entre los años 1200 y 900 a. C. Fue encontrada en San Lorenzo Tenochtitlán (Veracruz) y actualmente se exhibe en el Museo Nacional de Antropología e Historia de Xalapa. Está considerada como una de las piezas más representativas del grupo de las 17 cabezas olmecas halladas completas hasta la fecha. La cabeza de Vallecas ha sido esculpida a lo largo de tres meses en el taller de Ignacio Pérez Solano, en Veracruz. Para obtener una copia fiel a la original se ha realizado un estudio topográfico de la misma, centímetro a centímetro, en todas sus formas y volumen.
La cultura Olmeca nació en México, en la región comprendida entre el sur del Estado de Veracruz y el oriente del de Tabasco. Los olmecas son llamados así porque los aztecas, muchos siglos después, denominaban a esta región Olman, que significa 'el país del caucho'. En el arte olmeca se han encontrado figurillas, hachas y cuentas de jade, además de estas esculturas colosales. Todas, trabajadas con una refinada y sorprendente técnica que denota un considerable desarrollo tecnológico y social. En la actualidad, ciudades como Washington D.C. y Chicago, en Estados Unidos; y Beijin, en China, exhiben otras réplicas de cabezas olmecas.
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Las cabezas colosales son rasgos distintivos de la civilización olmeca de la antigua Mesoamérica. Las primeras investigaciones arqueológicas de la cultura olmeca fueron llevadas a cabo por Matthew Stirling en Tres Zapotes en 1938, estimuladas por el hallazgo de una cabeza colosal en el siglo XIX. Hasta la actualidad, se ha confirmado la existencia de diecisiete cabezas de piedra, todas dentro del corazón olmeca en la Costa Golfo de México, en los estados de Veracruz y Tabasco. La mayoría de las cabezas colosales fueron esculpidas en rocas esféricas, a excepción de dos, halladas en San Lorenzo Tenochtitlán, que fueron talladas desde tronos de piedra maciza.1 Un monumento adicional, en Takalik Abaj, en Guatemala, es un trono que pudo haber sido esculpido a partir de una cabeza colosal.3 Este es el único ejemplar fuera del corazón olmeca.
http://es.wikipedia.org/wiki/Cabeza_olmeca_de_La_Cobata
http://www.discoverymexico.com.mx/guias/veracruz-cabezas-olmecas-colosales.aspx
http://www.geo-images.com/huatulco/villa/villa2.html
http://www.slideshare.net/apalmquist/las-cabezas-olmecas-andrs
http://www.andaman.org/BOOK/chapter54/text-Olmec/text-Olmec.htm
http://www.pbase.com/naomismith/olmec_colossal_heads
http://es-el-mexico.blogspot.com.es/p/cabezas-olmecas.html
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