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Nombre:

Palenque

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Tipo: Monumentos

Categoría:

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Continente: América

País: México

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Año: 200

Estado: Terminado

Descripción:PALENQUE, SIMPLEMENTE MÁGICO

Ubicada al norte del estado de Chiapas, cerca del río Usumacinta, Palenque es una de las ciudades mayas más impactantes de México. Fue fundada en 1567 por Fray Pedro Lorenzo de la Nada, quien agrupó a varias familias Choles dispersas por la Selva Lacandona. Los nativos llamaron al pueblo Otolum que en Chol significa lugar cerrado, pero el verdadero nombre de Palenque es Bakal-Ham, mucha agua, resultado de los numerosos ríos que hay en el lugar. El verde de su selva, mezclado con la sabiduría prehispánica, hacen de Palenque uno de los sitios más bellos de nuestro país, reconocido mundialmente por atesorar vestigios de una de las civilizaciones más sorprendentes de la historia de la humanidad.

ATRACTIVOS TURÍSTICOS

Zona Arqueológica de Palenque

La zona arqueológica de Palenque fue descubierta en 1790 por el cura Antonio de Solís, siendo desde entonces considerada como el centro ceremonial más importante de la cultura maya. Su tamaño se estima en 8 kilómetros de este a oeste. En 1981 fue designada Zona Protegida por la UNESCO, y en 1987, Patrimonio de la Humanidad.

Sus estructuras principales son:

• Templo de las Inscripciones. Se trata de un templo sobre una pirámide escalonada localizada en el costado oriental. Tiene este nombre por tres tableros de roca con inscripciones jeroglíficas que detallan la historia de la dinastía regente en la ciudad.

Aquí, fue descubierta la cámara funeraria de Pakal, uno de los más importantes jerarcas mayas. Tanto el sarcófago y la losa que lo cubre, como los muros de la cripta están decorados con bajorrelieves que muestran, entre otras cosas, la muerte de Pakal y su descenso al inframundo.

• El Palacio. Es la obra arquitectónica más grande y compleja de Palenque, pues más que un edificio, se trata de un complejo de edificios interconectados, que fueron construidos, remodelados y modificados a lo largo de 400 años. Está situado en la parte central de la zona arqueológica y su nombre se debe a la torre de cuatro cuerpos que lo caracteriza.

• Conjunto de las Cruces. Formado por el Templo de la Cruz, Templo del Sol y el Templo de la Cruz Foliada, conmemora el ascenso al trono del Señor Chan Bahlum II, tras la muerte de Pakal.

Templo de la Cruz. Ubicado en la parte norte, en él se pueden apreciar tres tumbas, un monolito conocido como La Muerta, dos lápidas con inscripciones y 18 cilindros de barro que representan deidades.


Templo de la Cruz Foliada. Tiene puertas con acceso a tres cuartos. En su santuario se conservan un friso con fragmentos de estuco y tres lápidas de piedra que forman el Tablero de la Cruz Foliada (cruz con hojas de maíz).

Templo del Sol. Se localiza en el extremo oeste. En el santuario de este edificio se pueden admirar tres tableros de piedra calcárea en los que destacan la imagen de un escudo solar y un motivo central bellamente tallados.

• Acueducto. Se trata de una escultura abovedada de 3 metros de altura que conduce al río Otolum por debajo de la plaza principal de Palenque.

• Juego de Pelota. Como en casi todas las ciudades prehispánicas, hay un juego de pelota; dos plataformas paralelas que siguen siendo exploradas.

• Museo de Sitio. Cuenta con dos salas de exposición permanente. En la primera, localizada en la planta baja, podrá admirar una colección de aproximadamente 260 piezas entre cerámica, lítica, estuco, hueso, concha y jadeíta, mientras que en la segunda, ubicada en la parte alta del museo, podrá conocer la historia de las excavaciones arqueológicas más importantes que se han hecho en Palenque desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días.

http://www.cebumexico.com/home/brahman/palenque.html

http://www.taringa.net/posts/imagenes/931593/siete-maravillas-mexicanas.html

La lápida de Palenque (Primera parte)

Lakam Ha o “Grandes aguas”, así llamaban los mayas a lo que ahora conocemos como Palenque. Cien años antes de Cristo ya había una aldea de agricultores en el sitio. El lugar prosperó y se convirtió en la capital de la región B’akaal (hueso) durante el Periodo Clásico Palenque2Temprano y Clásico Tardío (200 a 600 y 600 a 900 de nuestra era)

Durante el Periodo Clásico Temprano fue gobernada por el Primer Señor de B’akaal, K’uk B’alam (Quetzal Jaguar), o Gran Señor de Toktan. La dinastía de los Señores de B’akaal fue conocida como Ajaw (señor, director, rey o líder). Después de Quetzal Jaguar subió al trono un rey apodado “11 Conejo” o Gasparín (su nombre, contenido en un glifo, no ha podido ser descifrado) quien dejó el trono a sus descendientes: B’utz Aj Chiik, Ahkal Mo’ Naab I, K’an Joy Chitam I, Ahkal Mo’ Naab II, K’an B’alam I, quien utilizó el título de Kinich (Gran Sol). Luego reinaría su hija Yol Iknal. El gobernante de Calakmul (Reino de la Serpiente) aprovechó la ocasión para invadir y saquear Palenque, el 21 de abril de 599. La sucedería Aj Ne’ Ohl Mat y, a su muerte, tomó el mando Janaab Pakal o Pakal I, pero nunca fue coronado. En cambio su hija, Zak K’uk, subiría al trono en 612. Durante su reinado ocurriría una segunda invasión de las tropas de Calakmul (en el 611). Esta Zak K’uk fue la madre de K’inich Janaab’ Pakal (Pakal el Grande o Pakal II), quien subiría al trono en 615 y fue el encargado de reconstruir la ciudad. Heredó a K’inich Janaab’ Pakal II o Chan Bahlam II (constructor de la Tumba de palenque), quien dejaría el trono a su hermano K’inich K’an Joy Chitam II. Este Ajaw fue tomado prisionero por el reino de Toniná y durante un periodo de diez años hubo un regente, Xoc. El 3 de enero de 721 subió al trono K’inich Ahkal Mo’ Naab III, conocido también como Chaacal III. Su hijo K’inich Janaab’ Pakal o Pakal III, y luego su nieto, K’inich K’uk B’alam II, heredarían el trono. El rastro de los señores de Palenque se pierde con Wak Kimi Janhb’ Pakal o Pakal IV, que gobernaría a partir del 17 de noviembre de 799. El lugar fue siendo abandonado paulatinamente y la selva lo cubrió.

El primer europeo en ver las ruinas fue Fray Pedro Lorenzo de la Nada, en 1567. El pueblo Chol que era el que habitaba la zona le dijo que la ciudad se llamaba Otolum o “Tierra de Casas Fuertes”, que Pedro Lorenzo tradujo como Palenque (fortificación).

En el siglo XVII se fundaría la comunidad de Santo Domingo de Palenque, a unos 13 kilómetros de las ruinas. Y en 1773, luego de una visita de Ramón de Ordoñez y Aguilar, el gobernador de la Capitanía General de Palenque6Guatemala, José de Estachería, ordenó que el arquitecto Antonio Bernasconi explorara el lugar. La expedición estaba al mando del coronel Antonio del Río. Los españoles derrumbaron varios muros para acceder a las construcciones, según cuenta el cronista de Indias Juan Bautista Muñoz.

En 1807 llegaría el dibujante Luciano Castañeda quien hizo más planos de la ciudad. Basado en los documentos y planos de Bernasconi y Castañeda en 1822 se publicó en Londres el primer libro sobre Palenque Descriptions of the Ruins of an Ancient City, Palenque8discovered near Palenque, de Henry Berthoud.

En el siglo XIX llegarían varios exploradores, anticuarios y cartógrafos: Juan Galindo, Jean Fréderick Waldeck, Patrick Walkers, John Herbert Caddy, John Lloyd Stephens, Frederick Catherwood, Désiré Charnay, Alfred Percibal Maudslay, etc.

Las primeras excavaciones hechas por arqueólogos se realizaron en 1923, y en 1934 el Dirección de Monumentos Prehispánicos designó al arqueólogo Miguel Ángel Fernández para que se hiciera cargo de los trabajos. Para 1945 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) envió al arqueólogo francés, de abuelos cubanos y nacionalizado mexicano, Alberto Ruz L’Huillier para catalogar las principales estructuras del sitio.

DESCUBRIMIENTO DE LA TUMBA

En 1949 Alberto Ruz se dedicó a estudiar 12 manchas circulares en el suelo, dentro del Templo de las Inscripciones (que recibe ese nombre gracias a los más de 600 jeroglíficos que contiene). Pensó que pudieran tratarse de una especie de clavos pétreos para fijar una de las losas del piso. Decidió retirarlos y encontró lo que parecía ser el inicio de un túnel o una escalera. En ese primer año se retiró cuidadosamente todo el cascajo y escombros que obstruía los primeros 23 peldaños que parecían conducir al centro de la pirámide. Al año siguiente limpiaron otros 22 escalones y entonces llegaron a una plataforma aproximadamente a un tercio de la altura de la pirámide (que mide unos 25 metros). Los trabajos dentro de ese túnel, en el que la humedad y el calor eran casi insoportables, continuaron por un año más.

En el otoño de 1952 los arqueólogos llegaron a un corredor que estaba bloqueado por un muro Mascara3de 3.5 metros de espesor. Luego de superar el muro penetraron en una antecámara, de 3.65 metros de largo y 2.15 metros de ancho, cuyo piso estaba formado por una sola baldosa cubierta de jeroglíficos, indescifrables en gran parte. En la pared Norte había una losa vertical, de forma triangular, y en el centro un arcón donde hallaron seis esqueletos de adolescentes, cinco varones y una doncella. Ruz escribió:

“No cabe duda de que se trataba de un sacrificio humano, de jóvenes cuyos espíritus debían vigilar y atender para siempre a aquel para quien se había construido la maciza pirámide…”

Los huesos estaban teñidos de rojo; los cráneos estaban deformados y los dientes tenían incrustaciones, lo que significaba que pertenecían a nobles mayas.

Alberto Ruz ordenó retirar la losa triangular y, finalmente, el 15 de junio de 1952 el arqueólogo pudo penetrar a la cámara sepulcral. Ruz se convertía en el primer ser humano en observar la tumba en más de mil años.

“De las vagas sombras surgió una visión de cuentos de hadas, un cuadro fantástico, etéreo, de otro mundo. Parecía una enorme gruta mágica tallada en hielo y las paredes chisporroteaban y refulgían con cristales de nieve”.

La cámara medía unos 10 metros de largo por 7 de ancho y sus los muros se unían en la punta formando una bóveda ojival. Las paredes estaban decoradas con relieves de estuco que representaban a nueve sacerdotes portando cada uno un bastón de mando con figuras de serpientes.

Pero lo que más llamaba la atención era un sarcófago monolítico, cubierto con una losa de 3.79 metros de largo por 2.20 de ancho y unos 25 centímetros de grosor, que contenía en relieve la figura del hombre que descansaba debajo de ella.

La losa era muy pesada (entre 5 y 6 toneladas) y el espacio muy reducido. Los trabajos para levantarla fueron laboriosos, pero al fin se pudo retirar. El sarcófago mide 3 metros de largo por 2 de ancho y pesa unas 20 toneladas. En él había un esqueleto, rodeado de ofrendas y con el rostro cubierto con una máscara de mosaico de jade.

“Aunque los huesos estaban tan corrompidos y frágiles que no pudimos realizar mediciones precisas para determinar su tipo físico… parecía haber sido un hombre robusto de unos 40 a 50 años y de buena estatura, tal vez superior a 1,75 metros… Sus dientes no estaban obturados -cosa extraordinaria en un maya adulto de alto rango”.

El esqueleto estaba boca arriba (decúbito supino) cubierto de cinabrio rojo (sulfuro de mercurio). La máscara estaba hecha de no menos de doscientas piezas, perfectamente ensambladas, de fragmentos de jadeíta (silicato de calcio y magnesio), con un par de ojos de conchas y obsidianas. Con orejeras y muchas joyas también de jade y madreperlas.

En el sarcófago había dos figuras de jade, que representaban al dios Sol. También había semillas. En la cámara había una serpiente de terracota que iba del sarcófago hasta la puerta. Se cree que simboliza el enlace entre los vivos y el más allá. Bajo el sarcófago se hallaron dos cabezas de terracota.

La losa que cubre el sarcófago está esculpida a todo su alrededor, mencionando las fechas de nacimiento y muerte del personaje, entre otras cosas.

Como habría resultado imposible transportar el enorme sarcófago y su tapa por el estrecho túnel, era evidente que la cripta, la escalera, la gran pirámide y el templo que la coronaba, todo había sido construido de antemano para albergar la tumba de un gran hombre.

Los primeros en estudiar los restos fueron los antropólogos mexicanos Eusebio Dávalos y Carlos Romano. Muy poco fue lo que pudieron hacer los dos científicos, porque los huesos se encontraban en pésimo estado, sin embargo encontraron que el hombre de Palenque era más alto que el maya promedio. Ya Ruz había reconocido que posiblemente el personaje no era de origen maya:

“Nos sorprendió su estatura, mayor que la del maya medio de nuestros días, y también el hecho de que sus dientes no estuvieran provistos de incrustaciones de piritas o jade, ya que esta práctica (como la de deformar artificialmente el cráneo) era habitual entre los individuos de las clases sociales superiores. El estado de deterioro del cráneo no nos permitió establecer con presición si había sido deformado o no. A este fin decidimos que posiblemente el personaje no era de origen maya, aunque estaba claro que había acabado por ser uno de los reyes de Palenque”.

La traducción de los jeroglíficos de la tumba establece, sin lugar a dudas, que se trata de Pakal, palabra maya que significa escudo. Pakal fue hijo de la reina Zac Kuk (regente del 616 al 615). Nació el 6 de marzo del 603 (8 Ahau 13 Pop del calendario maya) y subió al poder a la edad de 12 años y 125 días. Se casó con su hermana Ahpo Hel y murió a la edad de 80 años con 158 días, el 30 de agosto del 683 (6 Edznab 11 Yax).

EL ENTIERRO DEL SEÑOR PAKAL

Se ha recreado el ritual que siguió a la muerte de Pakal. Primero se colocó en su boca una cuenta de jade, para recoger el aliento vital. Posteriormente se puso en sus labios la sustancia sagrada de la cual fueron hechos los primeros hombres: la masa del maíz. El cuerpo fue amortajado con lienzos de algodón y velado por tres días, en los que los deudos le hablaban continuamente para que no se sintiera solo. Al lado de la estera en donde estaba depositado el cuerpo se colocaron recipientes con agua y alimentos y diversos amuletos para protegerlo. Los sacerdotes debían cuidar su sombra y orar a los dioses para mantener con vida su espíritu, mientras se preparaba la ceremonia funeraria.

La doctora Mercedes de la Garza Camino nos sigue relatando el ritual:

“El solemne cortejo salió del palacio cargando el bulto mortuorio de Pakal. Cuatro hombres portaban antorchas, y en lo alto de la pirámide se encendió copal. Tras el cuerpo marchaba el Señor Serpiente, sumo sacerdote, seguido por los sacerdotes del culto solar y por la familia del gobernante, así como por cinco hombres y una mujer que serían sacrificados en la entrada de la sepultura con el fin de que sus espíritus acompañaran al del sagrado señor.

“Una vez en el templo que coronaba la pirámide, el cual representaba la superficie de la tierra, iniciaron el descenso por la oscura escalinata, alumbrados por las antorchas, conscientes de que recorrían simbólicamente el tortuoso camino a través de los nueve niveles del inframundo, como la mayoría de los espíritus de los muertos, y como lo hicieron aquellos héroes ancestrales Hunahpú e Ixbalanqué, que después se convertirían en el Sol y la Luna. La cámara funeraria situada en el noveno nivel de la pirámide aseguraba mágicamente que el espíritu de Pakal sortearía los peligros que acechaban en el camino descendente y que hallaría su lugar de reposo en el Xibalbá[2].

“El gran sarcófago monolítico, con un hueco en el centro que semejaba un útero para recibir el cuerpo del sagrado señor, había sido ya limpiado y preparado; asimismo, el día anterior se había labrado la fecha de la muerte en el canto de la lápida que cubriría el sarcófago. El cuerpo de Pakal, ya liberado de la mortaja, fue cuidadosamente depositado por los sacerdotes en el hueco pintado con rojo cinabrio; luego fue rociado con el mismo polvo rojo que aludía a la inmortalidad porque era el color del oriente, por donde resucita el Sol cada mañana, y le colocaron sus joyas de jade: una diadema sobre la frente, pequeños tubos que dividían la cabellera en mechones, collares, orejeras con colgantes de madreperla, pulseras y anillos. En su rostro pusieron su máscara de mosaico de jade, que conservaría su identidad para siempre; sobre su taparrabo otra pequeña máscara, y a sus pies una figurilla del dios solar que siempre lo había protegido. Como objetos sagrados especiales, le colocaron un dado y una esfera de jade en las palmas de las manos, lo que significaba que él, como chamán intermediario entre los dioses y los hombres, había dominado el espacio cuadrangular y el tiempo circular, con su sabiduría, su conciencia y su acción ritual. Otras dos cuentas de jade fueron depositadas en sus pies para asegurar la fuerza de la energía vital durante el camino. Luego cerraron el hueco con una tapa de piedra, colocaron encima la gran lápida labrada y deslizaron bajo el sarcófago las cabezas de estuco que habían formado parte de las más bellas esculturas de Pakal y Ahpo Hel. Antes de salir pusieron en el suelo vasijas con agua y alimentos, ya que el espíritu inmortal del sagrado señor conservaría durante el viaje las necesidades corporales.

“Después de sellar la pequeña puerta triangular que daba acceso a la cámara, sacrificaron a los cinco hombres y a la mujer que acompañarían al señor. Luego construyeron un muro, tapiando el corredor que conducía a la cámara, y en una caja de piedra adosada a este muro dejaron otros platos de barro con alimentos, cuentas y orejeras de jade, conchas llenas de pintura roja, símbolo de inmortalidad, y una hermosa perla. Hecho esto, la comitiva ascendió al templo y bajó de la pirámide, despidiéndose del gobernante con cantos y oraciones”.

Luego se rellenó con escombros el túnel que conducía a la cámara funeraria.

LA LÁPIDA DE PALENQUE

Fue el propio Pakal quien ordenó construir la que sería su tumba. Recreó el inframundo, que se concebía como una pirámide invertida de nueve niveles, por los que su espíritu habría de descender hasta llegar a su última morada. La cámara, en donde se colocó el sarcófago, representaba el Xibalbá y a partir de ahí su espíritu ascendería por un angosto canal, en forma de serpiente, que llegaba hasta el templo. Ahí, donde mandó escribir la historia de su linaje, se le rendiría veneración, pues por haber sido un gobernante iniciado, un gran chamán, al morir se convertirá en un dios.

El resto de los templos y pirámides fueron levantados hacia el 692 por su hijo Chan Bahlam II, el cual hizo aparecer a su padre en otros bajorrelieves de la ciudad, como el de la Cruz, en el del Templo del Sol o en el de la Cruz Foliada, en los que se observa el proceso de su divinización post-mortem. Al ligar su origen al de los dioses, se confirmaba su carácter sagrado y su destino de convertirse en el más sabio gobernante de Palenque.

En la lápida, mandada realizar por Pakal o por su hijo K’inich Chan Bahlam II, se esculpió una gran imagen cósmica, con símbolos astrológicos que representan el cielo, que definía su sitio en el centro del universo, como ser humano y como gobernante. Ahí está Pakal, recostado en la tierra sobre el mascarón descarnado que representa el aspecto de muerte del dios supremo, que era un gran dragón, un monstruo bicéfalo que devora todo lo que vive. El Monstruo de la Tierra viste un sombrero presidido por cuatro pétalos. La nariz del monstruo es la de un mono araña, que junto al signo Kin de su cabeza componen una clara referencia al Dios del Sol. Sus ojos tienen las pupilas dilatadas, pero de la boca para abajo está descarnado. En la Naturaleza el Sol transita entre la vida y la muerte, al amanecer y al ocaso. El signo Kin del Sol, que al lado del de la muerte (Cimi) corona el mascarón, indica el camino del astro por el mundo infraterrestre. La imagen marca la muerte del Sol o puesta del Sol. Así, el gobernante, identificado con el Sol, descendería como él al inframundo y renacería sacralizado. El Rey volvería, como el Sol, a brillar en el cielo. El cuerpo de Pakal se representó en la entrada de la gran boca de la tierra que conduce al inframundo, formada por las fauces superiores levantadas de una serpiente de dos cabezas, símbolo del reino de la muerte. El esqueleto de las serpientes, unidas por la mandíbula inferior, integran el recipiente en forma de U que representa la entrada al mundo de los muertos.

De la nariz del gobernante surge un signo que representa al espíritu abandonando el cuerpo. Es un hueso que significa que incluso la muerte lleva consigo la simiente del renacimiento. En maya, los vocablos hueso y semilla grande son homófonos; así pues, el hueso es la semilla de la resurrección de Pakal. El Rey va desprendiéndose de su taparrabo y de sus adornos. El collar cae detrás de su espalda. Todo indica que está en transición de la vida a la muerte. Su cuerpo se tambalea. Las rodillas están flexionadas, las manos relajadas. Su frente ha sido perforada por el cuchillo del dios K (símbolo de la sangre y lo sagrado) que se encuentra en la base del tronco y unido al cuerpo del Pakal. Desde su pecho se levanta una cruz que remata en lo alto con una mandíbula de serpiente hecha de cuentas de jade, piedra que representa la vida, sobre la que se posa a su vez el pájaro-serpiente, otro símbolo del dios supremo en su aspecto celeste y solar. La cruz es el Árbol del Mundo, el Árbol de la Vida, centro del Universo. La barra horizontal de la cruz es una serpiente de dos cabezas, como la del inframundo, pero con mandíbulas de jade. Esta cruz serpentina es la imagen del dragón celeste, pero también el árbol que está en el centro del mundo y que divide los cuatro rumbos cósmicos, y en ella se enlaza otra serpiente bicéfala de cuyas mandíbulas abiertas surge el rostro del dios Kawil (oscuridad), al Oeste, y el dios Bufón Bolón Dz’acab (luz, llamarada), al Este, protector de los gobernantes y símbolo maya de la realeza. El signo Te (árbol) confirma que es una planta de maíz. El signo Nen (espejo) indica que es brillante y poderoso. Representa la vida surgiendo de la tierra, la vida triunfante sobre la muerte. Es un símbolo de la juventud y de la renovación vegetal y representa el ciclo de transformación que vincula a los gobernantes con los primeros seres humanos, quienes fueron hechos de la masa del maíz.

En la parte superior de la lápida se aprecia una criatura mitad serpiente y mitad pájaro sobre la cruz central. Es un Quetzal, Pájaro Celestial, símbolo del reino celeste del dios Sol. Esto representa el intermedio entre los cielos y la Tierra. Debajo de ella existen dos representaciones del Dios del Sol.

Alberto Ruz ya adelantó una interpretación: se trata de una compleja propuesta iconográfica en la cual se pueden ver los tres planos del universo como lo concebían los mayas, el subterráneo con sus demonios, el terrenal con el rey Pakal y finalmente el celeste, con el pájaro quetzal, símbolo del Sol, poblado por los dioses. Alrededor de la losa se esculpió la Vía Láctea, poblada de astros, que para los mayas era también el cuerpo del gran dragón celeste. En el centro de todo ello está el ser humano como el ser que, según el Popol Vuh, es el único que tiene la misión de alimentar a los dioses. Escribe Ruz:

“En la piedra en cuestión vemos a un hombre rodeado de símbolos astrológicos que representan el cielo —el límite espacial de la tierra del hombre y la morada de los dioses, donde el curso fijo de las estrellas marca el implacable ritmo del tiempo—. El hombre reposa sobre la tierra, representado por una grotesca cabeza con rasgos fúnebres, ya que la tierra es un monstruo que devora todo lo que vive; y si el hombre reclinado parece caerse hacia atrás es porque su inherente destino es caer a la tierra, el país de los muertos.

“Pero sobre el hombre se alza el bien conocido motivo cruciforme, que, en algunas representaciones es un árbol, en otras la estilizada planta del maíz, pero que siempre es el símbolo de la vida surgiendo de la tierra, la vida triunfante sobre la muerte.”

La escena representa el instante de la muerte de Pakal y su camino hacia el cielo maya, todo lo cual también se asocia al resto de símbolos hallados dentro del sarcófago y a su alrededor. Todo el evento está enmarcado por una franja celeste, con Kin (día, sol) en la parte superior derecha o Noreste y Akbaal (noche, oscuridad) en el extremo izquierdo o Noroeste. El paso de Pakal de la vida a la muerte es representado con el movimiento del sol de Este a Oeste. El fondo de la escena está lleno de signos -conchas, abalorios de jade y otros- que se encuentran sobre volutas de sangre. Todos ellos asociados a la muerte y resurrección. Pakal sufre un proceso de transformación (metamorfosis) y emerge con los atributos del Dios del maíz. Se encuentra sentado sobre un trono, encima del Señor del mundo de las profundidades, suspendido entre la vida yla muerte.

Para apreciar la significancia de esta escena ritual, hay que saber algo de la visión del mundo Maya del siglo VII. La Naturaleza fue la base de su religión. El Sol no sólo se levantaba en el Este, volvía a nacer cada día y cada noche pasaba a través del inframundo. La germinación de la planta de maíz le daba vida a los mayas. El dios de la lluvia se encargaba del agua, una necesidad vital. Para los mayas, según L’Huillier, “el ciclo de vida de las plantas de alimentos básicos, interpretado como la pasión y la resurrección de la deidad, representa una promesa de la inmortalidad para el hombre”. La práctica de enterrar a los muertos tenía un significado religioso especial: “el hombre (está) destinado a volver un día a la tierra… (como) el maíz cuyos granos deben ser enterrados para germinar”. Los antiguos mayas también creían en “la esencia divina del rey-sacerdote y su poder para interceder ante los dioses, en nombre de la humanidad, principalmente para asegurar la perpetuación de la humanidad a través de su propia inmortalidad”.

La motivación fue la misma en el caso del entierro de Pakal. Sus súbditos construyeron el Templo de las Inscripciones como una oración por el renacimiento de su gobernante. El simbolismo religioso inscrito en la tapa de la tumba describe las escenas. Pakal está hacia arriba, directamente hacia el cenit, donde está un quetzal, como heraldo de la aurora y la salida del dios sol. La serpiente emplumada, es también llamada quetzal, se apoya en la parte superior de una cruz, que representa el árbol sagrado del maíz (o planta de maíz).

Continuará…

[1] Este es uno de los capítulos del libro Ruiz Noguez Luis, ¿Regresaron los dioses? Mitos y manías astroarqueológicas, (prólogo de Mario Méndez Acosta), México, 1991. (Sin publicar), actualizado al 2011.

[2] “Lugar de los que se desvanecen”. El reino de Ah Puch, “El Descarnado”. En ese lugar Pakal moriría definitivamente, es decir, se transformaría en energía de muerte. Como había fallecido de muerte natural, a Pakal le correspondía ir al Xibalbá, aunque su condición sagra­da le permitiría ascender al nivel terrestre y al cielo en algunas ocasiones. Otros como los que morían por alguna causa acuática, ahogados o calcinados por un rayo, iban al “Paraíso de la Ceiba”, un lugar de placeres terrenales, mientras que los sacrificados a los dioses y las mujeres muertas de parto tenían como destino el cielo, acompañando eternamente al Sol en su recorrido diario; porque el lugar del cuerpo dependía de la forma de morir y no de su conducta corpórea. Las faltas se castigaban en vida, generalmente con algunos años enfermedad.

http://marcianitosverdes.haaan.com/2011/02/la-lpida-de-palenque-primera-parte/

http://www.viajesconmitia.com/2010/04/21/el-astronauta-de-palenque/

Alberto Ruz Lhuillier descubridor de pacal en palenque,chiapas

Alberto Ruz Lhuillier De Wikipedia, la enciclopedia libre

Lápida de Pakal.Alberto Ruz Lhuillier (27 de enero de 1906, París, Francia - 25 de agosto de 1979, Montreal, Canadá) fue un arqueólogo francés nacionalizado mexicano. Destaca por sus exploraciones en las ciudades mayas de Mesoamérica, y especialmente por haber descubierto la tumba de Pakal el Grande en el Templo de las Inscripciones en Palenque, México.[1]

Ruz vivió en Francia y en Cuba antes de llegar a México, a los treinta años, habiendo estudiado en la Escuela Comercial de París y en la Universidad de La Habana. En 1936, adoptó la ciudadanía mexicana, y se graduó como arqueólogo en 1942, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Continuó estudiando postgrado en la UNAM, y recibió los títulos de Maestro y Doctor en 1945 y 1965, respectivamente.

A partir de 1940, se dedicó a la investigación arqueológica en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde fue jefe de la Zona Maya entre 1949 y 1958, y Director de exploraciones arqueológicas en Campeche, Yucatán y Palenque. En la UNAM, fue profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, y Director del Centro de Estudios Mayas. Fue miembro de varias instituciones académicas, entre otras de la Sociedad Mexicana de Antropología, de la Société des Américanistesde la Société Suisse des Américanistes y de la Society of American Archaeology.[1]

Memorial. En deferencia a los grandes servicios prestados al patrimonio cultural de México, sus restos descansan justo frente a la necrópolis que el mismo descubrió en Palenque, Chiapas.

http://mexicoinformaislam.blogspot.com/2011/03/alberto-ruz-lhuillier-descubridor-de.html

http://www.chiapas.gob.mx/ciudad-de-palenque

http://www.gantec.org/america/palenque-impresionantes-ruinas-mayas-en-mitad-de-la-selva-chiapaneca

Palenque es una ciudad maya, ubicada en lo que hoy es el estado mexicano de Chiapas, cerca del río Usumacinta. Es uno de los sitios más impresionantes de esta cultura. En comparación con otras ciudades mayas, se la considera de tamaño mediano: menor que Tikal o Copán, destaca por su acervo arquitectónico y escultórico.

El área descubierta hasta 2005 abarca 2,5 km², pero se estima que sólo se ha explorado menos de un 10% de la superficie total que alcanzó la ciudad, permaneciendo aún más de mil estructuras cubiertas por la selva. En 1981, Palenque fue designada "Zona Protegida". La Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1987.

Evolución del nombre

La ciudad estaba abandonada cuando tuvo lugar la Conquista de México en el siglo XVI. La primera visita de un europeo a Palenque fue la de Fray Pedro Lorenzo de la Nada en 1567. En aquel entonces la región era conocida por el pueblo Chol como Otolum, o "Tierra de Casas Fuertes"; por lo cual De la Nada lo tradujo como Palenque que significa "fortificación".

Palenque en la historia moderna

Redescubrimiento en el siglo XVIII

La comunidad de Santo Domingo de Palenque fue fundada en las cercanías de la zona arqueológica hacia el Siglo XVII. Sin embargo, no hay registros de que se hubiera prestado alguna atención a la ciudad abandonada, hasta 1773, cuando Ramón de Ordóñez y Aguilar la visitó, y reportó su visita al Capitán General de Guatemala. En consecuencia fue hecha una segunda visita al año siguiente, la cual determinó que las ruinas eran de alto interés, por lo que dos años después, el explorador y arquitecto Antonio Bernasconi fue enviado para detallar el lugar, acompañado por un contingente militar, encabezado por el coronel Antonio del Río. Cuando exploraban la ciudad abandonada, las tropas derrumbaron varios muros para poder acceder al interior de las construcciones, produciendo un daño considerable a las mismas. Bernasconi dibujó el primer mapa moderno de la ciudad, e hizo copias de algunos bajorrelieves.

Exploraciones durante el siglo XIX

En 1807, el dibujante Luciano Castañeda hizo más planos de la ciudad. Con la información de los reportes de las últimas expediciones, y conteniendo grabados basados en los documentos de Bernasconi y Castañeda, el primer libro sobre Palenque fue publicado en Londres en 1822, con el título Descriptions of the Ruins of an Ancient City, discovered near Palenque (Descripción de las ruinas antiguas descubiertas cerca de Palenque). En 1834, aparecieron dos publicaciones más basadas en las mismas fuentes.

Hasta principios del siglo XIX, se creía que las figuras plasmadas en la escultura y los bajorrelieves de Palenque, representaban egipcios, polinesios o a las diez tribus perdidas de Israel. En 1831, en el reporte de su visita a Palenque, el explorador militar Juan Galindo fue el primero en hacer notar que las figuras representadas en Palenque eran más parecidas a la población local.

En 1832, el anticuario, cartógrafo y explorador francés Jean Frédéric Waldeck pasó dos años en Palenque haciendo bosquejos que serían publicados en 1866. Mientras tanto, en 1840, el gobernador de las Honduras Británicas envió a Patrick Walker y Herbert Caddy; y luego a John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood a explorar la ciudad.

El fotógrafo francés Désiré Charnay tomó las primeras fotografías de Palenque en 1858, y regresó en 1881-1882. El explorador británico Alfred Maudslay fijó su campamento en Palenque en 1890, y tomó numerosas fotografías de las obras de arte e inscripciones, haciendo después moldes de papel y plástico de las inscripciones.

Exploraciones en el siglo XX

Hubo después varias expediciones, siendo quizás la más relevante la de Frans Blom en 1923, quien trazó mapas de la parte reconocida de la ciudad, además de otras áreas mucho menos exploradas, y a la postre envió su reporte al gobierno mexicano, con recomendaciones del trabajo que debía hacerse para la conservación de las ruinas.

El terreno adyacente a las pirámides era probablemente residencial, reservado para la clase poderosa en la sociedad maya.

Entre 1949 y 1952, el gobierno mexicano, mediante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), envió a un equipo de excavación e investigación, encabezado por el arqueólogo mexicano Alberto Ruz L'Huillier. Entre las contribuciones de este equipo, destaca el descubrimiento, bajo el Templo de las Inscripciones, de la tumba de Pacal el Grande (K'inich Janaab Pakal), considerada por muchos la tumba más importante hallada hasta la fecha en toda el área mesoamericana. El propio Ruz fue el primer ser humano en observar la tumba en más de mil años. Posteriormente, Jorge Ruffier Acosta encabezó otra expedición del INAH en la década de 1970. En esa misma década, el INAH construyó un museo arqueológico en la zona, llamado Museo de Sitio Dr. Alberto Ruz L'Huillier.

La inspiración de Merle Greene Robertson llevó a que, en 1973, tuviera lugar la primera de las Mesas Redondas de Palenque, una serie de encuentros de estudiosos de los mayas para discutir y examinar nuevos hallazgos. Robertson ha hecho contribuciones a la exploración de Palenque, principalmente en lo que respecta al registro de trazas de color en las esculturas. Las actividades de investigación arqueológica han sido prácticamente ininterrumpidas. Sin embargo, un hecho a destacar es que las actividades de las Mesas Redondas fueron retomadas en 1995; cuando se llevó a cabo la Primera Mesa Redonda de Palenque (nueva época).

Historia del Palenque maya

La información disponible es producto de las investigaciones arqueológicas pasadas y presentes, y como tal, nuevos datos surgen continuamente, lo cual lleva continuamente a la evolución de las hipótesis establecidas. La información presentada en este artículo resume la perspectiva que se tiene a principios del siglo XXI sobre Palenque.

Datos generales

El Palacio.

Se cree que los mayas fundaron Lakam Ha durante el período Formativo (2500 a. C. - 300 dC), alrededor del 100 a. C., como una aldea predominantemente agricultora, y favorecida por los numerosos manantiales y corrientes de agua de la región.

La población creció durante el período Clásico Temprano (200-600), hasta ser una ciudad, llegando a ser la capital de la región de B'akaal (hueso), comprendido en la zona de Chiapas y Tabasco, en el período Clásico Tardío (600-900). La más antigua de las estructuras que han sido descubiertas fue construida alrededor del año 600.

B'akaal fue un centro importante de la civilización maya entre los siglos V y IX, durante los cuales alternó épocas de gloria y de catástrofe, de alianzas y guerras. En más de una ocasión hizo alianzas con Tikal, la otra gran ciudad maya de la época; en especial para contener la expansión del belicoso Calakmul, también llamado "Reino de la Serpiente". Calakmul resultó victorioso en dos ocasiones, en 599 y 611.

Los gobernantes de B'akaal proclamaban que el origen de su linaje venía del pasado remoto, algunos inclusive jactándose de provenir de tiempos prehistóricos, llegando a la creación del mundo actual, que, en la mitología maya, fue en el año 3114 a. C. Las teorías arqueológicas modernas especulan que la primera dinastía de sus regidores fue probablemente olmeca.

Período clásico temprano

El primer Señor de B'akaal (llamados Ajaw) de quien se tiene información fue K'uk B'alam (Quetzal Jaguar), a veces llamado Gran Señor de Toktan,1 quien gobernó durante cuatro años a partir del año 431. Después de él, llegó al poder un ajaw apodado Gasparín2 por los arqueólogos. Los dos siguientes ajaw eran probablemente hijos de Gasparín. Se supo poco acerca del primero de ellos, B'utz Aj Sak Chiik, hasta que, en 1994, fue hallado un tablero describiendo un ritual hacia el ajaw. El mismo tablero menciona a su sucesor Ahkal Mo' Naab' I como un joven príncipe, por lo cual se especula que había una relación de parentesco entre ellos. Por razones desconocidas, Ahkal Mo' Naab' I tuvo gran prestigio, pues los Señores que lo sucedieron se mostraban orgullosos de ser sus descendientes.

Al morir Ahkal Mo' Naab I en 524, hubo un vacío de cuatro años, antes de que el siguiente ajaw fuera coronado en Toktán en 529. K'an Joy Chitam I gobernó durante 36 años. Sus hijos Ahkal Mo' Naab' I y K'an B'alam I3 gobernaron en sucesivos períodos, con un período intermedio donde se desconoce si hubo un ajaw, y el nombre de éste. K'an B'alam I fue el primer ajaw que utilizó el sobrenombre Kinich, o gran sol, el cual fue utilizado por los Señores subsecuentes. Fue sucedido en 583 por Yol Iknal, quien se cree fue su hija. Las inscripciones halladas en Palenque documentan una batalla ocurrida bajo su gobierno, en la cual tropas de Calakmul invadieron y saquearon Palenque, un hecho militar sin precedentes conocidos. La batalla y saqueo ocurrieron el 21 de abril de 599.

Una segunda victoria de Calakmul ocurrió casi exactamente doce años después, en 611, bajo el gobierno de Sak K'uk, una forastera de sangre real, que fue consagrada gran Dama y madre de Pacal el Grande. En esta ocasión, el ajaw de Calakmul entró personalmente a Palenque, consolidando el significativo desastre militar, el cual fue seguido por una época de desorden político. La destrucción fue tal, que en 615 (año en que K'inich Janaab' Pakal sube al trono) comienza una de las etapas constructivas más importantes de esta Ciudad.

Período clásico tardío

B'aakal comenzó el período Clásico tardío sumido en el desorden provocado por las derrotas ante Calakmul. Los textos escritos en 613 son pesimistas: "perdida está la divina señora, perdido está el rey", y cuentan que algunos ritos fundamentales no han sido realizados. No se han hallado menciones al gobernante en turno.

Relieve en estuco.

Se cree que tras la muerte de Aj Ne'Ohl Mat, asumió el poder un hombre llamado Janaab Pakal, a veces llamado Pakal I gracias a un acuerdo político. Janaab Pakal asumió las funciones del ajaw pero nunca fue coronado; y fue sucedido en 612 por su hija, la Señora Sak K'uk, quien gobernó por sólo tres años.4 Se considera que la dinastía fue refundada a partir de entonces, pues B'aakal retomó el camino de la gloria y el esplendor.

Su hijo es el más conocido de los señores mayas, K'inich Janaab' Pakal, también llamado Pacal el Grande. A partir de los doce años de edad, reinó en Palenque de 615 a 683. Conocido como el protegido de los dioses, llevó a Palenque a nuevos niveles de esplendor, a pesar de haber llegado al poder cuando la ciudad vivía un período de decadencia. Pacal el Grande se casó con la princesa de Oktán en 624 y tuvo dos hijos.

Durante su gobierno, se construyeron la mayoría de los palacios y templos de Palenque; la ciudad floreció como nunca antes, eclipsando a Tikal. El conjunto central, conocido como El Palacio, fue ampliado y remodelado en varias ocasiones, notablemente en los años 654, 661 y 668. En esta estructura, se encuentra un texto describiendo que en esa época Palenque estaba aliado nuevamente con Tikal, y también con Yaxchilán, y que se realizó la captura de seis Señores enemigos de la alianza. No se ha podido traducir mucho más detalle del texto.

Ruinas de Palenque.

Después de la muerte de Pacal el Grande en 683, su hijo mayor K'inich Kan B'alam asumió como Señor de B'aakal; y éste fue sucedido en 702 por su hermano K'inich K'an Joy Chitam II. El primero continuó las obras arquitectónicas y escultóricas que había iniciado su padre, además de terminar la construcción de la famosa tumba de Pacal el Grande. Además, comenzó ambiciosos proyectos, como el Conjunto de las cruces. Gracias a las numerosas obras comenzadas durante su gobierno, hoy se tienen retratos de este ajaw, hallados en varias esculturas. Su hermano lo sucedió continuando con el mismo entusiasmo constructor y artístico, reconstruyendo y ampliando el costado norte del Palacio. Gracias al reinado de estos tres Señores, B'aakal tuvo un siglo de crecimiento y esplendor.

En 711, Palenque fue asediado por el reino de Toniná, llevando prisionero al anciano Señor K'inich K'an Joy Chitam II. No se sabe el destino final del ajaw, y se presume que fue ejecutado en Toniná. Durante diez años hubo un período sin ajaw, hasta que K'inich Ahkal Mo' Nab' III fue coronado en el año 722. Aunque el nuevo señor pertenecía a la realeza, no hay certeza de que fuera heredero directo de K'inich K'an Joy Chitam II. Se cree, por tanto, que esta coronación supuso una desviación en la línea dinástica; y probablemente K'inich Ahkal Mo' Nab' III llegó al poder tras haber dedicado esos años al cabildeo y el forjado de alianzas políticas. Este ajaw, su hijo y su nieto, gobernaron hasta finales de siglo. Poco se ha sabido acerca de esa época, salvo que, entre otros eventos, Toniná continuaba en pie de guerra, y en esta ciudad hay jeroglíficos que registran una nueva derrota de Palenque.

El abandono de Palenque

P'aakal estuvo constantemente presionado durante el siglo VIII, del mismo modo que ocurrió con otras ciudades mayas del período clásico. Wak Kini Janaab' Pakal, también llamado Pacal IV, comenzó a gobernar en 799, y después de él, se pierden los rastros de la dinastía de Palenque. Poco después del año 800, no hubo nuevas construcciones en el centro ceremonial. Aunque se sabe que a principios del siglo IX B'aakal ocupaba una posición que aún era respetable e influyente en el área, la emigración y el abandono ya habían comenzado. Lakam Ha continuó habitada por unas cuantas generaciones dedicadas a la agricultura, y el lugar fue siendo abandonado paulatinamente, al tiempo que la selva avanzaba sobre él. Para el siglo XVI, la región apenas estaba habitada.

http://es.wikipedia.org/wiki/Palenque_(zona_arqueológica)

El Templo de las Inscripciones o Templo I, és un templo ceremonial-funerario construido en el año 675 d.c. por la civilización maya, siendo la edificación más alta y de más importancia de las construcciones de la antigua ciudad del período maya-clásico-tardío, Lakam Ha, capital de la región de B'akaal, situada actualmente en el estado mexicano de Chiapas, cerca del Río Usumacinta.

Historia

Fue construido, bajo el reinado de K'inich Janaab' Pakal o Pacal el Grande, también llamado Pacal y Pacal Escudo, (603 d. C.- 683 d. C.), y finalizado por su hijo K'inich Kan B'alam II, Chan Bahlum o Chan Bahlum II, fue concebido únicamente para glorificar al mandatario Pakal en vida y albergar su cuerpo cuando muriera, en el año 1952, el doctor-arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier, descubrió la tumba secreta del templo, y para acceder a ella había que descender por una escalera interior dividida en dos tramos, la entrada a la cripta se encuentra 1,50 metros debajo del nivel del suelo, en el año 1949 fue descubierto un altar circular tetrápode frente al templo, concretamente al pie de la escalinata.

Arquitectura

Ubicación: Situado en la Gran Plaza de la Zona arqueológica de Palenque en un cerro con pendiente natural.

Altura: 22,8 metros

Forma: piramidal-escalonada, con 8 cuerpos o plataformas y una escalarera que recorre el templo hasta la parte superior.

Material: piedra monolítica.

Consta de dos cámaras: la primera es un pórtico con cinco entradas y la segunda tiene un cuarto central y dos laterales.

La estructura exterior está decorada con relieves hechos en estuco.

En el interior del templo, una baldosa cubría la escalinata que descendía dentro de la pirámide, que en dos tramos, llegaba a la cripta funeraria de Pacal el Grande.

En el interior del templo estaba la tumba real de Pacal, y en su interior se encontraron una máscara de mosaico de jade, discos de jade que formaban una diadema, orejeras, anillos, collares y pulseras todo ello de jade.

En sustrato anterior al acceso a la cripta, se halló un enterramiento colectivo, con seis cuerpos amontonados, en un precario estado de conservación.

Los jeroglíficos interiores detallan la historia de la dinastía dirigente en la ciudad, y la vida del gobernante Pacal el Grande, así como la banda celeste y una serie de deidades mayas.

Originariamente estaba pintado de rojo, con zonas azules y amarillas.

Al pie de la escalinata se sitúa un altar circular tetrápode.

http://es.wikipedia.org/wiki/Templo_de_las_Inscripciones_(Palenque)

http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1172653&page=2

http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=568087&page=221

http://www.delange.org/PalenqueRuins/PalenqueRuins.htm

http://blog.mexicodestinos.com/2012/02/ruta-ecoturistica-chiapas-lagos-y-cascadas/

jueves 30 de septiembre de 2010

El presunto "astronauta" de Palenque.

El astronauta de Palenque es uno de esos clásicos del mundo del misterio que parece insumergible, a pesar de que ha sido objeto de explicación racional en numerosas ocasiones. Sin embargo, su estampa como posible evidencia de la existencia de astronaves o aeronaves en las civilizaciones antiguas planea por infinidad de publicaciones modernas y páginas de internet. ¿Tiene algún fundamento esta interpretación?

Sumerjámonos en el "enigma".

En 1949 el arqueólogo Alberto Ruz de L’Huiller descubrió en un templo centroamericano una escalera de cuarenta y cinco escalones al final de la cual había un sello oculto que daba a una gran piedra triangular.

Observó entonces una zona rellena de pedruscos y cal, que al abrirla daba acceso a una espaciosa cámara. La cripta contenía una gigantesca lápida tapando el sarcófago donde yacía el después denominado señor de Pakal.

Esta lapida tenía unas medidas de 3,80 metros de largo, 2,20 metros de ancho y un espesor de 25 centímetros, con un peso aproximado de 5 toneladas. Custodiaba el citado cadáver que medía 1,70 metros de altura y mantenía la cabeza protegida con una mascarilla de jade, lamentablemente rota.

A partir de aquí comenzaron las especulaciones más peregrinas sobre la figura en relieve que aparecía en la lápida. De ella se ha dicho que reproduce la figura de un hombre con atuendo maya, en una posición semiacostada en una especie de silla con cinturón de seguridad y con los pies apoyados en unos pedales y controles al frente y una gran cantidad de tornillos, resortes, caños, tableros y palancas de mando. También, que en 1969 la NASA encontró 16 puntos coincidentes entre el dibujo de la lápida y el módulo de mando de una cápsula espacial contemporánea.

Entre estas coincidencias resultaría que:

- En la nariz de Pakal se puede observar una especie de aparato que serviría como respirador y cumpliría la función del casco de un astronauta.

- En la parte delantera se identifica un salpicadero de mandos con botones y palancas.

- El cabello de este personaje se mantendría ingrávido, como el de un astronauta sin el casco.

- En la parte trasera de su vehículo se distinguen claramente las llamas producidas por las toberas de la nave.

¿Qué hay de cierto en todas estas especulaciones? En el programa de Dimensión Insólita del 26 de Febrero de 2010 contamos toda la verdad acerca de uno de los tópicos del misterio más veces repetidos y publicados.

El primer paso sería localizar otras composiciones iconográficas similares que estén en el mismo lugar de Palenque, pero que no sean sospechosas ni evoquen a ninguna astronave.

Se trata de dos Tableros con la Cruz foliada de Palenque, donde aparece relatado el nacimiento de la primera pareja divina. El Primer Padre llamado Hun-Nal Yel “Uno-maíz-revelado” nació en una fecha que equivale al 16 de junio de 3122 a.C. La Primera Madre nació 540 días después. A los seis años tuvo lugar la creación. Según las inscripciones que acompañan la imagen se hizo visible la imagen del Cielo Acostado, el Primer Lugar de las Tres Piedras. Más tarde, Hun Nal Yel entró o se convirtió en el cielo. De este modo, el Primer Padre separó el cielo de la tierra, quedando el Árbol del Mundo, el Wak Chan, en el centro de ambas divinidades como puede identificarse claramente en ilustración. A partir de aquí comenzó el Orden espacial y temporal del Cosmos. Ese árbol primigenio fue esquematizado como una cruz que nacía del Mostruo de la Tierra y que tenía los brazos formados por dos serpientes bicéfalas que representan al dragón. Todo el conjunto acababa coronado por el pájaro celestial Itzamnaaj.

Hasta aquí una interpretación mitológica de lo más convencional, sin asomo de pilotos ni extraterrestres. Eso sí con el atractivo que ofrecen siempre este tipo de creencias precolombinas.

Ahora aislemos del conjunto a uno de los ejes centrales o Árbol del Mundo.

Y pongamos al presunto “astronauta de Palenque” o señor de Pacal en la posición correcta para realizar su lectura. Es decir, en vertical y con el personaje mirando a las alturas.

Finalmente, pongamos una imagen al lado de la otra y busquemos las coincidencias más evidentes.

La interpretación final de la lápida de Palenque ahora cobra pleno sentido. Estamos ante la caída del señor de Pacal al inframundo y a la vida después de la muerte. El análisis ofrecido por Dorsinfang-Smets en su obra de, nada menos, que el año 1964, L’Amerique précolombienne, no da pie a muchas dudas interestelares:

Un hombre con rostro grave y sereno cubierto de joyas descansa, con el torso inclinado hacia atrás, en un altar formado por una máscara del mostruo de la tierra. Detrás de él o con más probabilidad de su propio cuerpo, surge el arbol de vida cruciforme. Este sacrificado, con el pecho abierto del que sale bien un símbolo cruciforme, bien un inmenso grano de maíz que germina, lo encontramos en los manuscritos y en las estelas. Tenemos también en este caso la evocación del credo habitual: la víctima da su vida para que exista la vida. En los brazos de la cruz ondulan dos cabezas y de sus mandíbulas salen figuras mitológicas. Y coronando el conjunto, el quetzal.

Tres buenas coincidencias bastan, por tanto, para desenmascarar el misterio. De las 16 formuladas por la Nasa ni rastro. Me pregunto si en ese presunto estudio realizado por la Agencia estadounidense, también se midieron el número de puntos que no coincidían con el módulo de mando de una nave aeroespacial. Sospecho que serían casi incontables.

Puede verse en este enlace una explicación más detallada y en clave cultural maya de esta lápida:

http://www.mayadiscovery.com/ing/archaeology/palenque/tomb/

Y navegar por cada uno de sus significados en esta otra página complementaria de la anterior:

http://www.mayadiscovery.com/ing/archaeology/palenque/tomb/pakal.html

También en el excelente e imprescindible libro de Henri Broch, Los Fenómenos Paranormales. Una reflexión crítica, Crítica, 1987, pp. 27-40 puede encontrarse un análisis detenido de cómo se gestó y difundió este falso misterio.

De todas formas, si todavía tenemos la necesidad de encontrar tripulantes aeroespaciales en templos antiguos, podemos consolarnos con el astronauta existente en una de las portadas de la Catedral medieval de Salamanca. Aquí seguro que la Nasa certificaría mil coincidencias y no sólo las 16 de Palenque. Pero esta sí que es otra historia.

http://misteriosquenuncadebieronserlo.blogspot.com/2010/09/el-astronauta-de-palenque.html

http://chapatyporlapaty.blogspot.com/2007/10/ruinas-de-palenquechiapasmexico.html

Vídeo:

Web recomendada: http://www.gobiernodigital.inah.gob.mx/mener/index.php?id=28

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