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Persépolis

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Tipo: Monumentos

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Continente: Asia

País: Irán

Localización:

Año: 518 a. C.

Estado: Terminado

Descripción:Ciudad de Persepolis - Iran. La plaza arqueológica más importante de Irán, se encuentra en la ciudad de Persépolis. Según la historia Persépolis se comenzó a construir en el año 518 antes de cristo, es una construcción sumamente antigua, esta ciudad fue la capital del Imperio Persa durante la época aqueménida. Cuenta la leyenda que Alejandro Magno incendió este lugar en venganza al Rey Jeries pues habría sido él quien destruyó Atenas. Pero esto no es confirmado por la historia.

Esta ciudad esta emplazada a 57Km de la ciudad de Shiraz, provincia de Fars. Esta antigua ciudad se encuentra expuesta para el público desde el año 1930, luego de ser desenterrada. Este lugar cuenta con vestigios, dentro de los cuales se destacan muy bien dos escaleras monumentales que se hallan decoradas de labrados, las cuales son consideradas como una obra maestra de la época aqueménida.

El Palacio de Dario y de Xerxes era un palacio de la época, que es otro símbolo de la ciudad, así como a Puerta de Jerjes, conocida comúnmente como la Puerta de los Países. Este se encuentra cubierto por inscripciones talladas en el idioma elamita y otras lenguas antiguas. Luego en la misma se encuentra el Complejo Palaciego de Apadana, según los estudios realizados y la historia era el lugar donde los reyes recibían a sus visitantes y realizaban distintas ceremonias.

Muchos dicen que las riquezas que poseía esta ciudad fuero extraídas por Alejandro Magno. Otro de los espacios con lo que cuenta esta ciudad enterrada es la Sala de las Cien Columnas, emplazada en el vestíbulo de Persépolis. Dicen también que este lugar fue utilizado para la planificación y organización de varias invitaciones y recepciones a cargo del Rey Dario I. las mayores dimensiones construidas durante el periodo aqueménida la posee este palacio.

Por todo lo que ha traído consigo el desenterramiento de esta ciudad, hay que mencionar que esto le colaboró, más la conservación del mismo a que fuera declarado por la UNESCO en el año 1979, como Patrimonio de la Humanidad. Es una magnifica experiencia visitar esta ciudad los recuerdo y recuentos de los guías y las personas que habitan allí te sorprenderán bastante. [ Equipo arquitectura y construcción de ARQHYS.com ].

http://www.arqhys.com/contenidos/ciudad-persepolis-iran.html

Las ruinas de Persépolis fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1979.

En la dinastía aqueménida (558-330 a.C.), el Imperio persa era uno de los más extensos de la Antigüedad.

Llegaron a abarcar todo el territorio que va de Anatolia al río Indo, siendo su base un lugar en la meseta de Irán.

Dentro de ella había una ciudad que se convirtió en epicentro del poder de la monarquía: Persépolis.

Darío III, primer soberano aqueménida, fundó Persépolis, pero fue su heredero Jerjes I quien le dio un mayor impulso a su construcción.

Hoy día se conservan algunos restos que pueden dar una idea de las dimensiones y el esplendor de lo que fue un conjunto palaciego.

La Apadana, que es una gran sala de audiencias compuesta por 72 columnas de hasta 25 metros de altura destaca en esta construcción majestuosa, así como la Puerta de Todas las Naciones, que es una monumental entrada al recinto.

La Sala de las Cien Columnas también se debe a Jerjes, que originalmente fue concebida como sala del trono.

Estas obras impresionantes requirieron una enorme inversión en fuerza de trabajo, se sabe que en un momento dado estuvieron empleados 1.300 artesanos cualificados. Una de sus tareas fue la confección de los relieves que adornan las escalinatas y algunas de las estancias de la gran terraza del palacio.

Allí se representa a los súbditos del rey persa, llevándole ofrendas como símbolo de reconocimiento.

Aparecen todos ataviados al modo de los distintos pueblos englobados en el imperio persa.

Se pueden distinguir los medos, asirios, babilonios, bactrianos, escitas, partos, jonios, lidios, indios y nubios.

En otra serie de relieves se representa a los Inmortales, mítica tropa de élite del rey persa.

Muchos autores discuten sobre Persépolis y si fue verdaderamente una ciudad. La falta de comodidades para una residencia continuada hace pensar que los reyes persas la utilizaron como centro ceremonial para ocasiones especiales a lo largo del año.

No obstante, la ciudad sufrió un trágico destino a manos de Alejandro Magno, que la incendió una vez conquistada en un gesto que manifestaba su triunfo total sobre el Imperio Persa.

Persépolis no contaba con defensas sólidas y la posición al pie del Kuh-e Ramât representaba un punto flaco a causa del débil desnivel al este, entre la terraza y el suelo. Este era el suelo que estaba protegido por una muralla y por torres.

Según Plutarco, Diodoro Sículo y Quinto Curcio Rufo, la caída de Persépolis supuso después la matanza de uss habitantes y el saqueo de sus riquezas.

http://destylou-historia.blogspot.com/2010/05/persepolis.html

http://portalvacaciones.com/tag/persepolis/

El arte constructivo en el palacio de Darío en Persépolis

Centrándose en la ciudad de Persépolis y en concreto en el Palacio de Darío, que no se construyó dentro de la propia ciudad si no en una llanura cercana a ésta, puede decirse que los materiales básicos empleados en los edificios fueron la madera, la piedra y el ladrillo. La construcción y decoración del palacio de Persépolis atravesó tres fases constructivas, que corresponden a los reinados de Darío I, Jerjes y Artajerjes I.

Durante el reinado de Darío se construyó el palacio sobre unas plataformas pensadas como terrazas a diferentes alturas que se comunicaban entre ellas mediante escalinatas monumentales. La terraza en la que están construidos los palacios de Persepolis es un vastísimo basamento que se extiende al pie de un acantilado de roca. En la cumbre de esta montaña, de difícil acceso, por otra parte, están todavía los altares para el fuego sagrado, que era el culto de los persas. Este enclave es de gran valor desde el punto de vista de la historia del arte pues en él residen los dos únicos monumentos religiosos que se conservan de la Persia antigua. Se sube a la gran terraza de Persépolis mediante una escalera de doble rampa, que está decorada con relieves. Esta amplísima escalinata daba acceso a la única puerta de la ciudad, construida por Jerjes, quien le dio el nombre de «puerta de todos los pueblos». A los pocos pasos, sobre el terraplén, se encuentran unos fastuosos propileos o entradas monumentales adornadas con dos toros alados, elementos tradicionales de la decoración asiría, como ya se ha señalado anteriormente, que Persia trató de copiar, aunque no exactamente sino dándoles cierto carácter ario, no semita. Estos toros androcéfalos reciben el nombre de lamasus y, como en casi todas las religiones del Próximo Oriente, la imagen del toro se asociaba también en Persépolis con el poder y la divinidad. Por otro lado, estos propileos, que se hallan enfrente y en el mismo eje de la escalera, forman un pórtico abierto a cada lado, a manera de un corredor, con cuatro columnas.

La superficie total del recinto es de 530 X 330 m. Tras un breve pórtico se pasaba a la gran explanada, donde en la parte central destacaba la sala de audiencias o apadana. Los demás edificios que han descubierto las excavaciones están distribuidos sobre la terraza sin obedecer a un plan de conjunto: son obras sucesivas, construidas en diversas épocas. De este modo, el primer monumento que, después de atravesados los propileos, debía de presentarse a la vista del curioso espectador era, volviéndose a la derecha, la gran sala hipóstila de Jerjes, llamada apadana, como hemos señalado, de la que se levantan todavía trece columnas mutiladas, las mayores que se conservan en pie de los edificios de Persépolis. La apadana de Jerjes (485-465 a.C.) es aún hoy una de las naves más vastas que el hombre haya construido en toda la historia; sus columnas son casi tan altas como las que en Karnak forman la galería central, y supera en extensión a la obra de los faraones. La apadana era una sala destinada a las recepciones reales, con un elevado número de columnas que sostenían, mediante grandes vigas de madera, un techo arquitrabado, es decir, un techo plano.

La superficie total que ocupa, entre pórticos y columnatas, pasa de mil metros cuadrados, y su altura llega a veinte metros, sólo para la columna y el capitel. Su disposición era extraordinariamente original: todo el edificio estaba levantado sobre un segundo basamento sobre el nivel de la terraza; vastas galerías hacían las veces de pórtico en la fachada principal y las dos laterales, y en el centro la sala llena de columnas, muy estilizadas y esbeltas, en contraste con las egipcias, reforzaban la elegancia de su silueta con el acanalamiento de los fustes. La base era de forma ligeramente acampanada. Uno de los elementos que más sobresalen y que llaman enormemente la atención son sus capiteles, en los que se encuentran esculpidos temas de toros y leones. Estos animales descansan sobre un capitel con elegantes volutas. En la parte central del grupo escultórico era donde descansaban las vigas de madera, por lo que un conjunto de tal monumentalidad con este tipo de decoración debía provocar en el espectador un sentimiento de admiración y fascinación. También hace pensar que en la estrecha colaboración que existían entre el escultor y el arquitecto. Este hecho no era aislado, si no que se dio a lo largo de todo el arte persa. El palacio era una empresa tan monumental que Darío no pudo acabarla y fue su hijo y sucesor Jerjes quien la finalizó.

http://www.historiadelarte.us/persia/arte-constructivo-palacio-dario.html

http://www2.irna.ir/occasion/turismo-en-iran/ostan/Fars/Fars_Atractivos-1.htm

Persépolis, Irán

Antigua capital ceremonial de la segunda dinastía iraní, el Imperio aqueménida, se localiza a 70 kilométros de la ciudad de Shiraz, cerca de la desmbocadura del río Pulwar en el Kur.

Entre los antiguos persas, era conocida como Parsa, “la ciudad de Persia”, y Persépolis, su traducción al griego.

La comenzó a construir Darío I para establecer en ella la nueva capital, en la parte baja de la formación rocosa del Kuh-e Rahmat, convirtiendóse así en el símbolo de la dinastía aqueménida, construcción que se prolongó durante más de dos siglos, hasta la conquista del Imperio persa por Alejandro Magno en el 330 a.de C.

La mano de obra al contario que otras construcciones monumentales antiguas, tanto griegas como romanas, Persépolis no se construyó con mano de obra esclava, en ella obreros contratados entodos los países del imperio: Babilonia, Caria, Jonia, incluso de Egipto.

Según los antiguos historiadores, Plutarco entre ellos, a la caída de Persépolis siguió la matanza de sus habitantes y del saqueo de sus bienes.

Alejandro, tras conquistarla, dejó a su ejército y continuó su camino. Solo regresó a Persépoli tiempo despues cuando tras una borrachera, mandó incendiar Persépolis, en mayo de 330 a. C.; en los escritos antiguos, se menciona que Alejandro se arrepintió más tarde de esta decisión, para el historiador Briant, este arrepentimiento implicaba,que Alejandro reconoció de esta forma su fracaso político.

Esta destrucción marcó el fin del símbolo del poder aqueménida. “El primer Imperio persa desapareció completamente con la muerte de Darío III”.

Ya en la época actual, concretamente en el año1971, se celebraron durante tres días en Persépolis ceremonias fastuosas para celebrar los 2.500 años de la monarquía, ceremonias a las que el entonces Sah, Mohammad Reza Pahlevi invitó a cientos de personalidades de todo el mundo en los que fue una fiesta de cuentos de “Mil y una Noches”; fasto que suscitó una fuerte polémica en la prensa empañando de forma importante la imagen del monarca, se dice que los actos costaron más de 22 millones de dólares, en detrimento de otros proyectos urbanísticos o sociales. Por otra parte fueron fuertemente reprimidos los opositores al Sah.

Más tarde, tras la revolución iraní liderada por el Ayatolah Jomeini, y con el fin de erradicar una fuerte referencia cultural al período pre-islámico y a la monarquía, “el ayatolá Sadeq Khalkhali intentó con sus partidarios arrasar Persépolis por medio de bulldozers. La intervención de Nosratollah Amini, gobernador de la provincia de Fars, y la movilización de los habitantes de Shiraz, interponiéndose delante de los artefactos, permitieron salvar el sitio de la destrucción.” (cita)

Un buen montón de piedras y polvo entre focos y andamios es lo que queda de la gloriosa Persépolis, la ciudad que los aqueménidas terminaron de construir en el 416 a.C. Hay que tener muchísima imaginación para ver el esplendor pasado entre tanta ruina pero en los 125.000 metros cuadrados del enclave aún sobreviven detalles que invitan a vivir una jornada soñando con un palacio de ensueño. Porque Persépolis nunca llegó a ser una auténtica ciudad, fue una especie de residencia de lujo al estilo de Babilonia, un magnífico capricho construido sólo para utilizarse en las fiestas del Año Nuevo zoroastriano y en grandes ocasiones.

El conflicto de Irak ha devuelto a la actualidad Babilonia por los actos de pillaje sufridos tras el conflicto, pero no es la primera vez que Babilonia sufre esta humillación. En el 539 a.C el monarca aqueménida, Ciro II El Grande, tomó la ciudad para los persas y la saqueó para poner fin al esplendor de un lugar considerado por los expertos el Nueva York del momento. Su sucesora como centro neurálgico fue precisamente Persépolis, que más adelante pasaría por el mismo mal trago del saqueo, pero que en la actualidad, ajena al conflicto, lucha por lucir los restos que de ella se van rescatando.

Las ruinas se encuentran a escasos cincuenta kilómetros de Shiraz, capital de la provincia de Fars, al sur de Irán, y los lugareños denominan al lugar Tkht-é Jamshid. Junto con Bam, Isfahán y Teherán, se trata de uno de los lugares que todas las guías y agencias marcan en sus listas de recomendaciones como de visita obligada en un viaje a la antigua Persia. Según Irán Sara, oficina de turismo iraní en Madrid, el pasado año fueron unos dos millones de turistas los que se acercaron a visitar estas ruinas, de ellos el 90% iraníes y unos 1.500 españoles aproximadamente, muy lejos de los casi 5.000 que viajaron en el 2000, antes de que Oriente Medio comenzase a sufrir las consecuencias del 11 de septiembre.

El calor aprieta al sur de Irán y hay que salir al amanecer para que el mediodía no sorprenda al turista en plena visita. Los hoteles de Shiraz tienen bien aprendida esta lección, saben del potencial turístico del lugar y venden viajes hasta Persépolis, ida por la mañana y vuelta para la hora de comer, aunque tampoco hay problema para acercarse en transporte público. Los minibuses llegan hasta Marvdasht y desde este pueblo se pueden que recorrer los últimos kilómetros en taxi. Contratar el taxi lejos de Shiraz es más barato y permite negociar la visita al valle de Naqsh-e Rustam, lugar donde se encuentran las tumbas de Darío I El Grande, Jerjes I y Artajerjes I (monarcas aqueménidas fundadores de Persépolis), por la mitad de precio que desde la gran ciudad.

Al final de una larga recta una explanada acondicionada para que aparquen los autobuses de turistas da la bienvenida al viajero. Las garitas para recoger los tíckets restan encanto al lugar y unas pegatinas advierten de que la tarjeta de estudiante no sirve para abaratar el precio de la entrada. Este documento tan importante en otros países, carece de peso específico en los monumentos iraníes. El funcionario entrega dos entradas por costumbre, una para el recinto al aire libre y otra para la visita al museo que se encuentra el interior del complejo. El precio es el más caro que se puede pagar en Irán por visitar un monumento, 6 euros.

Desde el aparcamiento apenas se distingue nada de lo que le espera al turista. La cercanía con un país en conflicto como Irak hace que el gran párking se vea doblemente enorme porque apenas llegan autobuses, la joya del turismo iraní sufre los rigores de estar en un país fronterizo con las dos últimas guerras: Afganistán e Irak.

La huella del sah

Hay que subir las magníficas escaleras y llegar a la Puerta de Todas las Naciones para ponerse a la altura de Persépolis y empezar a imaginar el esplendor pasado. En unas sillas de playa los guardas regañan a los niños que se suben por los restos arqueológicos. ¿No recordarán que durante los festejos del 2.500 aniversario del imperio persa el sah montó en esta terraza la cena de gala más sonada del siglo? (ver columna de la derecha). Fue en octubre de 1971 cuando en un intento de buscar un marco incomparable el último sah decidió trasladar a las ruinas arqueológicas la cena de gala del faraónico aniversario.

Esta referencia, de la cual se hicieron eco las revistas del corazón europeas por la presencia de monarcas y ministros, es inevitable a lo largo de la visita guiada al recinto. En las cercanías de la gran terraza aún se pueden ver algunas tiendas de campaña que se emplearon aquellos días y que en la actualidad sirven como almacenes.

Los guardas tratan de cuidar con esmero el patrimonio pero los toros alados son demasiado atrayentes como para evitar que los niños intenten subirse a ellos. Otros turistas tampoco tuvieron excesivo respeto a los monumentos y garabatearon sus nombres a los pies de las figuras mitológicas. Una de las inscripciones data del año 1870 y corresponde al mítico periodista del New York Herald Stanley, quien se hizo famoso por encontrar a Livingstone en mitad de Africa tras años de seguirle la pista por lugares imposibles.

La pista de alemanes, ingleses, americanos y franceses es aún más intensa si se tiene en cuenta que desde el siglo XIX se emplearon con tesón en excavaciones arqueólogicas que terminaron con un saqueo que provocó la salida de numerosas piezas de valor de Persépolis con rumbo a los principales museos mundiales. La reconstrucción de la antigua ciudad es, por tanto, imposible, ya que piezas fundamentales del puzzle se encuentran a miles de kilómetros. Teherán cuenta con un proyecto especial para la zona que consiste en seguir recuperando nuevas piezas del complejo para ir colocándolas, en la medida de lo posible, en su lugares originales. Lo importante, según este plan, es no emplear materiales nuevos que resten autenticidad al lugar.

Los grabados decoran las zonas de paso.

Relieves y columnas

La historia de Persépolis es breve pese a sus 2.500 años de existencia. En el año 331 a.C Alejandro Magno quemó parte de los palacios como venganza al saqueo de Atenas por parte de Jerjes I y la ciudad pasó de la noche a la mañana a ser un lugar olvidado en mitad de la nada. Durante cientos de años relieves y columnas han estado tapados por el polvo y la arena del desierto.

El palacio de las cien columnas que se alzan vigorosas a veinte metros de altura con el cielo azul como único techo, la Apadana, los bajorelieves que decoran las escaleras, el harén... todo bajo la arena del desierto ocultando el esplendor de uno de los imperios más grandes del pasado, un imperio que llegó a conquistar un territorio que se extendía desde la India hasta Atenas.

Desde estos lugares tan distantes llegaron los artistas que utilizando como única base la piedra mezclaron sus estilos para dotar al complejo palaciego de un estilo propio.

La palabras del guía en iraninglis explican cada relieve, cada columna, como un rosario: los diez mil inmortales de la guardia pretoriana del rey, leones luchando con toros, los distintos pueblos vasallos que acudían a confirmar su lealtad, la inscripción en la que Jerjes I se declara «el Gran Rey... Rey de naciones que contienen toda clase de hombres, Rey en esta tierra grande y ancha»...

Imaginación y paciencia son necesarias para ver tanto esplendor entre este mar de piedras declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979. La tumba de Artajerjes II domina el complejo desde una colina. Desde allí el silencio y los escasos turistas que desafían al sol son los únicos habitantes de esta ciudad que nació para albergar fiestas y que acabó condenada al olvido absoluto a lo largo de los años, un olvido del que las autoridades iraníes quieren sacarla para mostrar al mundo el esplendor de una civilización perdida.

Da verdadera pena ver esta maravilla de ciudad por los suelos.

DATOS PRACTICOS

- Persépolis se encuentra a 50 kilómetros de Shiraz, importante ciudad del sur de Irán con conexiones aéreas diarias con la capital, Teherán. En Shiraz se puede contratar un viaje organizado para pasar la mañana en Persépolis en cualquiera de las decenas de agencias que ofrecen sus servicios en las calles principales.

- El precio de la entrada es de unos 6 euros.

- En los meses calurosos es mejor ir temprano porque el sol es muy intenso.

- Una vez en la ciudad, es obligatorio ir a Naqsh-i Rustam, cementerio real

Este cementerio de la dinastia aqueménida es el complemento obligado de la visita a Persépolis. Tres tumbas reales excavadas en plena roca (en la foto aparecen dos de ellas) en un pared vertical. Aún conservan bajorelieves decorativos y el único acceso posible a ellas era y es a través de largas escaleras. Estas tumbas pertenecen a los constructores de Persépolis, los monarcas Darío I, Jerjes y Artajerjes. La única manera de llegar hasta las tumbas es en taxi, desde Persépolis el trayecto es de unos diez minutos y no hace falta dar muchas explicaciones a los taxistas, ellos saben perfectamente lo que le interesa ver al turista.

http://www.galeon.com/iranviaje/aficiones703561.html

http://www.futuropasado.com/?p=508

http://www.persepolis.ir/

Persépolis (del griego Περσέπολις, Persépolis, literalmente «la ciudad persa»), en antiguo persa: Pars, en persa moderno: تخت جمشید, Tajt-e Yamshid «el trono de Yamshid», fue la capital del Imperio persa durante la época aqueménida. Se encuentra a unos 70 km de la ciudad de Shiraz, provincia de Fars, Irán, cerca del lugar en que el río Pulwar desemboca en el Kur (Kyrus) (29°56′4″N 52°53′25″E).

Su construcción, comenzada por Darío I, continuó a lo largo de más de dos siglos, hasta la conquista del Imperio persa por Alejandro Magno.

Primer periodo: Darío I: (518 a 490 a. C.)

Terraza

Apadana (palacio, escalera Este)

Tesoro

Segundo periodo: Darío I - Jerjes I: (490 a 480 a. C.)

Tachara

Escalera de Persépolis

Puerta de todas las naciones

Apadana (escalera Norte)

Tercer periodo: Jerjes I: (480 a 470 a. C.)

Hadish

Harén

Tripylon

Palacio D

Cuarto periodo: Artajerjes I

Palacio de las 100 columnas

Palacio de Artajerjes I

Guarnición

Quinto periodo

Tumba de Artajerjes II

Palacio de Artajerjes III

Sala de las 32 columnas

Tumba de Artajerjes III

Vía de las procesiones

Puerta inacabada

Tumba inacabada

Desconocido

Construcciones del Sur

La primera capital del Imperio persa aqueménida fue Pasargada, pero hacia 512 a. C. el rey Darío I el Grande emprendió la construcción de este masivo complejo palaciego, ampliado posteriormente por su hijo Jerjes I y su nieto Artajerjes I. Mientras las capitales administrativas de los reyes aqueménidas fueron Susa, Ecbatana y Babilonia, la ciudadela de Persépolis mantuvo la función de capital ceremonial, donde se celebraban las fiestas de Año Nuevo. Construida en una región remota y montañosa, Persépolis era una residencia real poco conveniente, y era visitada principalmente en primavera.

En 330 a. C., Alejandro Magno, en su campaña de Oriente, ocupó y saqueó Persépolis, incendiando el Palacio de Jerjes, para simbolizar quizá el fin de la guerra panhelénica de revancha contra los persas.

En 316 a. C., Persépolis era todavía la capital de Persis, una provincia del nuevo Imperio Macedónico. La ciudad decayó gradualmente durante el periodo seléucida y las épocas posteriores. En el siglo III, la cercana ciudad de Istakhr se convirtió en centro del Imperio sasánida.

Contenido

Construcción

Tras haber continuado la obra de Ciro II en Pasargada y paralelamente a los importantes trabajos de construcción emprendidos en Susa, Darío I decidió establecer una nueva capital; esta decisión es generalmente interpretada como una voluntad de distinguirse de la rama principal de los aqueménidas, a la que Pasargada estaba fuertemente ligada.

Eligió para eso una ciudad que ha sido identificada con Uvādaicaya (Mattezsi en babilonio). Esta ciudad debía tener ya cierta importancia política puesto que Darío hizo ejecutar a Vahyazdāta, su principal opositor persa, en 521 a. C. Por otro lado, se atestigua la presencia de palacios y de puertas monumentales que se remontan a Ciro y Cambises II, así como una tumba inacabada probablemente destinada a Cambises. Las tablillas babilonias muestran que se trataba de un centro urbano desarrollado, activo y poblado, que tenía relaciones comerciales con Babilonia, y era capaz de asegurar los medios logísticos y alimenticios para una obra de esta magnitud.1 Pierre Briant, historiador de la Persia aqueménida, apunta que la puesta en práctica, cronológicamente cercana, de obras importantes en Susa y Persépolis supuso la movilización de medios considerables. De hecho, estas construcciones entran en el marco de un plan global de reajuste de las residencias reales con vistas a enseñar a todos que "el advenimiento del nuevo rey marca una refundación del imperio".2

Capitales aqueménidas.

Darío eligió como emplazamiento para su nueva construcción la parte baja de la formación rocosa del Kuh-e Rahmat, que se convirtió así en el símbolo de la dinastía aqueménida. Hizo erigir la terraza, los palacios (Apadana, Tachara), las salas del Tesoro, así como las murallas. Es difícil datar con precisión la construcción de cada monumento. La única indicación irrefutable es suministrada por las tablillas encontradas en el sitio que atestiguan la existencia de actividad constructiva al menos desde 509 a. C., cuando se produjo la construcción de las fortificaciones.

Se puede atribuir, en cambio, la mayoría de las construcciones a los períodos correspondientes a los reinados de los soberanos posteriores.3

Las construcciones de Darío fueron luego acabadas y completadas por sus sucesores: su hijo Jerjes I añadió al complejo la Puerta de todas las Naciones, el Hadish, o incluso el Tripylon, y bajo Artajerjes I en 460 a. C., 1149 artesanos se encontraban presentes en las obras.4 El sitio permaneció en construcción hasta, por lo menos, 424 a. C., y quizás hasta la caída del Imperio persa: una puerta quedó inacabada, así como un palacio atribuido a Artajerjes III.5

Al contrario de otras construcciones monumentales antiguas, griegas o romanas, la construcción de Persépolis no se llevó a cabo con mano de obra esclava, sino que trabajaron en ella obreros provenientes de todos los países del imperio: Babilonia, Caria, Jonia, o Egipto.6

Destrucción

El Imperio aqueménida.

Protegida por su ubicación en el corazón del Imperio aqueménida, Persépolis no contaba con defensas sólidas. Además, la posición al pie del Kuh-e Ramât representa un punto flaco a causa del débil desnivel al este, entre la terraza y el suelo. Este lado estaba protegido por una muralla y por torres7 ,.

La información acerca de la conquista y destrucción de Persépolis por Alejandro Magno procede principalmente de los textos de historiadores antiguos, especialmente Plutarco,8 Diodoro Sículo,9 y Quinto Curcio Rufo.10

Ciertos elementos arqueológicos corroboran sus juicios, pero su versión de la destrucción de la ciudad es discutida: Duruy la pone en duda pues «vemos que poco tiempo después de la muerte del conquistador, el sátrapa Paucestes sacrifica allí a las almas de Filipo y de Alejandro».11

Según Plutarco, Diodoro Sículo y Quinto Curcio Rufo, la caída de Persépolis fue seguida de la matanza de sus habitantes y del saqueo de sus riquezas. Tiridatas, guardia del tesoro, hizo llevar ante Alejandro, cuyo ejército se acercaba, una carta de rendición en la que le ofrecía entrar a Persépolis como vencedor. De este modo, Alejandro podría hacerse rápidamente con las riquezas de la ciudad. Los textos, sin embargo, no mencionan su respuesta. Diodoro y Quinto Curcio Rufo se refieren, así mismo, al encuentro del ejército macedonio con un grupo de 4000 prisioneros griegos mutilados, o que habían sufrido malos tratos por parte de los persas, en camino hacia Persépolis.

Tras haber tomado la ciudad en 331 a. C., Alejandro dejó una parte de su ejército y continuó su marcha. No regresó a Persépolis hasta algún tiempo después. Al final de un día de borrachera en honor de la victoria, Persépolis fue incendiada por orden del conquistador en mayo de 330 a. C.12 Las razones que motivaron esta destrucción son controvertidas. Plutarco y Diodoro relatan que un Alejandro borracho de vino habría lanzado la primera antorcha sobre el palacio de Jerjes a instigación de Tais, más tarde esposa de Ptolomeo, quien lanzó la segunda. Tais habría exhortado a Alejandro y sus compañeros de armas a vengar así el saqueo de Atenas por Jerjes I. Esta hipótesis podría ser corroborada por la intensidad de las destrucciones del Tripylon y del Hadish, que muestra que estos edificios construidos por Jerjes sufrieron en el incendio más que otros.13 Algunos autores afirman que el encuentro de los prisioneros mutilados, que provocaron la cólera y la tristeza del soberano, constituyó un motivo suplementario de represalias.

En realidad, los historiadores suelen sostener hoy en día que la razón de la destrucción de Persépolis fue aparentemente de orden político, reflejándose una decisión meditada por parte de Alejandro. Cuando el vencedor había ordenado salvar las ciudades tomadas y especialmente Babilonia, no ahorrando ningún gesto para reconciliarse con la población persa, hizo en Persépolis un gesto de alto alcance simbólico dictado por el contexto persa: el corazón ideológico del poder aqueménida se hallaba siempre en las capitales persas. Habiendo hecho la población un acto de sumisión forzada o voluntaria, permanecía sin embargo todavía vinculada ideológicamente a Darío III, el soberano legítimo, y estaba en malos términos con los conquistadores. La decisión fue pues incendiar el santuario dinástico persa para hacer patente a la población el cambio de poder.14 Duruy dice así que «Alejandro quiso anunciar a todo el Oriente, mediante esta destrucción del santuario nacional, el fin del dominio persa».11

Los escritos antiguos mencionan el arrepentimiento expresado más tarde por un Alejandro apenado por su comportamiento. Para Briant, este arrepentimiento implica, de hecho, que Alejandro reconocía su fracaso político.14

La destrucción de Persépolis marca el fin del símbolo del poder aqueménida. El primer Imperio persa desapareció completamente con la muerte de Darío III, último emperador de su dinastía. La helenización comenzó con los seléucidas. Persépolis continuó, sin embargo, siendo utilizada por las dinastías persas sucesivas. Al pie de la terraza se encuentra un templo, quizás construido por los aqueménidas, y reutilizado por los seléucidas, luego por los fratadaras.

La ciudad baja fue abandonada progresivamente en beneficio de su vecina Istakhr en la época parta. Los grafitis atribuibles a los últimos reyes de Persia bajo los partos o al principio de la época sasánida muestran que el sitio había quedado, sin embargo, ligado a la monarquía persa, al menos simbólicamente. Por otra parte, una inscripción en pahlevi relata que un hijo de Ormuz I u Ormuz II dio un banquete y procedió a ofrecer un servicio de culto en Persépolis, que pudo seguir como lugar de culto varios siglos después del incendio de 330 a. C. Persépolis sirvió igualmente de referencia arquitectónica para ciertos elementos de las construcciones sasánidas como el palacio de Firuzabad.15

http://es.wikipedia.org/wiki/Persépolis

http://en.wikipedia.org/wiki/Persepolis

http://www.irantravelingcenter.com/persepolis_perspolis_iran.htm

http://www.flickr.com/photos/mayhlen/tags/persepolis/

http://www.flickr.com/photos/adavey/sets/72157624204166426/with/4690527045/

http://www.flickr.com/photos/maryloosemore/tags/persepolis/

http://www.flickriver.com/photos/27784269@N06/sets/72157605724793144/

http://www.flickr.com/photos/t_p_s/sets/72157617376698495/with/3486012510/

http://www.flickr.com/photos/youngrobv/sets/72157600203944983/

http://www.flickr.com/photos/neumeyer/tags/persepolis/

http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=351718&page=175

http://www.cais-soas.com/CAIS/Archaeology/Hakhamaneshian/persepolis.htm

http://persepolisrug.blogspot.com.es/

Vídeo:

Web recomendada: http://www.persepolis.ir/

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