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Göbekli Tepe

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Tipo: Monumentos

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Continente: Asia

País: Turquía

Localización: Situada a unos 15 km al nordeste de la ciudad de Sanliurfa

Año: 11500 a. C.

Estado: Terminado

Descripción:Tienen ante sí decenas de enormes columnas de piedra dispuestas en una serie de círculos, apiladas unas encima de otras. El lugar, llamado Göbekli Tepe, recuerda vagamente Stonehenge, pero es mucho más antiguo y no está hecho de toscos bloques sino de pilares de piedra caliza finamente tallados y adornados con bajorrelieves de animales: un desfile de gacelas, serpientes, zorros, escorpiones y feroces jabalíes. El conjunto fue construido hace unos 11.600 años, siete milenios antes que la Gran Pirámide de Keops, y contiene el templo más antiguo conocido hasta ahora. De hecho, Göbekli Tepe es el ejemplo más antiguo conocido de arquitectura monumental, la primera estructura levantada por el ser humano con una envergadura y complejidad mayores que las de una choza. Hasta donde alcanzan nuestros conocimientos, cuando se erigieron esas columnas no había en el mundo ninguna otra construcción de tamaño comparable.

Cuando se edificó Göbekli Tepe, gran parte de la humanidad estaba organizada en pequeñas bandas nómadas que vivían de la recolección de plantas y de la caza de animales salvajes. Para construir el templo, probablemente fue necesario reunir en un solo lugar más personas de las que jamás se habían reunido hasta entonces. Asombrosamente, los constructores lograron extraer, tallar y transportar piedras de 16 toneladas a lo largo de cientos de metros, aunque no conocían la rueda ni disponían de animales de carga. Los peregrinos que acudían a Göbekli Tepe vivían en un mundo sin escritura, ni metales ni cerámica. A aquellos que se acercaron al templo subiendo la pendiente, los pilares debieron de parecerles gigantes petrificados, cubiertos de animales esculpidos que temblaban a la luz de las llamas, emisarios de un mundo espiritual que la mente humana apenas comenzaba a vislumbrar.

Los arqueólogos todavía están excavando en Göbekli Tepe y aún no se han puesto de acuerdo respecto a su significado. Pero lo que sí saben es que el yacimiento es el más notable de una serie de hallazgos inesperados que han cuestionado anteriores ideas sobre el pasado remoto de nuestra especie. Hace apenas 20 años la mayoría de los investigadores creía conocer el momento, el lugar y la secuencia aproximada de la revolución neolítica, la crucial transición que condujo al nacimiento de la agricultura, determinante para que Homo sapiens dejara atrás los grupos dispersos de cazadores-recolectores para empezar a formar poblados agrícolas y, a partir de ahí, sociedades tecnológicamente avanzadas con grandes templos, torres, reyes y sacerdotes que regían el trabajo de sus súbditos y registraban sus hazañas por escrito. Pero en los últimos años, nuevos descubrimientos, entre los que destaca Göbekli Tepe, han obligado a los arqueólogos a replantearse sus puntos de vista.

Al principio, la revolución neolítica se consideraba como un suceso único ocurrido en un único lugar, Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates (en lo que hoy es el sur de Iraq), que más tarde se extendió a la India, Europa y el resto del mundo. La mayoría de los arqueólogos creía que ese florecimiento súbito de la civilización había sido propiciado en gran medida por cambios climáticos: un calentamiento gradual al final de la última glaciación que permitió a algunos pueblos iniciar el cultivo de plantas y el pastoreo de animales. La reciente investigación sugiere que, en realidad, la «revolución» fue obra de muchas manos que actuaron en un área muy extensa y a lo largo de miles de años. Además, es posible que su motor no fuera el medio ambiente sino algo completamente diferente.

Tras un momento de silencio, los atónitos tu­­ristas que llegan al yacimiento se ponen a hacer fotos con sus cámaras y teléfonos móviles. Hace once milenios, nadie disponía de equipos digitales para captar imágenes, por supuesto, pero las cosas han cambiado menos de lo que uno podría suponer. La mayoría de los grandes centros religiosos del mundo, los del pasado y los que existen en la actualidad, son la meta de los peregrinos. Basta pensar en el Vaticano, La Meca, Jerusalén, o Bodh Gaya (donde Buda accedió a la iluminación). Son lugares monumentales para viajeros espirituales, que recorren a menudo grandes distancias para conmoverse y admirarse ante su grandeza. Göbekli Tepe es quizás el primero de todos esos lugares de peregrinaje. Lo que sugiere, al menos a los arqueólogos que trabajan allí, es que el sentido humano de lo sagrado, y quizá también el gusto del ser humano por la escenificación, pueden haber sido el motor de la civilización.

Klaus Schmidt supo casi de inmediato que iba a dedicarle muchas horas de trabajo a Göbekli Tepe. Actualmente investigador del Instituto Arqueológico Alemán (DAI), Schmidt había pasado el otoño de 1994 recorriendo el sudeste de Turquía. Tras varios años de trabajo en un yacimiento, estaba buscando otro lugar donde excavar. La ciudad más grande de la zona es Şanlıurfa. Comparada con jóvenes ciudades co­­mo Londres, Şanlıurfa es increíblemente antigua; de hecho, es el lugar donde se cree que nació el profeta Abraham. Schmidt había ido a la ciudad para localizar un yacimiento que le per­mitiera comprender mejor el neolítico, un lugar a cuyo lado incluso Şanlıurfa pareciera una adolescente. El paisaje se ondula al norte de Şanlıurfa para formar las primeras estribaciones de las montañas que atraviesan el sur de Turquía, donde nacen los ríos Tigris y Éufrates. A 14 kilómetros de la ciudad se yergue una cresta alargada, de cima redondeada, que los lugareños llaman Göbekli Tepe, es decir, «monte panzudo».

En la década de 1960, arqueólogos de la Universidad de Chicago estudiaron la región y llegaron a la conclusión de que Göbekli Tepe no tenía interés. Observaron signos evidentes de intervención humana en la cima del monte, pero los atribuyeron a la existencia de un puesto militar fronterizo de la época bizantina. Hallaron fragmentos dispersos de piedra caliza, que interpretaron como lápidas. Schmidt había leído la breve descripción que los investigadores de Chicago habían hecho del yacimiento y decidió ir a verlo con sus propios ojos. Sobre el terreno vio astillas de pedernal, grandes cantidades de ellas. A los pocos minutos de llegar, recuerda el propio Schmidt, se dio cuenta de que estaba en un lugar donde habían trabajado decenas o incluso centenares de personas varios milenios atrás. Las losas de piedra caliza no eran tumbas bizantinas sino algo mucho más antiguo. Al año siguiente empezó a trabajar en colaboración con el DAI y el Museo de Şanlıurfa.

Unos centímetros por debajo de la superficie el equipo encontró una piedra cuidadosamente esculpida. A ésta le siguió otra, y otra más, hasta sacar a la luz un círculo de pilares en pie. A lo largo de los meses y los años, el equipo de Schmidt, compuesto por estudiantes de posgrado alemanes y turcos, y más de medio centenar de habitantes de la zona, encontró un segundo círculo de piedras, después un tercero y a continuación varios más. En 2003 unas prospecciones geomagnéticas revelaron la existencia de al menos 20 círculos distribuidos desordenadamente bajo tierra, los bloques de piedra apilados unos encima de otros. Los pilares eran de gran tamaño (los más altos medían 5,4 metros de altura y pesaban unas 16 toneladas) y presentaban en la superficie toda una galería de bajorrelieves de animales en diferentes estilos, algunos toscos y otros, los menos, mucho más refinados y con un claro carácter simbólico. Otras partes de la colina estaban sembradas de antiguos utensilios tallados en pedernal, la mayor colección que Schmidt había visto en su vida: un auténtico almacén de cuchillos, azuelas y puntas de proyectil del neolítico. La piedra tuvo que ser transportada desde los valles próximos. «Había más piezas de pedernal aquí, en un área de uno o dos metros cuadrados –dice Schmidt–, que las que encuentran muchos arqueólogos en yacimientos enteros.»

Los círculos presentan un diseño común. Todos están hechos de pilares de caliza en forma de una enorme letra T mayúscula. Parecen cuchillos, miden cinco veces más de ancho que de fondo y se yerguen a un brazo de distancia unos de otros, interconectados por unos muros bajos de piedra. En el centro de cada círculo hay dos pilares más altos, cuyas bases aguzaron los constructores para poder hincarlos en unas ranuras poco profundas abiertas en el suelo. Le pregunté al arquitecto e ingeniero civil alemán Eduard Knoll, colaborador de Schmidt en los trabajos de conservación del yacimiento, si el sistema de anclaje de aquellos pilares centrales estaba bien diseñado. Me respondió que no. «Todavía no dominaban la ingeniería.» Knoll piensa que quizá las columnas estuvieran apuntaladas, tal vez con postes de madera.

Según Schmidt, los pilares en forma de T son figuras humanas estilizadas, como parecen confirmar los brazos esculpidos que parten de los «hombros» de algunos de ellos, con las manos dirigidas hacia el vientre cubierto con taparrabos. Todos miran al centro del círculo, «como en una reunión o una danza», dice Schmidt, en representación quizá de algún ritual religioso. En cuanto a las figuras animales que corren y brincan en las piedras, señala que se trata en su mayoría de bestias peligrosas: escorpiones venenosos, jabalíes en pleno ataque o leones feroces. Las figuras humanas representadas por los pilares podrían estar protegidas por esos animales, a los que pudieron atribuir un carácter totémico.

Los enigmas se acumulaban a medida que avanzaba la excavación. Por razones aún desconocidas, parece ser que los círculos de Göbekli Tepe perdían su poder, o al menos sus cualidades mágicas, al cabo de cierto tiempo. Tras unas cuantas décadas, la gente del lugar enterraba las columnas y levantaba otras nuevas, que formaban un círculo más pequeño dentro del anterior. A veces construían un tercer anillo de piedras pasado un tiempo. Después los constructores rellenaban toda la estructura con escombros y levantaban un nuevo círculo en las proximidades del anterior. Es posible que este proceso se haya repetido muchas veces a lo largo de siglos.

Sorprendentemente, las técnicas de construcción empleadas en Göbekli Tepe fueron empeorando. Los primeros círculos son los más grandes y los de mayor complejidad técnica y artística. Con el paso del tiempo los pilares fueron haciéndose cada vez más pequeños y sencillos, y an­­clándose al suelo con menos habilidad. Parece ser que finalmente la actividad cesó por completo hacia el año 8200 a.C. Göbekli Tepe se desmoronó y no volvió a levantarse.

Tan importante es lo que han hallado los in­­vestigadores como lo que no han hallado: ningún indicio de asentamiento. Seguramente fueron necesarios cientos de personas para tallar y le­­vantar los pilares, pero no había agua en el lugar. La corriente más cercana estaba a unos cinco kilómetros de distancia. Los trabajadores debieron de necesitar un sitio donde vivir, pero las excavaciones no han sacado a la luz la menor señal de muros, hogueras o casas, ni ningún tipo de estructura que Schmidt haya interpretado como doméstica. También tuvieron que comer, pero no hay indicios de agricultura. Schmidt tampoco ha encontrado restos de cocinas, ni de fuegos donde se cocinara. Era un centro puramente ceremonial. Si alguna vez vivió alguien en ese lugar, debió de tratarse del personal del templo. A juzgar por los miles de huesos de gacelas y uros que se han hallado, los trabajadores debieron de alimentarse de remesas de carne de caza, enviadas con regularidad desde lugares distantes. Para canalizar con éxito todo ese complejo esfuerzo, debieron de ser necesarios organizadores y supervisores, pero hasta ahora no se han observado indicios de una jerarquía social: no se han descubierto zonas reservadas a los más ricos, ni tumbas llenas de ajuares funerarios propios de una élite, ni rastros de que la dieta de algunos fuera mejor que la de otros.

«Eran forrajeadores –dice Schmidt, refiriéndose a gente que recogía plantas y cazaba animales salvajes–. Nuestra imagen de los pueblos forrajeadores siempre ha sido de grupos pequeños y móviles, formados por algunas decenas de individuos. Creíamos que no podían construir grandes estructuras permanentes, porque tenían que desplazarse constantemente en pos de sus recursos. Pensábamos que no podían mantener castas separadas de sacerdotes y artesanos, porque no les era posible transportar los suministros adicionales necesarios para unos y otros. Pero aquí tenemos Göbekli Tepe, donde sí lo hicieron.»

Descubrir que unos cazadores-recolectores habían construido Göbekli Tepe fue como saber que alguien había fabricado un Boeing 747 con una navaja suiza. Paradójicamente, Göbekli Tepe se presenta a la vez como un heraldo del mundo civilizado que estaba por venir y el último símbolo de un pasado nómada a punto de desaparecer. La proeza fue asombrosa, pero es difícil comprender cómo la llevaron a cabo o lo que significaba. «Dentro de unos 10 o 15 años –afirma Schmidt–, Göbekli Tepe será más famoso que Stonehenge. Y con razón.»

Sobre Göbekli Tepe planea el espíritu de V. Gordon Childe. Australiano afincado en Gran Bretaña, Childe era un hombre expansivo y apasionado, un marxista convencido que solía vestir pantalones de golf y pajarita. También fue uno de los arqueólogos más influyentes del siglo pasado. Gracias a su gran capacidad de sínte-

sis, interrelacionaba los datos inconexos de sus co­legas proponiendo nuevos métodos de interpretación de la prehistoria basados en el materialismo histórico. También propuso nuevos conceptos, el más famoso de ellos, acuñado en la década de 1920, el de «revolución neolítica». Bajo su punto de vista, la revolución neolítica fue un acontecimiento de vital importancia: «el más grande en la historia de la humanidad, después del dominio del fuego».

http://www.nationalgeographic.com.es/2011/06/01/nacimiento_religion.html?_part=2

Había templos en el 9.000 a.C, antes de existir ciudades o agricultura

Quizá los textos bíblicos del Edén recuerdan una próspera sociedad cazadora, que elevó templos hace 11.000 años en la colina Göbekli.

Decía Chesterton en su libro Ortodoxia que los hombres, antes de poder comerciar, tuvieron que asumir que hay lugares sagrados, santuarios donde el respeto a los dioses impone la paz. Cuando dos hombres o dos tribus asumieron que tal o cual lugar era sagrado y la sangre allí no debía derramarse, pudieron empezar a utilizar ese lugar, primero para adorar, y luego para comerciar. Las prosperidad es fruto de la paz; la paz, fruto de la adoración y lo sagrado.

La idea de Chesterton era sugerente y ponía a la religión como motor de progreso, dejando a los factores económicos un segundo lugar. Faltaba una comprobación empírica. Y algo así es lo que encontramos recientemente en Tepe Göbekli, un antiquísimo santuario en Turquía sudoriental, cuyo análisis publica ahora en un libro el arqueólogo Klaus Schmidt, director de las excavaciones, que incluyen templos en una época en que no había aún ni un sólo campesino sobre la tierra.

Un Edén hace once mil años

Aquellos hombres de Göbekli, hace 11.000 años (del 9.000 a.C, datado por el carbono 14) eran cazadores y recolectores, aún no tenían ciudades ni cultivos, pero ya habían edificado templos y santuarios. Si recordamos que el famoso santuario de Stonehenge en Inglaterra fue construido por culturas campesinas neolíticas (en tres fases, entre el 3.000 aC y el 1.600 aC) podemos entender la antigüedad de estos santuarios.

"Y el Señor plantó un jardín en Edén, mirando al Este, y puso al hombre dentro". Según los capítulos 2 y 3 de Génesis, en el Jardín del Edén nacen 4 ríos. Dos de ellos son conocidos: el Éufrates y el Tigris. Precisamente en el curso superior del Éufrates y el Tigris, es donde se ha estipulado que tuvo origen la agricultura.

Fue en la región suavemente empinada que precede a las cordilleras de Tauro y Zagros, en la zona fronteriza entre Irán, Irak y Turquía, donde tuvo lugar esta revolución cultural hace unos 11.000 años. El Homo sapiens, hasta entonces nómada y cazador, dejó a un lado las armas de caza.

Los biólogos del Instituto Max Planck para la Investigación de Cultivos de Colonia (Alemania) han localizado el lugar exacto comparando la genética de 68 tipos de una planta, la escanda moderna, localizando la planta originaria común, silvestre, que aún crece en las laderas del volcán apagado de Karacadag.

Excavaciones en Siria y en Turquía demuestran que hacia el año 10000 a.C, los pueblos cazadores de la media luna fértil vivían en medio de una naturaleza exuberante. Rebaños de hasta 100.000 gacelas (según el paleozoólogo Joris Peters) pasaban por rutas fijas, muy fáciles de cazar. Los últimos hallazgos demuestran que en el año 12000 antes de Cristo los nómadas ya erigían asentamientos permanentes (eran depósitos para guardar carne que secaban y salaban allí).También había campos de frutos silvestres que los hombres protegían de animales.

La expulsión del Paraíso y el pan con sudor

Alrededor del 7.500 aC, la caza se agotó. Obligados por el hambre, los hombres se agruparon en pueblos (neolítico, ciudades) y dio comienzo el duro trabajo de cultivar la tierra. Capturar ovejas y cabras no era muy difícil, pero adaptarlos a reproducirse en cautividad sí lo fue.

Los científicos han comparado esqueletos de cazadores de la primera época con esqueletos de los pioneros campesinos. Los restos hablan con claridad: los campesinos llevaban vidas más duras, enfermaban más, morían antes. Los campesinos del antiquísimo pueblo de Nevali Çori (8.500 aC) lo atestiguan: su esmalte dental era muy malo, comían sobre todo guisantes y lentejas.

Precisamente aquí, en el montañoso norte de Mesopotamia, en la cuna de los cereales, están las excavaciones del santuario de Göbekli Tepe, un templo más antiguo que cualquier ciudad, más antiguo que la agricultura misma, unas construcciones megalíticas hechas por cazadores en una época dorada y olvidada... excepto por los ecos de las leyendas de Oriente en la Biblia.

¿Tendrá relación esta cultura nacida en la abundancia de caza y pesca con el Jardín del Edén? ¿Puede ser que los pueblos de Oriente Medio guardasen memoria de aquella época en que se cazaba y recolectaba y se adoraba a la divinidad que proveía generosamente? ¿Puede ser que al acabarse la caza y llegar una época de agricultura difícil, poco fructífera, de sedentarización triste, se recordase el pasado en el paraíso?

Los restos arqueológicos

El lugar que despierta mayor asombro es una colina pelada cercana a Urfa. Antaño se apiñaban en su cumbre varios templos. Por el momento se han desenterrado cuatro y se han detectado otros 16. Han salido a la luz una serie de pilares de piedra. Estaban decorados con grandes imágenes en relieve de animales: serpientes, jabalíes, toros, zorros, gacelas, garzas paradas sobre agua que estaba representada por líneas onduladas. Se hallaron asimismo una cantidad de pequeñas plaquetas con signos incisos, de naturaleza geométrica y otros, que aparentemente no cumplían otro propósito que portar esos signos. Entre los escombros se divisa la estatua de un jabalí y una cabeza humana de gran tamaño.

Klaus Schmidt, director de las excavaciones, cree que este lugar alcanzará pronto fama mundial por lo impresionante de su antigüedad. Como el Edén, aquí empezó todo. Y empezó, como apuntaba Chesteron, con la adoración.

"Hasta ahora se pensaba que los únicos que habían construido templos y asentamientos permanentes habían sido los campesinos sedentarios", explica Klaus Schmidt, quien indica que para construir el santurio hicieron falta de 300 a 500 canteros. Recortadon de la cantera estelas y postes totémicos. En el santuario no había ciudadanos, sólo los sacerdotes. En los templos circulares ardían fogatas. Se hacían sacrificios y se rezaba cuando en toda la Tierra aún no había un campesino.

Eran los tiempos de clima suave y tierras verdes tras el deshielo. El pueblo de Göbekli se organizaba en grupos de cientos de cazadores que guiaban rebaños enteros de gacelas a trampas, cazando toneladas de carne y pieles de una vez. Incluso inventaron un primer muesli energético con cereales silvestres que cosechaban sin mucho esfuerzo.

La memoria en las leyendas

Como en el Edén, en la cordillera de Tauro nacen más de una docena de ríos. Allí está la ciudad de Urfá, con un lugar sagrado desde siempre llamado "la gruta del nacimiento de Abraham". Allí ha aparecido la estatua de gran tamaño más antigua del mundo. Mide casi dos metros de alto y procede probablemente del décimo milenio antes de Cristo.

Hoy Göbekli Tepe es una colina inmensa y polvorienta. El calor impide excavar en verano y sólo se ha excavado el 5% del santuario. Ahí espera su religión, sus estelas, sus esculturas. Los sumerios, cuna de la civilización (la rueda, la escritura...) quizá procedían de aquí antes de bajar a las zonas de barro y cultivos del Tigris y el Éufrates. Quizá al bajar para fundar sus ciudades de ladrillo de barro, llevaron con ellos el recuerdo ancestral de una tierra de gacela y grano silvestre, de un jardín que no había que trabajar, la tierra del primer hombre y la primera mujer y la serpiente que causó la expulsión.

http://www.fluvium.org/textos/cultura/cul414.htm

This is meant to provide a brief analysis to explain the origin of several of the animal figures from the Gobekli Tepe temple site in Turkey, arising about 9000 BC and haralded as the earliest (known) temple of the world. Several of the images yet uncovered represent constellations, the depictions are not all dimensionally accurate, but are stylistic representations of star forms, perhaps with some line of artistic tradition behind it. It is not exactly clear after the initial analysis that all of the stars that are shown are represented within the petro glyphs. A proper and thorough study should work from a map of stars that shows them as they appeared 11,000 years BP in order to lend greater accuracy. In the analysis of the rock depictions that have been uncovered, the first will be referred to as the “Vulture and Scorpion” stone, the second “Boar and Birds” stone, the "Goat and Horse" stone, the"Great Lion", the "Great Fox", the "Lesser Fox", the "Cow, Fox, and Crane" stone.

The conclusions and presentation here arise purely from my own independent efforts explaining the figures as representing constellations and are not part of the interpretive work of the Gobekli Tepe project team, and also not derived from the work or suggestions of others.

Further, the main object of the study here is to correlate the figure to the proper star pattern, not to identify the figure represented. If a figure is referred to as a fox or goat it does not imply that it has been properly identified as such by myself, the Gobekli Tepe project team, or anyone else.

http://timothystephany.com/gobekli.html

Göbekli Tepe (en turco "Colina panzuda") es un antiguo santuario que se levanta en el punto más alto de una extensa cadena montañosa situada a unos 15 km. al nordeste de la ciudad de Sanliurfa (antigua Urfa/Edessa), en el sudeste de Turquía, cerca de la frontera con Siria. El lugar, que actualmente está siendo excavado por arqueólogos turcos y alemanes, fue levantado por cazadores-recolectores en el X milenio a.C. (ca. 11.500 años atrás), antes de que comenzara la sedentarización. Misteriosamente, todo este complejo de piedras, pilares y esculturas, fue deliberadamente enterrado sobre el 8000 a.C., permaneciendo abandonado por espacio de 500 años. Juntamente con Nevali Çori, este yacimiento ha revolucionado la comprensión del Neolítico euroasiático.

Descubrimiento

Göbekli Tepe está situado en el sudeste de Turquía. Fue señalado ya en una prospección norteamericana en 1964, cuando reconocieron que la colina podía no ser enteramente natural, pero asumieron que yacía debajo un cementerio bizantino. Desde 1994 las excavaciones han sido dirigidas por el Instituto Alemán de Arqueología (Deutsches Archäologisches Institut) y los científicos turcos del Museo de Sanliurfa, bajo la dirección del arqueólogo alemán Klaus Schmidt (1995–2000: Universidad de Heidelberg; desde 2001: Deutsches Archäologisches Institut). Según Schmidt, los fragmentos de piedra que se encontraban en la superficie lo llevaron a deducir inmediatamente que aquel era un sitio prehistórico. Anteriormente, la colina había sido cultivada durante generaciones y los habitantes locales habían removido las rocas, apilándolas en montones para despejar sus campos; muchas evidencias arqueológicas han podido ser destruidas durante este proceso. Investigadores del Hochschule Karlsruhe comenzaron a documentar los vestigios arquitectónicos y pronto descubrieron las columnas en forma de T, algunas de las cuales han sufrido aparentemente intentos de destrucción.1

El complejo

Göbekli Tepe es el lugar de culto religioso más antiguo del mundo descubierto hasta ahora.2 Hasta que las excavaciones comenzaron, no se consideraba posible un complejo de este tamaño para una comunidad tan antigua. La sólida secuencia estratigráfica sugiere varios milenios de actividad, posiblemente llegando hacia atrás hasta el Mesolítico.

El nivel de ocupación más antiguo (estrato III), datado en el Neolítico precerámico A (PPNA, por sus siglas en inglés) comenzaría hacia el 9000 a.C., y contiene pilares monolíticos enlazados entre sí por toscos muros que forman estructuras circulares u ovales. Hasta ahora se han descubierto cuatro construcciones de este tipo, que miden entre 10 y 30 metros de diámetro. Pero los reconocimientos geofísicos indican la existencia de 16 estructuras más.

El estrato II, datado en el Neolítico precerámico B o PPNB, entre 7500-6000 a.C., reveló restos de varias habitaciones adyacentes de forma rectangular con pavimentos de cal pulimentada, que recuerdan los suelos de terrazo romano. El nivel más reciente consiste en sedimentos depositados como resultado de la actividad agrícola.

Los monolitos están decorados con relieves tallados de animales y de pictogramas abstractos. Estos pictogramas pueden representar lo que se interpreta habitualmente como símbolos sagrados, similares a los que en otras partes aparecen pintados en cuevas también neolíticas. Estos relieves figurativos, cuidadosamente esculpidos, representan leones, toros, jabalíes, zorros, gacelas, asnos, serpientes y otros reptiles, insectos, arácnidos y pájaros, especialmente buitres y aves acuáticas. En la época en que el santuario fue construido, el medio circundante era probablemente mucho más lozano que en la actualidad, siendo capaz de sostener gran variedad de vida salvaje; eso fue antes de que los muchos milenios de asentamientos humanos y la agricultura la convirtieran en la polvorienta región que es ahora.3

Los buitres son también característicos de la iconografía de yacimientos neolíticos como Çatalhöyük y Jericó; se supone que en las culturas tempranas del Neolítico de Anatolia y el Próximo Oriente se exponía a los difuntos al aire libre de manera deliberada para que fuesen descarnados por los buitres y otras rapaces. La cabeza del difunto a veces era separada del cuerpo y preservada aparte, quizás como un signo de culto a los ancestros.4 Esto podría representar una temprana forma de entierro a cielo abierto, como todavía hoy lo practican los budistas en Tibet y los zoroastrianos en India.5

Se han descubierto pocas formas humanoides en Göbekli Tepe: entre ellas encontramos un relieve que representa a una mujer desnuda, en postura frontal y agachada, que Schmidt relaciona con las figurillas pertenecientes al Neolítico del norte de África y conocidas como Venus accueillante. También aparece al menos un cuerpo decapitado rodeado por buitres. En algunas de estas columnas en forma de T hay brazos grabados que podrían representar humanos estilizados o dioses antropomorfos. En otro caso encontramos una decoración de manos humanas que podría interpretarse como un ademán de oración, con una simple estola grabada en la parte de encima; el conjunto ha sido propuesto como la representación de unos sacerdotes en un templo.6

Arquitectura

Las casas o templos son edificios megalíticos redondos. Los muros están hechos de piedra seca sin trabajar e incluyen numerosos pilares monolíticos de piedra caliza en forma de T con más de tres metros de altura. Otro par de columnas más grande aparece emplazado en el centro de las estructuras. Hay evidencias de que las estructuras estaban techadas: el par central pudo haber soportado el tejado. Las prospecciones geomagnéticas indican que debe de haber unas 200 pilares. Los pisos estaban hechos de terrazo (cal pulida) y hay un banco bajo adosado alrededor de todo el muro exterior.

Los relieves de los pilares incluyen zorros, leones, jabalíes, asnos salvajes, garzas, patos, escorpiones, hormigas, arañas, muchas serpientes y unas pocas figuras antropomorfas. Algunos de estos relieves han sido deliberadamente borrados, puede que como preparación para superponer sobre ellos nuevos diseños. Hay también esculturas exentas que podrían representar jabalíes o zorros, aunque, como están muy incrustadas de cal, es difícil decirlo. Estatuas similares han sido descubiertas en Nevali Çori y Nahal Hemar.

Las canteras de las estatuas han sido localizadas en la misma meseta; algunas columnas inacabadas han sido descubiertas allí mismo, in situ. La columna inacabada más grande mide 6,9 metros de largo, pero ha sido reconstruida con un total de 9 metros. Es mucho mayor que cualquiera de los pilares acabados encontrados hasta ahora. La roca fue extraída con picos de piedra. Las depresiones cóncavas que aparecen en la roca caliza han podido ser utilizadas como morteros o para hacer fuego durante el período anterior, el Mesolítico. También hay algunos diseños geométricos y falos grabados en la roca, pero su datación resulta incierta.

Aunque las estructuras son, sobre todo, templos, recientemente pequeños edificios domésticos han sido descubiertos. A pesar de esto, queda claro que el uso primario del yacimiento fue ritual y no doméstico. Schmidt considera esta "catedral en la colina" como un lugar de peregrinación que atraía devotos desde más de ciento cincuenta kilómetros de distancia. El gran número de huesos con cortes y desgarramientos encontrados, de especies locales como el ciervo, la gacela, jabalíes y gansos han sido identificados como desperdicios derivados de su caza y preparación, más que procedentes de banquetes rituales.8

El lugar fue deliberadamente abandonado en algún momento después del 8000 a.C.: los edificios fueron cubiertos con desechos de un asentamiento, que pudieron ser traídos de cualquier otra parte. Tales depósitos incluyen herramientas de sílex tales como rascadores y puntas de flecha, así como huesos de animales. El inventario lítico está caracterizado por puntas de Biblos y numerosas puntas Nemrik, así como puntas Helwan y puntas Aswad.

http://es.wikipedia.org/wiki/Göbekli_Tepe

http://en.wikipedia.org/wiki/Göbekli_Tepe

http://tr.wikipedia.org/wiki/Göbekli_Tepe

http://onurataoglu.blogspot.com.es/2010/09/gobeklitepenin-gobeginden.html

http://terraeantiqvae.blogia.com/2008/042402-gobekli-tepe-9500-a.c.-el-stonehenge-de-turquia.php

http://www.archaeology.org/0811/abstracts/turkey.html

http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=887538

http://www.lamentiraestaahifuera.com/2013/08/01/que-es-y-que-significado-tiene-gobekli-tepe-apuntes-y-conjeturas/

http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2011/08/29/los-circulo-megaliticos-de-gobekli-tepe/

http://www.archeologie-magazine.fr/dotclear/index.php?post/2010/10/07/Gobekli-Tepe-:-le-plus-vieux-temple-de-l’humanité

http://balancingfrogs.blogspot.com.es/2011/08/gobekli-tepe.html

http://www.racocatala.cat/forums/fil/143217/gobekli-tepe-modificant-llibres-dhistoria

Vídeo:

Web recomendada: http://www.gobeklitepe.info/

Contador: 13768

Inserción: 2012-06-11 13:04:56

 

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