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Catedral de León

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Tipo: Edificios Religiosos

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Continente: Europa

País: España

Localización: León

Año: 1280

Estado: Terminado

Descripción:Catedral de León

La Pulchra Leonina, como así se llama a la Catedral de León es, cronológicamente, la tercera gran seo del gótico clásico en la Corona de Castilla, iniciándose en la segunda mitad del siglo XIII.

Una de las características de la catedral de León es sus grandes ventanales

Fases constructivas

El gran edificio gótico que vemos actualmente reemplazó a otra templo de estilo románico - inferior en tamaño- que se edificó junto a la muralla en el siglo XII. Este lugar, a su vez, fue ocupado por unas termas romanas del siglo II.

Hacia 1275 se inició la fábrica gótica durante el obispado de Martín Fernández, aunque el proyecto nació durante el obispado anterior. En sus comienzos, la construcción fue dirigida por el Maestro Simón, y posteriormente sabemos que trabajó allí el Maestro Enrique, que también intervino en Burgos, y que murió en el año 1277. Después aparece un nuevo maestro burgalés, Pérez, que recogió la herencia del maestro Enrique y que trabajó hasta finales del siglo XIII.

En el año 1301 la obra se acaba lo principal del edificio.

A finales de siglo XIII y primeras décadas del siglo XIV se construyó el claustro. Por su parte las torres se rematan posteriormente al siglo XVI.

En el siglo XVII algunas bóvedas del edificio se desploman y se construye una cúpula barroca sobre el crucero y un siglo después se añaden pináculos para asentar en brazo sur del transepto.

En el siglo XIX Juan Madrazo, arquitecto medievalista y conocedor de la arquitectura gótica, elimina la citada cúpula barroca y hace un proyecto basándose en Viollet-Le-Duc para reconstruirlo en gótico. Este proyecto lo realizó finalmente Demetrio de los Ríos. En el 1901 se abrió de nuevo la catedral.

Arquitectura

Sin duda, la catedral de León es la más "francesa" de las grandes catedrales góticas españolas del siglo XIII. Su relación con la catedral de Reims es evidente en la planta y Amiens y Beauvais, en el alzado.

La planta de la catedral muestra tres naves configuradas con tramos barlongos y transepto desarrollado más cabecera rodeada de girola simple, configurada con tramos trapezoidales y con capillas radiales.

Las naves de la catedral de León se cubren con bóveda de crucería cuatripartita en tramos rectangulares. El crucero lo hace con una bóveda cuatripartita, que sustituyó a la cúpula barroca del siglo XVII en las obra acometidas a finales del siglo XIX con el fin de guardar coherencia con el resto de la construcción.

Por su parte, las torres se encuentran desplazadas al exterior, flanqueando el hastial occidental sin colocarse sobre las naves laterales

Siendo bello el exterior, con las portadas del Juicio Final, San Juan y San Francisco o el desarrollo de sus grandes torres, lo más celebrado de la catedral de León es sin duda la desmaterialización de los muros en vidrieras policromadas.

Para ello se cumple aquí el concepto de "alzado tripartito" es decir, la sucesión vertical de tres niveles en la nave principal: arcos formeros, triforio o estrecho pasillo sobre las naves laterales calado al exterior y ultimo piso o claristorio, con vanos amplísimos de vidrieras.

Una de las características de la arquitectura de la catedral de León que le añade espectacularidad al conjunto de vidrieras es que el triforio se cierra al exterior no con muro de piedra sino con vidrieras, enlazando con el ventanal superior. Este caso es propio del del gótico radiante francés de finales del siglo XIII.

La cabecera también participa del proceso de desmaterialización al poseer triforio en alzado. Afortunadamente, esta cabecera se puede observar perfectamente desde al exterior por lo que se aprecian las estructuras del conjunto, con sus contrafuertes y arbotantes.

Como es propio de la arquitectura gótica, la escultura desaparece del interior del templo, donde los capiteles son anicónicos y sale al exterior, a las grandes y monumentales fachadas y puertas.

En concreto, conjuntos escultóricos se han conservado en la fachada occidental, y las puertas de los brazos del transepto, tanto sur como norte, aunque en este último caso no es visible desde el exterior.

El arco cronológico de estos complejos escultóricos abarca desde 1265 hasta 1300. Sin embargo, hay que prevenir al visitante que, incluso dentro de la misma puerta, las fechas de las esculturas pueden distar décadas. Además, algunas estatuas de las jambas fueron renovadas en el siglo XV, momento de gran actividad artística en León.

La fachada occidental tiene tres grandes puertas y dos estructuras intermedias. Básicamente, podemos decir que el principal protagonismo de la iconografía escultórica recae sobre la Virgen María. Sabido es que el gótico clásico confiere a la Madre de Dios un gran protagonismo, al que no es ajeno la devoción que un siglo antes manifestó hacia ella Bernardo de Claraval.

La puerta central de esta fachada oeste se llama de la Virgen Blanca y está dedicada al Juicio Final, pero sin olvidar la devoción mariana, como luego veremos.

En el tímpano se esculpió la escena del Juicio Final presidiendo la escena Cristo hombre mostrando las llagas de sus manos y costado. Al lado, ángeles portan los instrumentos de la pasión y en los costados la Virgen María y San Juan ruegan por los hombres en el juicio que va a comenzar (Deesis).

En el dintel aparece la Psicostasis y a ambos lados de San Miguel los bienaventurados y los condenados. El fragmento con quienes esperan entrar en el Paraíso muestra a algunos reyes y frailes mendicantes junto a un ángel que toca el órgano. El sector de los condenados muestra demonios arrojando a los pecadores a dos ollas con agua hirviendo y tres cabezas de rasgos monstruosos devorando cuerpos.

Esta iconografía tiene su precedente inmediato en la Puerta de las Tornerías de la catedral de Burgos y en todo lo realizado en Francia durante el siglo XIII.

Lo habitual en este tipo de portadas en que en el parteluz aparezca la figura de Cristo y la de los Apóstoles en las jambas. Sin embargo, en el caso que nos ocupa aparece la Virgen Blanca con el Niño en las manos. El original de esta escultura es de gran calidad y actualmente se guarda en el interior de la catedral para evitar su deterioro. La que vemos es una buena réplica. Esta escultura se realizó entre 1265 y 1280.

Puerta de San Juan

La puerta norte o Puerta de San Juan se construye entre 1275 y 1280. En el tímpano se muestra el Ciclo de la Natividad de Jesús: Visitación, Nacimiento, Adoración de los Pastores, Herodes, Epifanía y Matanza de los Inocentes, con un gran sentido de la narratividad.

Tímpano de la Puerta de San Juan

En las Arquivoltas aparece una alusión del árbol de Jessé, en relación con la genealogía de Cristo e historias relacionadas con la vida de San Juan Bautista, de hay el nombre de la puerta.

Puerta de San Francisco

La Puerta de San Francisco es la puerta sur de esta fachada occidental. En la puerta mariana por excelencia de la catedral, al estar dedicada exclusivamente a la Virgen. Posee una cronología tardía (1275-1285). El tímpano está dividido en dos registros, como en la catedral de Senlis.

Coromación de la Virgen, en la puerta de San Francisco de la Catedral de León

El registro inferior muestra la muerte de la Virgen. Aparecen los Apóstoles dispuestos a enterrarla.

En el registro superior aparecen dos ángeles coronando a la Virgen. María aparece junto a Cristo que la bendice en un trono y ambos están rodeados por ángeles. Se trata pues, de un programa mariano lógico y coherente, ya utilizado en Francia.

En esta fachada sur se abre una triple puerta visible accesible desde el exterior.

La portada central se llama Puerta de Sarmental. Su iconografía está ligada a la visión apocalíptica de San Juan con el Todopoderoso flanqueado por los símbolos del Tetramorfos, que se encuentra en el tímpano. Además, también los cuatro evangelistas aparecen en los extremos con su iconografía humana escribiendo sus relatos evangélicos.

Es obvio que se trata de una transposición de la puerta del Sarmental de la catedral de Burgos, que posee muchas conexiones con León, pero con un estilo muy diferente, aunque la iconografía es la misma, lejos del estilo clásico de Amiens, Reims y del mismo Burgos. Esta portada se realiza entre 1265 y 1275, comenzándose antes incluso que la fachada occidental de la misma catedral.

Por su parte, la puerta este, llamada Puerta de San Froilán, muestra en su tímpano escenas de la vida del santo, su muerte y el traslado de sus reliquias a la catedral leonesa.

Esta portada tuvo gran importancia en la Edad Media pues por ella entraba el obispo, al estar situado enfrente el Palacio Episcopal. Además, también era empleada por todos los peregrinos que entraban por una puerta de la muralla cerca de la catedral para visitar los restos del santo.

Puerta de la Muerte

La puerta oeste se denomina Puerta de la Muerte y está inacabada ya que no posee decoración en el tímpano, sólo en las arquivoltas y jambas.

Esta puerta posee una decoración heráldica, ya que estaba relacionada con Fernando de la Cerda, primogénito de Alfonso X el Sabio, heredero al trono.

La decoración heráldica pone de manifiesto la buena relación entre la Monarquía y la Iglesia, ya que el obispo de León fue padrino de su boda.

Si embargo, Fernando de la Cerda murió joven, motivo probable por el que, tras su fallecimiento, la puerta quedaría inacabada.

El nombre de Puerta de la Muerte procede de una figura de un esqueleto con alas, colocado en época posterior en una de las ménsulas.

Puerta de la Virgen del Dado de la fachada del transepto norte

Se trata de un conjunto no visible desde el exterior sino desde el interior del claustro, y que consta de una sola puerta denominada de la Virgen del Dado.

Se lleva a cabo en la última década del siglo XIII y conserva importantes partes policromadas. Muestra en el tímpano una estatua de Cristo de pie dentro de una mandorla, rodeada por ángeles. Las jambas llevan estatuas de apóstoles y la escena de la Anunciación. El parteluz muestra a la Virgen María con el Niño.

El tema de la Anunciación de las jambas depende de la Puerta del Claustro de Burgos, aunque con un estilo diferente.

Conclusión

Sin desmerecer el gran valor de otros edificios españoles, nuestra opinión -y la de la mayoría de los especialistas- es que si se desea conocer el espíritu que animó el arte gótico del siglo XIII en Europa -sobre todo a nivel de arquitectura- se ha de visitar el interior de esta preciosa catedral.

León, la vieja ciudad romana y medieval, no se podría reconocer hoy sin la estampa de este magnífico edificio.

http://www.arteguias.com/catedral/leon.htm

http://www.artehistoria.jcyl.es/tesoros/monumentos/459.htm

LA CATEDRAL DE LEÓN

Construida sobre el solar de unas termas romanas del siglo II, que fueron convertidas en palacio real por Ordoño II en el siglo X. Este palacio se donó luego a la Iglesia para erigir una basílica que el obispo don Pelayo reedificó de 1065 a 1073. En los primeros años del siglo XIII hubo necesidad de transformar el templo que resultaba insuficiente, por lo que se acometió la construcción del edificio actual.

Siguiendo el esquema del maestro Enrique, que ya había trabajado en la catedral de Burgos, se inician la obras a mediados del siglo XIII. Hay constancia de que en 1258 se estaba edificando la cabecera de lo que habría de ser un perfecto modelo del arte gótico, que quedaría concluido en el mismo siglo por el maestro Juan Pérez. Aunque en 1288 la catedral estaba ya abierta al culto, las obras continuaron durante todo el siglo siguiente e incluso durante el XV, en cuya época se concluyó la torre del reloj.

Presenta tres naves de cinco tramas, crucero resaltado en planta y girola con cinco capillas.

A los pies, flanqueada por dos torres, se abrieron tres puertas, en los que se talló uno de los conjuntos más excepcionales de la escultura gótica.

La gran fachada occidental está formada por dos torres, la de las Campanas y la del Reloj, que flanquean el pórtico abocinado con rica decoración escultórica, en el que trabajaron el maestro Enrique, Juan Pérez y Pedro Cibriánez. Lo componen cinco arcadas desiguales que preceden a las tres portadas; la central está presidida desde el parteluz por una copia de la imagen de la Virgen Blanca, cuyo original se encuentra en el interior del templo. A cada lado de la puerta hay tres esculturas de apóstoles, sobre los que cabalgan las tres arquivoltas decoradas con figuras que representan el Juicio Final, tema que ocupa la parte inferior del tímpano de la portada, y sobre el que se ve al Salvador como Juez Universal, flanquado por ángeles con símbolos de la Pasión, la Virgen y San Juan; las puertas de madera son del siglo XVI. Junto a la torre de las Campanas se encuentra la portada de San Juan, también flanquado por esculturas de santos, profetas y reyes, y en cuyo tímpano, apoyado sobre un dintel adornado con ángeles músicos, se desarrollan varias escenas evangélicas; también las puertas son renacentistas. El hastial central está adornado con el espléndido rosetón de la Gloria, que destaca sobre los ventanales del triforio.

Existen dos fachada laterales, la meridional se compone de un triple pórtico; la portada central es la llamada de San Froilán, la de la derecha todavía conserva restos de la policromía original; las tres arquivoltas están decoradas con ángeles y el tímpano con relieves alusivos posiblemente a la historia del santo obispo.

La otra portada lateral, llamada de la Muerte, aparece ornamentada con castillos, leones y decoración vegetal.

El ábside se apoya sobre la parte oriental de la antigua muralla y forma una auténtica sinfonía de ventanales, contrafuertes, arbotantes y pináculos.

La colección de vidrieras es única y alcanza el número de de 737, con una superficie de más de 1.765 metros cuadrados. Hay vidrieras de los siglos XIII al XX, algunas de ellas según cartones del pintor Nicolás Francés, del siglo XV.

El retablo mayor actual es un pequeño resto del que en la primera mitad del siglo XV realizara Nicolás Francés, uno de los mejores representantes del estilo gótico internacional en Castilla. Desde 1724 hasta la restauración del templo, a fines del siglo XIX, ocupó su lugar un gran retablo barroco realizado por Simón Gavilán Tomé y su sobrino Narciso Tomé, que luego fue

trasladado al convento de san Francisco. En el altar mayor se encuentra la doble arca de San Froilán, de madera chapada en plata, con bellos relieves renacentistas, que realizó en 1519 el orfebre Enrique de Arfe.

El coro, uno de los más antiguos de España; fue ejecutado en la segunda mitad del siglo XV por el flamenco Jusquín, si bien la talla de las sillas de nogal corrió a cargo del imaginero Juan de Malinas y de Diego Copin de Holanda. En los ángulos de la sillería alta y en los de la baja se añadieron, en el siglo XVI, unos tableros de Bautista Vázquez.

Las puertas de los corillos y los cuatro tableros de la parte delantera fueron añadidos en el siglo XVIII por Narciso Tomé. Está dividido en dos coros; el del obispo, en el lado

de la epístola, y el del Rey, en el del evangelio; el coro bajo muestra escenas del Antiguo Testamento y el alto está ocupado en su mayor parte por santos. El trascoro fue realizado en el siglo XVI por Esteban jordán, a quien pertenecen lo relieves que lo adornan; el hermoso crucifijo de remate es obra de Bautista Vázquez.

Las capillas guardan buenas piezas artísticas de diferentes épocas y estilos: entre ellas cabe citar la de San Francisco, con una magnífica pila bautismal renacentista de Juan de Badajoz; la del Dado, con pinturas de Nicolás Francés y una buena talla de San Sebastián, de Bautista Vázquez; la Libería o capilla de Santiago, buen ejemplo del gótico florido, construida por Juan de Badajoz en 1492 y decorada con vidrieras de Diego de Santillana en 1507; la de la Virgen del Camino, con sepulcros góticos y un lienzo del Salvador, de Diego Valentín Díaz, frente a la cual se encuentra el rico sepulcro del rey Ordoño II, de fines del siglo XII y ampliado en el XV. En el crucero hay un gran retablo de fines del siglo XV que procede de Quintanilla del Olmo (Zamora). En el oratorio se conserva un retablo de Churriguera, fechado en 1729. El vestíbulo que da paso al claustro está decorado con esculturas románicas pertenecientes al primitivo templo.

El claustro tiene dos partes, una gótica del siglo XIII y otra renacentista realizada en 1540 por Juan de Badajoz. Se accede a él a través de una portada gótica con puertas de nogal decoradas con relieves de gran calidad, como el de la anunciación que sido atribuido a Juan de Juni. En el claustro hay varias pinturas murales al temple realizadas por Nicolás Francés, numerosos sepulcros góticos y un altar plateresco que ejecutó Juan de Badajoz. Una gran escalera plateresca del mismo artista conduce a la sala capitular.

El Museo catedralicio, instalado en las dependencias capitulares con acceso desde el claustro, atesora una buena colección artística integrada por una notable escultura gótica del rey Ordoño II; varios ricos códices, entre los que sobresalen el antifoniario mozárabe del siglo XI y la Biblia y tablas y esculturas de varios estilos. Incluye también el museo una sección de prehistoria, donación en su mayor parte de D. Eugenio Merino y compuesta por hachas pulimentadas, utillajes líticos tallados, materiales de la Edad del Bronce y del Hierro, así como numerosos restos de época romana, muchos de ellos procedentes del subsuelo de la propia catedral.

El archivo catedralicio es también uno de los más ricos de España en Códices y documentos de todas clases.

http://acacia.pntic.mec.es/~mgodos/catedral.htm

PULCHRA LEONINA

Hacia 1230 la vieja ciudad romana de Legio ha perdido parte de su pasado esplendor. Si antes fue el centro pólítico del reino astur-leonés ahora, tras la definitiva unión de la corona de León con la de Castilla durante el reinado de Fernando III, pasará a ocupar un lugar secundario ante la preeminencia de las ciudades de Burgos y Toledo. Existía por entonces en León una catedral románica, sustituta de otra anterior, levantada a su vez sobre unas termas de origen romano. Así que fueron el cabildo catedralicio y el obispo local quienes protagonizaron los esfuerzos por levantar una nueva catedral, más grande que la anterior, que proclamase a la cristiandad la importancia tanto de la propia sede episcopal como de la misma ciudad, enclavada además en una de las rutas de peregrinación más importantes de la época, el camino francés a Santiago de Compostela.

Las obras del nuevo templo debieron iniciarse hacia 1254 y en lo sustancial estaban ya concluidas en torno al año 1285, un plazo inusitadamente breve para la construcción de una catedral gótica, que sólo se explica si tenemos presentes los apoyos recibidos por parte de la corona (Alfonso X) y del papado. Los datos sobre los maestros constructores no son lo suficientemente claros, aunque las fuentes citan fundamentalmente a tres de ellos. El primero es el maestro Simón, citado en 1261,originario tal vez de la región de Champaña. Le sigue el Maestro Enrique, de quien sabemos que intervino también en las obras de la catedral de Burgos y cuyo origen probablemente era también francés. Fue él quien dirigió las obras del templo hasta su muerte en 1277, cuando fue sustituido por el tercer maestro, Juan Pérez. En todo caso, con posterioridad al siglo XIII se realizaron nuevas obras, como el claustro anexo al templo o el remate de las torres de la fachada. Además, en el siglo XIX se llevaron a cabo tareas de restauración de tal magnitud que supusieron despojar al edificio de muchos de los añadidos que había ido recibiendo con el paso de los siglos, tratando de devolver a la catedral una pureza gótica que quizás solo poseyó en sus momentos iniciales.

Sea como fuere, esta pulchra leonina posee una característica que la singulariza entre todas las catedrales del gótico hispánico: su concepción sigue bien de cerca los modelos del gótico francés, de ese estilo radiante que alcanza en la Santa Capilla de París su máxima expresión y cuya mayor obsesión es desmaterializar la propia arquitectura, reduciendo el muro todo lo posible y abriendo amplios vanos que dejen pasar la luz al interior, convenientemente tamizada por emplomadas vidrieras de colores .

Los paralelos con algunas catedrales francesas son evidentes. La planta de la catedral de León se parece enormemente a la de Reims, aunque su nave principal tiene un menor número de tramos, lo que la acorta frente a la enorme dimensión de su cabecera, propia de las iglesias de peregrinación (con girola y capillas radiales), hasta el punto de que podría decirse que estamos ante una catedral macrocefálica. Igualmente encontraremos similitudes entre la catedral leonesa y la de Chartres. Ambas están flanqueadas por torres cuadradas y muestran una triple portada en su cuerpo principal, aunque en León éste está separado de las torres, que reciben el empuje de los arbotantes.

Pero aún siendo interesante su propia concepción, lo que destaca sobremanera en la catedral de León es la amplitud del espacio ocupado por sus ventanales y ésta es, precisamente, la característica más francesa del edificio. Por encima de las arquerías de la nave principal el muro parece disolverse para dejar paso a las vidrieras, que ocupan una inusitada extensión: más de 1800 metros cuadrados. No se trata únicamente de dejar pasar la luz (recordemos que Dios es luz en la metalidad gótica), sino de aprovechar también las vidrieras para dar a los fieles una lección visual de teología, narrando historias del Viejo y del Nuevo Testamento, hasta llegar a la idea central, la de Jesús como Salvador del mundo, todo ello mostrado en una amplia gama de colores.

Teniendo presente el esplendor de las vidrieras leonesas, no sólo en cantidad, sino también en calidad y antigüedad, no me parece exagerada la frase que hace unos días leí en León, una síntesis de un proyecto global de restauración y, al mismo tiempo, reclamo turístico: el sueño de la luz. ¿Podría existir un sueño sin luz?

Superior: vista de conjunto de las vidrieras de la catedral. Izquierda: detalle de uno de los rosetones.

La catedral de León posee una excelente Web oficial que proporciona numerosas informaciones y enlaza con ese proyecto cultural que hemos mencionado. Más información en esta página del Centro Virtual Cervantes. Por su parte, la Biblioteca Leonesa Digital tiene colgado en la Web el libro "Vidrieras de la catedral de León", que pueden recorrerse a través de un plano clikable.

http://historiadelarte07.blogspot.com/2008/08/arte-gtico.html

Ubicación León, España

Culto Iglesia católica

Diócesis León

Orden Clero secular

Construcción 1205-1301

Estilo arquitectónico Gótico

Historia

Originariamente, bajo la actual ubicación de la catedral, la Legio VII Gemina había construido termas y otros edificios públicos. Recientemente se han descubierto algunos de estos restos romanos, junto a la fachada sur. Con la reconquista cristiana, son convertidos en palacio real. En el año 916 el rey Ordoño II, que hacía pocos meses había ocupado el trono de León, venció a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz. Como señal de agradecimiento a Dios por la victoria, cedió su palacio para construir la catedral. Bajo el episcopado de Fruminio II, es transformado el edificio en lugar sagrado.

Acoge los restos del rey Ordoño II, fallecido en Zamora el año 924. El templo estaba custodiado y regido por monjes de la orden de San Benito, y es muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos otros existentes durante la mozarabía leonesa.

Nos hablan las crónicas del paso de Almanzor por estas tierras a finales del siglo X, devastando la ciudad y destruyendo sus templos. No obstante, parece que los daños ocasionados a la fábrica de la catedral debieron de ser inmediatamente reparados, ya que el año 999 era coronado en ella, en un acontecimiento lleno de esplendor, el rey Alfonso V. Tras una sucesión de revueltas políticas y de duras empresas bélicas, hacia el 1067 el estado de la Catedral era de suma pobreza. Ello conmovería al rey Fernando I de León, quien, después de trasladar los restos de San Isidoro a León, «se volcó en favores a la misma». Con este rey se inició una época pacífica, cosechando grandes triunfos en la expansión del reino cristiano. Era el momento del florecimiento del románico isidoriano.

Con la ayuda de la princesa doña Urraca, hermana del rey, se inicia la construcción de una segunda catedral, acorde con las aspiraciones de la cristiandad románica, y dentro de su estilo arquitectónico. Ocupaba la sede episcopal Pelayo II. Aunque inicialmente románica, su estilo era fundamentalmente gótico, construida en ladrillo y mampostería, con tres naves rematadas en ábsides semicirculares, dedicado el central a santa María, como en la iglesia anterior. Aunque toda ella estuviese ejecutada dentro de las corrientes internacionales, contemplando lo que ha pervivido de su estatutaria, podemos averiguar que tenía su carácter autóctono, utilizándose aún el arco de herradura, al menos como forma decorativa. Fue consagrada el 10 de noviembre de 1073. Es de suponer que en ella trabajasen los mismos canteros que estaban construyendo la Basílica de San Isidoro de León.

Esta catedral se mantuvo en pie hasta finales del siglo siguiente. Cuando accede al trono el último rey de León, Alfonso IX, se asiste en la ciudad y en el reino a un importante cambio social, de creatividad artística y desarrollo cultural.

La construcción de la tercera catedral se inicia hacia 1205 y su estructura fundamental se finaliza en 1301, aunque la torre sur no se termina de construir hasta el siglo XV. Gran parte del solar se asienta sobre restos romanos, hipocaustos del siglo II, lo que dificultó la buena cimentación de los pilares. La acumulación de humedades y la filtración de aguas ocasionó graves inconvenientes a los maestros. Por otra parte, la mayoría de los sillares de la catedral son de piedra de mediocre calidad, de tipo calizo, con escasa resistencia ante los agentes atmosféricos. Además, la sutilidad de su estilo es un desafío a la materia; los numerosos soportes son sumamente frágiles, las líneas se reducen a una depuración total, de modo que varios arquitectos de la época pusieron en duda que tal proyecto pudiera mantenerse en pie.

Interior de la Catedral de León.

Éstas han sido algunas de las razones más importantes por las que, ya desde finales del siglo XIV, comenzaron a verse fallos en su arquitectura. En aquella época se resintió al hastial sur, por haberse desequilibrado los pilares torales. Hubo que construir la “silla de la reina”, obra del maestro Jusquín. El año 1631 se derrumbaron parte de las bóvedas de la nave central. El cabildo recurrió a Juan Naveda, arquitecto de Felipe IV de España, quien cubrió el crucero con una gran cúpula, rompiendo los contrarrestos del sistema gótico, tan distintos de los del barroco. Tanto el hastial como las capillas del sur volvieron a estar en peligro. Aquél tuvo que ser reedificado en el año 1694. Quiso poner remedio a estos desastres Joaquín de Churriguera levantando cuatro grandes pináculos sobre los pilares del crucero, a principios del siglo XVIII, pero las consecuencias de esta intervención serían nefastas.

Por León fueron desfilando grandes arquitectos, como Giacomo de Pavía, mientras los males seguían agravándose. El terremoto de Lisboa del año 1755 conmovió a todo el edificio, afectando de manera especial a los maineles y a las vidrieras. El año 1830 aumentaron los desprendimientos de piedras en el hastial sur y, para salvarlo, Sánchez Pertejo reforzó los contrafuertes de toda la fachada.

El cabildo temió un desenlace fatal, cuando el año 1857 comenzaron nuevamente a caer piedras de las bóvedas. Intervino entonces la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y el gobierno encargó las obras a Matías Laviña. Éste se dispuso a desmontar la media naranja y los cuatro pináculos que la flanqueaban, pero el peligro de un total hundimiento se hacía más inminente. A su muerte se responsabilizó de las obras Hernández Callejo, quien pretendía seguir desmontando el edificio, cuando fue cesado en el cargo. Con los proyectos de Laviña, continuó la restauración Juan Madrazo el año 1869. Éste era un gran medievalista, buen conocedor del gótico francés. Modificó notablemente la disposición de las bóvedas, volvió a rehacer desde la arcada el hastial del sur y planificó todo el templo tal y como lo encontramos hoy. A Juan Madrazo le sucedió en el cargo Demetrio de los Ríos el año 1880. Purista, como el anterior, continuó dando a la catedral el aspecto primitivo, según su pensamiento racionalista, y desmontó el hastial occidental, que había sido hecho por Juan López de Rojas y Juan de Badajoz el Mozo, en el siglo XVI. A su muerte fue nombrado arquitecto de la catedral Juan Bautista Lázaro, que concluyó los trabajos de restauración arquitectónica en la mayor parte del edificio, y el año 1895 emprendió la ardua tarea de recomponer las vidrieras. Estas llevaban varios años desmontadas y almacenadas, con grave deterioro. Fue ayudado por su colaborador, Juan Crisóstomo Torbado.

El 27 de mayo de 1966 un incendio arrasó toda la techumbre de las naves altas.

En las últimas décadas se está trabajando con gran intensidad en el refuerzo de las estructuras y suelos y el tratamiento de la piedra con las más novedosas técnicas, en un esfuerzo por conservar para la Humanidad esta maravilla arquitectónica.

El año 916 fue de suma trascendencia para la historia de la Catedral de León: el rey Ordoño II, que hacía pocos meses había ocupado el trono de esta ciudad, venció a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz. “Agradecido a Dios por el beneficio que acababa de recibir”, comenta el Tudense, cedió su palacio real para que en sus aulas se erigiese el primer templo catedralicio. Todo ocurría bajo el episcopado de Fruminio II, quien, “con la ayuda del pueblo fiel”, transformó aquellos espacios en lugar sagrado. Anteriormente al rey Ordoño, habían estado dedicados a termas y otros edificios públicos que la Legio VII había construido a mediados del siglo II, cuando instaló su campamento en este lugar, entre los ríos Torío y Bernesga. Nada queda de estas primitivas edificaciones, salvo algunos restos de mosaicos, tégulas y cerámicas, hoy expuestas en el Museo. Otros, como los hipocáustos, permanecen aún bajo el solar catedralicio. Siguiendo la tradición cristiana de enterrar dentro de los templos a quienes encarnaban la autoridad “venida de Dios”, aquella sencilla catedral muy pronto se vió enriquecida con los restos del rey Ordoño, fallecido en Zamora el año 924. En el epitafio de su tumba, labrada en el siglo XIII, se perpetúa el piadoso agradecimiento del pueblo leonés, por “haber cedido su silla real para sede episcopal”. El templo estaba custodiado y regido por monjes de san Benito, y es muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos y otros existentes durante la mozarabía leonesa. Nos hablan las crónicas del paso de Almanzor por estas tierras a finales del primer milenio, devastando la ciudad y destruyendo sus templos. No obstante, parece que los daños ocasionados a la fábrica de la Catedral debieron de ser fácilmente resarcidos, ya que el año 999 era coronado en ella, en un acontecimiento lleno de esplendor, el rey Alfonso V. Tras una sucesión de revueltas políticas y de duras empresas bélicas, hacia el 1067 el estado de la Catedral era de suma pobreza. Ello conmovería al rey Fernando I, quien, después de trasladar los restos de san Isidoro a León, “se volcó en favores a la misma”. Con este rey se inició una época pacífica y bienhechora, cosechando grandes triunfos en la expansión del reino cristiano. Era el momento del florecimiento del románico isidoriano. Con la ayuda de la princesa Urraca, hermana del Rey, se inicia la construcción de un nuevo edificio, acorde con las aspiraciones de la cristiandad románica, y dentro de su estilo arquitectónico. Ocupaba la sede episcopal Pelayo II. Cuando el arquitecto Demetrio de los Ríos, entre los años 1884 y 1888 excavó el subsuelo de la catedral para reponer el pavimento y cimentar los pilares, encontró parte de los muros y fábrica de aquella segunda catedral. A través del plano que él mismo levantó, podemos apreciar como se configuraba todo dentro de la gótica: era de ladrillo y mampostería, con tres naves rematadas en ábsides semicirculares, dedicado el central a santa María, como en la iglesia anterior. Aunque toda ella estuviese ejecutada dentro de las corrientes internacionales, contemplando lo que ha pervivido de su estatutaria, podemos averiguar que tenía su carácter autóctono, utilizándose aún el arco de herradura, al menos como forma decorativa. Se sabe que fue consagrada el 10 de noviembre de 1073. Es de suponer que en ella trabajasen los canteros que lo estaban haciendo en san Isidoro. Esta catedral se mantuvo en pie hasta finales del siglo siguiente. Cuando accede al trono el último rey de León, Alfonso IX, se asiste en la ciudad y en el reino a un importante cambio social, de creatividad artística y desarrollo cultural.

El Claustro

El claustro, distribuidor de los espacios anexos a la Catedral por su costado norte, se comenzó a construir a finales del siglo XIII, concluyéndose durante el primer tercio del XIV. En el XV se pintaron los frescos de sus muros, y, hacia el año 1540, bajo la dirección de Juan de Badajoz el Mozo, se rehizo la cubierta con sus complicadas bóvedas, los pilares exteriores de las galerías, y sus contrafuertes. Todo ello resulta un conjunto armónico y airoso, donde se articula magistralmente lo medieval con lo renacentista.

Es de planta cuadrada, cuyos lados, de treinta metros cada uno, se dividen en ocho tramos.

Aparte de su arquitectura, son muy destacables los elementos escultóricos y decorativos que lo exornan. Si la limpieza del gótico no permitía dentro del templo grandes exhuberancias artísticas, los artistas encontraron en el claustro un lugar idóneo para ellas. Abundan toda clase de temas, bíblicos y profanos. Representa un conjunto funerario poco común entre los claustros españoles, aunque la mayoría de sus nichos y sarcófagos marcan una fase decadente dentro del siglo XIV.

Se accede a él a través de la portada norte, en cuyo parteluz se alza la Virgen del Dado. En las jambas que dan al exterior se escenifica, casi en miniatura, la vida del santo Job, y, frente a ella, la infancia de Cristo y momentos de su pasión.

Nos fijaremos en algunos de sus capiteles e impostas, comenzando la visita por el muro sur, a la izquierda de la entrada.

En el capitel del segundo pilar se representa un festín, sin referencia doctrinal concreta. A continuación, la crucifixión de san Pedro, presenciada por un rey que se mesa la barba, mientras un diablejo le sopla a la oreja la maldad de su consentimiento en el acto. Sigue una curiosa interpretación de la curación del endemoniado. del que huye una legión de energúmenos. En la imposta aparece la Virgen, acompañada por dos profetas.

El próximo pilar se corona con el llamado “capitel de la panificación” de gran simbolismo eucarístico. Al lado del horno hay dos mujeres enzarzadas en una greña, mientras otra intenta separarlas. Varios personajes amasan el pan dentro de una sala adornada con ricas cortinas. Más a la derecha tiene lugar la comida fraterna, con las viandas que los siervos sacan del fogón con ollas medievales. Sobre ello se, efigia a san Cristóbal, acompañado por santa Catalina y otra mujer.

En el capitel de la esquina aparece san Miguel pesando las almas. A su derecha, los ángeles llevan a los bienaventurados al cielo, sobre delicados paños. A la izquierda están las calderas del Averno. En la imposta se muestra al Padre Eterno con su Hijo crucificado en las piernas.

En el lado occidental, sobre el capitel segundo, se escenifica el momento de la Anunciación. La Virgen, con gran belleza, está embarazada. Entre Ella y san Gabriel está el jarrón con las azucenas de la pureza mariana.

En el cuarto pilar se desarrolla el martirio de san Juan Bautista: Herodías dialoga con un soldado; en el centro, Herodes, sentado y pensativo, con una pierna sobre la otra y mesándose la barba, escucha la mala inspiración que el diablo le comunica al oído. A continuación el soldado empuña la espada, después de haber decapitado al Precursor, cuyo cuerpo aún permanece arrodillado. Al extremo del capitel hay otra rara escena que puede hacer referencia al profeta Jonás saliendo del animal monstruoso que lo había tragado.

El capitel siguiente se cubre con escenas trovadorescas, gladiadores, y una dama dialogando con un anciano, sentado en postura graciosa. Otra dama se encuentra entre dos pequeños arbustos.

Más adelante se narra la leyenda gallega del monje y el ruiseñor que cantaba sobre un árbol, junto a la fuente. El monje, después de salir del monasterio para escucharle, se quedó extasiado con sus trinos. Cuando regresó, habían transcurrido más de doscientos años, tiempo que se le había hecho fugaz durante el canto del pajarillo. Esta leyenda, recogida por Valle-Inclán, hace alusión a la relatividad de la vida.

En el segundo capitel del lado norte se recogen aspectos relacionados con la construcción de la Catedral: un cantero labra la piedra, otros la transportan, el arquitecto contempla las maquetas, se acercan visitantes, etc.

Pasada la puerta del Museo, aparece nuevamente una cocina medieval, donde los cocineros saborean los caldos y se celebra un suculento festín, amenizado por elegantes danzarines.

Dos impostas más adelante, se nos presenta a un joven con un gran pez sobre los hombros, quien pudiera recordamos a Tobías.

A continuación, ocupando toda la superficie del capitel, varios caballeros cabalgan al galope con escudos y lanzas; sobre ellos, dos negros conducen un camello acompañando a su señor. La escena está realizada con gran realismo.

En el lienzo de este, destacamos el segundo capitel de minuciosa factura. En él se narran escenas del Paraíso, la degollación de los Inocentes y la huida a Egipto. La imposta recoge un tema difícil de interpretar: una gentil dama está sentada sobre un cuadrúpedo con rostro de filósofo; se quiere ver en ello la exaltación de la feminidad, vilipendiada por Aristóteles. Este filósofo increpó a Alejandro Magno por haberse dejado seducir por una de sus concubinas. La venganza ocurre a las puertas del palacio real.

Otro tema también moralizante o picaresco es el que se pretende ver en el capitel del sexto pilar: un mancebo con aires de modernidad tira de las orejas a un clérigo y a un filósofo. Sobre ellos, una escena de caza.

En la escena siguiente, un joven desnudo montado sobre un caballo. Más adelante, una reina recibe tributos y pleitesía de tres árabes; acompañan dos guardaespaldas armados. Esta escena es similar a otra existente en la Catedral de Oviedo.

De gran interés etnológico es el tercer capitel en la pared sur. Con dramatismo y plasticidad se esculpe la caza del ciervo y del jabalí: acoso y ferocidad de los perros, movimientos bruscos, tensión, detalles naturalistas, como el colmillo del jabalí, las astas de los ciervos, el gesto de los cazadores, etc. Y por la otra cara, paz y tranquilidad bucólicas: los vendimiadores recogen los frutos de los árboles y los trasladan en grandes cestos para ser almacenados. Junto a ellos, en la parte inferior, se acurruca un mono en miniatura. Encima, san Lorenzo entre dos ángeles.

Además de estos temas, hay varios sepulcros de indudable interés, tanto histórico como artístico. En el tercer tramo del lienzo sur está el de Munio Ponzardi, muerto a mediados del siglo XIII. Bajo un sencillo arco proveniente de la construcción románica, se cobija una Virgen con el Niño, llamada del “Foro y Oferta”, a quienes un clérigo presenta un pequeño edículo, que nos recuerda las edificaciones del románico zamorano y salmantino. Ante este grupo se presenta la ofrenda anual que el Ayuntamiento leonés hace a la Virgen de Regla en agradecimiento por haber sido liberado del tributo de las cien doncellas que los reyes cristianos tenían que entregar cada año al rey moro. No obstante esta interpretación, de hondas raíces populares, la escena se refiere al compromiso que los clérigos de san Isidoro debían de satisfacer cada año, presentando a la titular de la Catedral unos kilos de manteca y miel, en reconocimiento de su sometimiento a la iglesia madre.

Iconográficamente tiene mayor importancia el sepulcro de Domingo Juan, fallecido en 1272. Se encuentra en el muro occidental, próximo a la puerta de la Gomia. En él aparece Cristo Majestad acompañado por la Virgen y el apóstol Santiago, en sustitución de san Juan.

Junto a él está el del Deán Martín Fernández, descubierto por Juan Torbado el año 1911. Presenta un arco ojival dividido por sencillo mainel que forma huecos gemelos. En el registro inferior figura la adoración de los magos, con gran estilización formal. María sujeta al Niño sobre sus rodillas mientras le mira, creándose un atrevido movimiento en ambas figuras. Se trata de una obra maestra, ejecutada por el mismo artista que trabajó en el Juicio final de la portada.

Especial significación tiene el sepulcro de Juan Martínez de Grajal, canónigo e ilustre jurista. Se encuentra en el tercer intercolumnio del mismo muro occidental. Por su contenido moral transcribimos el texto de su lápida:

“Oh, tú, quienquiera que seas, que pasas y contemplas la mezquina superficie de este mármol, mira la vanagloria del mundo. Fui canónigo de León y estudié las leyes civiles para proteger a los necesitados; un hombre cubierto de títulos y unas sienes coronadas de laurel proclaman mi amor a la justicia. Pero ¿para qué sirven tales honores y la multitud desolada de amigos y deudos?. Nadie puede ayudarte en este trance. Mi patria fue Grajal y Juan tuve como nombre. El espíritu asciende a lo alto, mas los huesos quedan bajo la piedra”.

En general, hay pocas variantes en los temas funerarios. Registros y lucillos son muy similares, aunque reflejan diversos maestros y épocas.

Las pinturas murales fueron realizadas en el siglo XV por Nicolás Francés, con la intervención de otros pintores, como Carrancejas, Lorenzo de Ávila. En ellas se narra la historia de la Redención, desde la familia de la Virgen hasta la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés. El gran deterioro que sufren se debe al hecho de permanecer a la intemperie. Fueron muy restauradas a principios de siglo por Juan Torbado.

Acaso lo más llamativo del claustro sea la obra de Juan de Badajoz el Mozo. Comenzó a trabajar el año 1540, y con él colaboraron escultores como Doncel, Bautista, Vázquez, Angers, etc. Las bóvedas de crucería están cuajadas de terceletes, cuyos elementos sé cubren de grotescos, carteles filacteria, pinjantes en esviaje, y hermosos medallones. Todo ello de gran trascendencia para el futuro del arte leonés.

En el lado norte, cuelgan los bustos de Jeremías, Isaías, Ezequiel y Daniel. Con ellos, los grandes Padres de la Iglesia: Gregorio, Agustín, Ambrosio y Jerónimo. En medio, el relieve de la Virgen, con claras connotaciones de Becerra.

Sobre la galería oriental figuran los medallones de Jonás, Ciro, San José, Habacuch, Sansón, Judas Macabeo, Dalila y otro personaje femenino.

Y, por fin, en el lado sur, David, Salomón, Natael, Joaquín, San José y Gamaliel. Responden a una forma sinóptica de representar la genealogía de la Virgen, que ocupa el punto central.

Aunque tenga un aire barroquizante, como todo lo de Badajoz, estamos ante una de las creaciones más importantes del renacimiento leonés.

Tiene gran originalidad el retablo de piedra que ocupa el ángulo NE. Fue hecho, también, por Juan de Badajoz el Mozo. Se compone de dos cuerpos y tres calles, más una independiente. Destaca el templete eucarístico reproducido en su lado izquierdo, inspirado en la orfebrería de los Arte. Todos sus campos se decoran con medallones, carteras, bucráneos, columnas abalaustradas, etc. Estuvo dedicado a Nuestra Señora de los Milagros.

La misma decoración se observa en las puertas de madera que dan acceso al claustro, esculpidas el año 1538, según figura en el pedestal del jarrón de la Anunciación. Esta escena, que ocupa el arco de la hoja izquierda, se representa de modo atípico, en discordancia con el dogma. Entre los rayos que descienden del Padre Eterno hacia el oído de María, como símbolo de la Palabra en que cree, obsérvese cómo baja ya Cristo Encarnado, portando la cruz. Además, en el dosel que cobija a la Virgen, aparece la Sagrada Forma con el anagrama de Cristo.

En el siguiente arco aparece la Visitación de la Virgen a santa Isabel. El resto de los tableros muestran a Santiago Matamoros, san Sebastián, san Miguel pisando el dragón y san Roque, con sombrero y perro. En todos estos relieves se ve la mano de artistas de primera línea, próximos a Juan de Juni.

Los chapiteles que se alzan en el claustro remataban el hastial oeste, del siglo XVI, y fueron desmontados, por razones estéticas, en la reforma del siglo XIX.

fuente / mas informacion

http://www.catedraldeleon.org

http://www.catedralescatolicas.com/?p=951

Terminada en 1280, la Catedral de León -llamada la "Pulchra Leonina" por la pureza de sus formas- es la obra maestra del gótico español, está inspirada en las grandes catedrales del norte de Francia.Se levanta en un solar donde se habían ubicado anteriormente una catedral románica, el palacio de Ordoño II, una iglesia visigótica y unas termas romanas. El estilo predominante de la catedral de León es el estilo gótico de Francia. Encontramos también este modo arquitectónico francés en las catedrales de Santiago, Toledo, y Burgos.

Así mismo, guarda similitudes con las catedrales de Amiens y Rheims. Se ha podido fijar la fecha de la catedral de León porque los tres monumentos comparten muchos elementos y detalles parecidos, y hay constancia documental de las fechas exactas en las que se levantaron las catedrales francesas. La construcción de Amiens se llevó a cabo entre los años 1220-69 d.C., y la de Rheims se realizó entre los años 1211-41 d.C.

La planta de la catedral de León tiene forma de cruz latina, con una nave, un deambulatorio y cinco ábsides radiales que albergan otras tantas capillas. Además de esto, hay muchas otras semejanzas estilísticas con las catedrales de Amiens y Rheims. Primero, las capillas de los ábsides tienen la misma forma; poligonales, y no circulares. Las secciones transversales de las columnas son, así mismo, iguales, lo mismo que los detalles de los arcos y los capiteles.

Una característica destacada de la catedral de León es la riqueza de los colores en sus ventanas de vidrio. Hay más de cien, que llenan la iglesia con su luz multicolor.

Además de las vidrieras -que llegan a alcanzar una altura de 12 metros en el ábside- hay que destacar el coro y sus sitiales de nogal negro del siglo XV, y la Capilla Mayor, S. XVI, detrás de la cual hay frescos de influencia italiana del siglo XIV.

Desde el año 1964, las tres capillas del claustro acogen el Museo Catedralicio, que se puede visitar (pagando) de 9 a 1, y de 4 a 7. En este museo se puede encontrar desde orfebrería del siglo XI, hasta un crucifico hecho por Juan de Juni en el año 1576, además de antiguos códices, documentos reales, ...

http://www.caminosantiago.com/index.php/es/cultura/arte/39-catedral-de-leon

La actual catedral de León, iniciada en el siglo XIII, presenta un diseño del más depurado estilo gótico clásico francés. Conocida como la pulchra leonina1 y catedral de santa María de Regla. Se encuentra en pleno Camino de Santiago. Es junto a la catedral de Burgos una de las mejores muestras del gótico español. La catedral de León es conocida sobre todo por lleva al extremo la 'desmaterialización' del arte gótico, es decir, la reducción de los muros a su mínima expresión, con el objetivo de ser sustituida la piedra por el vidrio, constituyendo una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo.

***

Construcción de la catedral gótica

La construcción de la tercera catedral se inicia hacia 1205, pero los problemas constructivos de los cimientos hicieron que pronto las obras quedaran paralizadas, y no se reemprendiera la tarea hasta 1255, bajo el pontificado del obispo Martín Fernández y el apoyo del rey Alfonso X el Sabio de Castilla y León, siendo esta nueva catedral de estilo enteramente gótico. El arquitecto de la catedral parece ser que fue el maestro Enrique, tal vez natural de Francia, y que ya había trabajado anteriormente en la catedral de Burgos. Es evidente que conocía la forma arquitectónica gótica de la isla de Francia. Falleció en 1277, siendo sustituido por el español Juan Pérez. En 1289 fallecía también el obispo Martín Fernández, cuando la cabecera del templo ya estaba abierta al culto. La estructura fundamental de la catedral se finaliza pronto, en 1302, abriendo el obispo Gonzalo Osorio la totalidad de la iglesia a los fieles, aunque la torre sur no se terminó de construir hasta el siglo XV. Esta prontitud en las obras le da una gran unidad de estilo arquitectónico.

Fachada principal de la catedral de León.

La catedral de León, al igual que su hermana predecesora la catedral de Burgos, se inspira en la planta de la catedral de Reims, que bien pudo conocer el maestro Enrique. Al igual que la mayoría de catedrales francesas, la de León está construida con un módulo geométrico basado en el triángulo (ad triangulum), cuyos miembros se relacionan con la raíz cuadrada de 3, al que responden la totalidad de sus partes y del todo. Este aspecto, como la planta, los alzados, y los repertorios decorativos y simbólicos convierten esta catedral en un auténtico edificio transpirenaico, alejado de la corriente hispánica y perteneciente a la más pura escuela de la Champaña francesa, que le ha merecido los calificativos de «la más francesa de las catedrales españolas» o el de Pulchra Leonina, pues si sus rasgos formales se relacionan con el gótico champaniense, sus significados simbólicos y programa arquitectónico están estrechamente ligados con los de la catedral de Saint Denis, la catedral de Notre Dame de París y la catedral de Reims. Geográficamente tampoco es ajena a aquel mundo, pues aunque levantada en la vieja capital de los reyes leoneses, la ciudad era uno de los hitos más importantes del Camino de Santiago, también llamado Camino Francés.

La planta de la catedral de León está inspirada en la de la catedral de Reims (reducida en un tercio), la estructura y la forma de las capillas de la girola (aquí poligonales) y el desarrollo del crucero. La influencia de la catedral de Chartres puede notarse en el pórtico occidental. La de León abandona el modelo de la catedral de Reims en los alzados a partir del cuerpo del triforio, pues aquí es diáfano y acoge los progresos técnicos conseguidos en la Sainte Chapelle y la catedral de Amiens.

También influencia francesa es el desatollo del presbiterio, con la idea inicial de colocar allí el coro según la costumbre de aquellos. Individual leonés es la ubicación del Claustro, sin articulación orgánica con el templo, la salida de la planta de las torres de la fachada principal, que obliga a mostrar el alzado de los arbotantes de la nave central, y la no continuidad de las cinco naves de la cabecera en el cuerpo del templo, que se reducen a tres.

Como rasgo característico más importante, goza la catedral leonesa de alcanzar el summum lumínico de todas las catedrales, con un espacio inmenso de vidrieras al reducirse la estructura pétrea de sustentamiento al mínimo posible, llegando a superar así técnicamente a las mismas catedrales francesas.

El lado sur de la catedral, desde Puerta Obispo.

El problema fue que gran parte del solar se asienta sobre restos romanos, hipocaustos del siglo II, lo que dificultó la buena cimentación de los pilares. La acumulación de humedades y la filtración de aguas ocasionó graves inconvenientes a los maestros. Por otra parte, la mayoría de los sillares de la catedral son de piedra de mediocre calidad, de tipo calizo, con escasa resistencia ante los agentes atmosféricos. Además, la sutilidad de su estilo es un desafío a la materia; los numerosos soportes son sumamente frágiles, las líneas se reducen a una depuración total, de modo que varios arquitectos de la época pusieron en duda que tal proyecto pudiera mantenerse en pie. Esta estructura casi inverosímil junto con la mala calidad de la piedra y la pobre cimentación, provocaron que desde el siglo XV sufriera constantes intervenciones y restauraciones, convirtiendo al templo en el paradigma europeo de intervenciones de transformación, restauración y conservación.

La leyenda del topo

Sobre la puerta de san Juan, por el interior, cuelga un pellejo, a modo de quilla, que la tradición leonesa ha identificado siempre como un «topo maligno». Según cuenta la leyenda, el topo destrozaba lo construido a lo largo del día durante la noche en los primeros momentos de la magna obra del templo. Impacientándose los leoneses porque la obra de la prometida catedral no avanzaba, decidieron acabar con aquel ser maligno que no dejaba avanzar los trabajos: algunos de ellos lo esperaron durante la noche y acabaron con él a garrotazos. En recuerdo de aquel acontecimiento y en agradecimiento a la Virgen María, titular del templo, la piel del animal fue colgada en el interior de la catedral, sobre la citada puerta, en la fachada oeste.

La realidad que esconde la leyenda es que las obras de la catedral de León se encontraron con numerosos problemas de cimentación, sobre un terreno muy inestable que, ya por entonces, había acogido muchas y diversas construcciones. A ello se unía la hoy conocida mediocre calidad de la piedra empleada, traída de la localidad de Boñar, en la montaña leonesa. Por su parte, lo que hoy podemos contemplar en la penumbra sobre la ya mencionada puerta del templo catedralicio demostró durante los años 90 ser en realidad un caparazón de tortuga laúd, cuyo origen aún es incierto, aunque se presupone que se trataría de la ofrenda realizada por algún hombre de poder a la catedral, insertándose tal elemento en la antigua tradición (clave en la constitución de numerosos museos) del coleccionismo de Antigüedades y Rarezas.

http://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_León

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