Nombre:
Otro: Bragança
Localización:
Tipo: Urbanismo
Categoría:
Foto:
Voto:
Continente: Europa
País: Portugal
Localización: Distrito de Braganza, Región de Trás-os-Montes
Año: 1187
Estado: Terminado
Descripción:15 mejores cosas que hacer en Bragança (Portugal)
Una hermosa ciudad vieja en dos partes, el terreno elevado de Bragança está gobernado por la ciudadela y el castillo, mientras que a orillas del río Fervença debajo se encuentra la nueva ciudad. A decir verdad, la nueva ciudad tampoco es muy nueva, ya que la antigua catedral aquí es de 1500.
La ciudadela medieval y el castillo de arriba están en gran forma, con detalles originales y un tranquilo vecindario de calles empedradas defendidas por las paredes. El campo debe figurar en sus planes, ya sea que recorra los pueblos de granito en el Parque Natural de Montesinho o diríjase hacia el sur hasta la playa de la Bandera Azul en el embalse de Azibo.
Exploremos las mejores cosas que hacer en Bragança :
1). Castillo de Bragança
Subiendo por encima de la ciudadela de Bragança y visible por millas a la redonda se encuentra la fortaleza del siglo XV.
Tiene 17 metros de ancho y 33 metros de alto, ordenado por el rey Juan I y construido sobre una fortaleza anterior del siglo XII.
Lo especial de este edificio es que no ha necesitado mucha restauración, por lo que lo que ves ha cambiado poco desde el siglo XV.
Hay pequeños florituras góticas como las ventanas trazadas y el escudo de armas de la Casa Real de Avis del Rey Juan.
Puede ver el interior visitando el Museo Militar, al que llegaremos en breve, y llegar al techo, que tiene vistas épicas de la ciudad y las colinas boscosas del Parque Natural de Montesinho.
2). Domus Municipalis
Este edificio de granito pentagonal en el centro de la ciudadela ha desconcertado a los historiadores durante más de un siglo.
Nadie está muy seguro de exactamente para qué estaba destinado, o incluso cuándo fue construido.
La mayoría de las estimaciones lo colocan en los siglos XIII o XIV.
Puede haber sido pensado como una cisterna o sala de reuniones públicas.
De cualquier manera, sigue siendo uno de los únicos ejemplos de arquitectura cívica románica que se encuentran en Portugal, y usted es libre de entrar y llegar a su propia conclusión.
Una secuencia de ventanas de arco semicircular deja entrar la luz, y hay un banco de piedra alrededor del interior del primer piso.
3). Ciudadela
Rodeada de muros almenados y comandada por el castillo, la ciudadela medieval está en la cima de una colina al este de la nueva ciudad.
Para entrar tienes que pasar por las puertas de piedra, y una vez que estés dentro de las paredes puedes encontrar escaleras para levantarte a las almenas para que puedas manejar las defensas como una guardia medieval.
La ciudadela es más antigua que el castillo actual, data de la década de 1130 y tiene una red de carriles de adoquines rectos.
Es un lugar tranquilo y tranquilo con talleres artesanales y algunos bares y restaurantes.
Para echar un vistazo a las tradiciones locales, visite el Museu Ibérico da Máscara e do Traje, que tiene las máscaras rituales y los disfraces para festivales en la región.
4). Museu do Abade de Baçal
Fuera de los muros de la ciudadela en la ciudad baja se encuentra el antiguo palacio episcopal de Bragança.
A principios del siglo XX, el edificio se convirtió en un museo para toda la región del noreste de Trasmontano, con escondites de arte, arte arqueológico y monedas donados por escritores locales y figuras militares.
También hay algunos tesoros religiosos espléndidos como un arca de madera para aceites de unción sagrada, un tríptico del martirio de San Ignacio y varias estatuas policromadas barrocas.
Como testimonio de la importancia de Bragança en tiempos pasados, el museo tiene las medidas estándar manuelinas (siglo XVI) para líquidos y pesos, mientras que desde el pasado distante son hachas de mano, puntas de flecha, estelas funerarias, monedas, hitos y cerámicas.
5). Sé Velha de Bragança
En 2001, Bragança obtuvo una nueva catedral especialmente diseñada.
Reemplazó a esta bonita iglesia en la nueva ciudad, que nunca tuvo las dimensiones correctas.
De todos modos, la antigua catedral es un monumento fabuloso, construido como una iglesia del convento en la década de 1560 y luego convertido en un colegio jesuita.
Cuando los jesuitas fueron expulsados de Portugal en el siglo XVIII, se convirtió en la catedral.
Algunas de las muchas cosas que merecen su atención son el portal renacentista, el arco triunfal que lleva el emblema de la ciudad y el altar, la brillante carpintería pintada de oro de la década de 1700.
6). Museu Militar De Bragança
Tomando los cuatro pisos de la fortaleza hay un museo militar creado por primera vez en 1929 cuando el décimo regimiento de infantería portugués fue descuartizado aquí.
Cuando el ejército finalmente partió de la ciudadela, el museo se fue con ella, para ser readmitido en 1983 con toda la colección original.
Estos son brazos ligeros como dagas, espadas, rifles y pistolas desde la década de 1200 hasta la Primera Guerra Mundial.
Muchas de las piezas más atractivas son de las campañas africanas de Portugal a fines del siglo XIX.
Entre ellos se encuentran los artículos personales de Gungunhana, un rey tribal que se rebeló contra el imperio portugués y vivió sus días en el exilio en las Azores.
7). Igreja Santa Maria
Dentro de la ciudadela, al lado de Domus Municipalis, se encuentra la iglesia más antigua de Bragança, aunque todo lo que queda de su edificio románico original es la planta.
El resto recibió una sucesión de cambios de imagen entre los años 1500 y 1700 cuando también se agregaron las capillas laterales renacentista y barroca.
Antes de entrar, echa un vistazo al portal barroco, que está flanqueado por dos audaces columnas salomónicas decoradas con patrones de vid.
Las cosas que te golpearon en el interior son el techo de bóveda de cañón pintado que retrata la Asunción de María, y el lujoso altar barroco en la capilla principal.
8). Igreja de Castro de Avelãs
El monasterio benedictino, a tres kilómetros del centro de Bragança, fue una vez una institución rica y poderosa, que ofrecía alojamiento y un lugar para adorar a los peregrinos en el Camino de Santiago.
Fue construido en los siglos XII y XIII, pero entró en declive en la década de 1500 después de que fue absorbido por la diócesis de Miranda do Douro.
La característica sobresaliente es el chevet románico en la iglesia, con sus tres capillas de ábside radiantes.
Estos tienen tres niveles de arcos ciegos semicirculares delgados, un diseño que no se puede encontrar en ningún otro lugar del país.
9). Centro de Arte Contemporáneo Graça Morais
La aclamada pintora contemporánea, Graça Morais, tiene estrechos vínculos con Bragança, después de haber venido a la escuela aquí en la década de 1960.
Este museo, fundado en 2008, tiene un espacio reservado para su arte, con exposiciones que se actualizan cada pocos meses.
Estos se ejecutan junto a exposiciones temporales para todo tipo de disciplinas.
Ya sea que sea un amante del arte o no, el edificio merece unos minutos: el centro fue obra de Eduardo Souto de Moura, quien diseñó un anexo moderno para una sala del siglo XVII que anteriormente había sido ocupada por el Banco de Portual.
10). Centro Ciência Viva de Bragança
En 2007, un molino de agua histórico y su vecina planta hidroeléctrica en el río Fervença se convirtieron en un centro de ciencias interactivo y museo para niños.
Los adultos quedarán impresionados con la arquitectura de la moderna carcasa de vidrio y una terraza junto al río con asientos en el café.
Los niños pueden quedar atrapados en algunos juegos y experimentos sutilmente educativos sobre temas de energía eólica, medio ambiente y reciclaje.
Las exhibiciones en el antiguo molino (Casa da Seda) tratan sobre la producción tradicional de seda en la región de Trás-os-Montes.
11). Parque Natural Montesinho
Para dejar atrás la civilización durante unas horas, puede aventurarse en este parque natural que comienza directamente al norte de la ciudad.
El parque tiene solo unas pocas aldeas aisladas ubicadas en unas 74,000 hectáreas de picos de granito, verdes prados, páramos y bosques de robles.
La vida silvestre abunda en esta parte despoblada del país, y alrededor del 70% de todas las especies registradas en Portugal hacen un hábitat aquí.
Eso va para el lobo ibérico, que puede ser una amenaza para los granjeros, que han criado al resistente perro de ganado Transmontano para proteger a sus rebaños.
Los caminantes y los ciclistas de montaña pueden rastrear los ríos Sabor, Maçãs y Baceiro, pasando puentes romanos, aldeas y antiguos molinos de agua que aún funcionan correctamente.
12). Aldeia de Montesinho
Tejido en el bosque y los pastos del parque natural se encuentra el pueblo homónimo.
Montesinho es tan pintoresco como parece, con casas de piedra rústica bien cuidadas que tienen techos de pizarra y balcones de madera.
En las calles empedradas doblarás una esquina y te encontrarás con vistas de montaña que te dejarán sin aliento.
En una de las casas tradicionales hay una interpretación para el parque natural, que revela su geología y especies nativas, así como los oficios y costumbres de las personas que viven aquí.
No muy lejos hay una presa hidroeléctrica Serra Serrada de 1.500 metros de largo, mientras que las misteriosas ruinas del complejo minero Portelo, una vez líder en la nación, también están cerca.
13). Río de Onor
En el parque natural, justo en la frontera con España, se encuentra este pueblo pastoral fronterizo que parece ser un museo al aire libre.
El entorno remoto y la dureza del entorno local ayudaron a dar lugar a una forma distintiva de hacer las cosas, descrita como una “aldeia comunitária” o pueblo comunitario.
Los aldeanos comparten casi todo lo necesario para sobrevivir, incluidos el ganado, las tierras de cultivo, las herramientas y los hornos de pan, y se espera que todos contribuyan.
Además de un sistema autónomo, Rio de Onor incluso desarrolló su propio dialecto, aunque ahora está desapareciendo.
14). Albufeira do Azibo
Se ha designado un paisaje protegido alrededor de este depósito de agua a poca distancia al sur de Bragança.
La vegetación fresca a su alrededor proporciona un hábitat para águilas, grebes de cresta grande, garzas, cigüeñas y aguiluchos.
Hay señales de información que le dicen lo que puede ver en los senderos alrededor de la orilla.
Y el embalse se verá especialmente atractivo en verano: la costa norte tiene la Fraga da Pegada, una playa que se elogia con la Bandera Azul cada año.
Si necesita un lugar para relajarse durante unas horas, hay un restaurante con terraza al aire libre y un parque infantil.
15. Cocina local
La comida en Bragança es simple, abundante y nunca tiene que viajar lejos a su mesa.
En un lugar donde los inviernos pueden ser amargos, la carne es un alimento básico y aparece en la mayoría de los platos.
Pruebe el filete de ternera Mirandesa, que proviene del ganado que pasta en los túmulos de lima, o el niño cabra Montsinho, que se alimenta de hierbas silvestres en las colinas.
Hay muchos guisos aromáticos y cálidos, normalmente para juegos como conejos pero que contienen casi cualquier cosa a mano, mientras que las salchichas y las carnes curadas nunca están lejos de la mesa.
https://elblogdelviajero.com/15-mejores-cosas-que-hacer-en-braganca-portugal/
Braganza, Portugal
Descubre cómo es la ciudad de Braganza y no dejes de visitarla en tu paso por el Norte de Portugal.
Braganza (Bragança), capital histórica de la región de Tras-os-Montes, es al mismo tiempo una ciudad con grandes avenidas y un pueblo medieval con almenas desde donde se puede contemplar el campo, el bosque y las pequeñas granjas que la rodean.
El atractivo más emblemático de esta localidad radica en su antigua ciudadela amurallada, encaramada en lo alto de una colina en el extremo oriental. Tras pasar sus puertas con arcos observarás cómo este barrio medieval ha sido excelentemente conservado. De él merece la pena visitar el Castillo de Braganza, con la Torre de la Princesa y la Torre del Homenaje.
El principal eje de la ciudad (Av. João da Cruz, Rua Almirante Reis, Rua Combatentes da Grande Guerra y Rua Trindade Coelho) discurre hacia el Sureste, desde la estación de autobuses hasta la ciudadela, siendo el punto neurálgico la Praça da Sé.
Entre los tejados de su magnífica ciudadela despuntan el campanario de la Iglesia de Santa María y la Torre del Homenaje del Castillo de Braganza, adornada con elegantes ventanas góticas geminadas. La entrada al interior de las murallas se realiza por un pasadizo con dos puertas, la primera es conocida como Porta de Santo António, mientras que la segunda es conocida como Porta da Vila.
A un lado del castillo una plazuela, repleta de árboles centenarios, acoge el Pelourinho (Picota) gótico, que tiene como base un jabalí prerromano que se cree que es de la Edad de Hierro.
Uno de los monumentos más interesantes de la ciudad es el Domus Municipalis, un antiguo consistorio de planta irregular y trazas medievales que fue erigido en el siglo XII y que está casi pegado a la Iglesia de Santa María.
A los pies de la ciudadela, antes de entrar en la parte baja de la ciudad, se alza la Iglesia de São Vicente, de origen románico, en la cual se cree que tuvo lugar la boda secreta del rey Dom Pedro con Doña Inês de Castro.
En la Rua Abilio Beça podrás visitar el Museo do Abade de Baçal, que ocupa los dos pisos y el jardín de un antiguo Palacio Episcopal, donde se exponen obras de artes y vestigios arqueológicos.
Ya en la parte baja de la ciudad, merece la pena visitar la Sé o Catedral antigua de Braganza, antigua iglesia de jesuitas con capillas barrocas y una decoración interior a base de azulejos.
Frente a la catedral se exhibe un Cruceiro de 1869 sobre una columna salomónica.
En los alrededores de la Praça da Sé podrás visitar varios edificios que forman parte del patrimonio de la ciudad, tales como la Iglesia da Misericórdia, que se encuentra cubierta de azulejos; el Solar dos Calaínhos (del siglo XVII), con sus nueve puertas y escudo con las armas de los Samentos Pimentéis Morais e Ferreiras; y el Solar dos Veiga Cabral (1764), que acoge el Centro de Arte Contemporânea.
En la cercana Rua Dr. Herclano de Conceição podrás visitar el Museo Etnográfico Dr. Belarmino Afonso.
La visita a Braganza, pese a lo que muchos creen, no se limita a la ciudadela y la zona de la catedral, ya que ésta ha sido una de las ciudades portuguesas que mejor se ha sabido adaptar al paso del tiempo, y cuenta con un trazado urbano de grandes avenidas, en cuyas rotondas principales se han instalado conjuntos escultóricos de gran simbolismo que merece la pena ser visto. Los mejores ejemplos se encuentran en la Rotunda 23 de Abril, la Rotunda Homenagem ao Lavrador, y la Rotunda do Sabor.
En cuanto a nuevas edificaciones resultan interesantes el Teatro Municipal Filipe Oliveira Dias, situado en la Praça Professor Cavaleiro de Ferreira y el Centro Comercial Fórum Theatrum.
Esta ciudad, conocida como Bragantia por los celtas y como Juliobriga por los romanos, es milenaria, y su ubicación a tan sólo unos kilómetros de la frontera con España la convirtió en una importante plaza en las interminables batallas entre España y Portugal.
Su ciudadela amurallada fue erigida por Afonso Henriques, primer rey de Portugal en el año 1130; mientras que su hijo, Sancho I, mejoró sus fortificaciones y ordenó construir el Castillo de Braganza tras arrebatar la ciudad al rey de León en el año 1187.
En 1442 Afonso V creó el Ducado de Braganza para su tío, que era hijo ilegítimo de del rey João I, dando lugar a una de las familias nombres más ricas y poderosas de Portugal.
Braganza ejerció un importante papel durante las Guerras Napoleónicas, es más, fue precisamente en este lugar donde Sepúlveda lanzó su llamamiento a la resistencia contra las tropas francesas.
Una fecha interesante para visitar Braganza es durante principios del mes de mayo, ya que es cuando la ciudadela acoge por tres días la Feira das Cantarinhas, la mayor feria callejera de artesanía tradicional de la región.
En los alrededores, además del Parque Natural de Montesinho, resulta interesante visitar las localidades de Miranda do Douro y Mirandela.
https://www.turismoenportugal.org/braganza
Cosas qué hacer en Bragança, Portugal
En la región de Trás-os-Montes, justo debajo del Parque Natural de Montesinho, está Bragança, una ciudad histórica con dos caras. En una parte, hay el casco antiguo, protegido por almenas medievales y con un castillo en una colina; por otro lado, la zona nueva, con sus blancas casas urbanas y con el río Fervença a sus pies.
La mayoría de atracciones turísticas de Bragança están dentro de la fortaleza, pero también vale la pena explorar el exterior para estar en contacto con la naturaleza y relajarse en las playas fluviales.
Entrad a la fortaleza de Bragança
El casco antiguo de Bragança se encuentra dentro de los muros de una fortaleza del Siglo XII. Para llegar hasta allí, tendréis que ir dirección a la torre. Dentro, encontraréis restaurantes, tiendas artesanales y muchos de los paisajes típicos de la ciudad, como por ejemplo el castillo. Este data del Siglo XV y se trata de una de las imágenes más características de Bragança. Actualmente contiene el Museo Militar, que muestra una colección de armas, espadas y armaduras, que datan desde la época medieval hasta la época de la dictadura. Una vez hayáis visto la exhibición, aseguraros de subir hasta arriba, a unos 33 metros de altura y disfrutad de las vistas panorámicas de la ciudad y del Parque Natural de Montesinho. Las murallas están bien conservadas, y podréis caminar por el centro desde ahí.
Visitad la Igreja de Santa María
A pocos pasos del castillo, encontraréis la Igreja de Santa María. Data del Siglo XVI, y es una de las iglesias más antiguas de la ciudad. Se ha ido reformando a lo largo de los siglos, así que muestra una mezcla de estilos, desde renacentista hasta barroco. La puerta principal destaca por sus dos columnas ornamentadas, pero vale la pena entrar para ver su opulento altar y su brillante pintura en el techo representado la Asunción.
Visitad el Domus Municipalis
Al lado de la iglesia, encontraréis el Domus Municipalis. Este edificio pentagonal es uno de los pocos ejemplos de la arquitectura románica en Portugal. Los historiadores no están seguros de su data exacta, pero algunos estiman que es del Siglo XIII o XIV. Por encima de sus ventanas semicirculares hay medallones tallados que decoran, tanto su exterior como su interior. Su techo de terracota fue añadido durante el Siglo XX, mientras era restaurado.
Aprended sobre las festividades locales en el Museu Ibérico da Máscara e do Traje
Abierto desde 2007, este pequeño museo muestra coloridas vestimentas de festivales usados en la región de Trás-os-Montes y en Zamora, España. Por sus tres plantas, veréis vestimentas completas usadas durante carnavales y otras festividades locales, y también una selección de máscaras de madera tallada, todo esto mientras escucháis música tradicional.
Ved la antigua y la nueva catedral
Establecida en el Siglo XVI, la Ibreja de São João Baptista fue la primera catedral de Bragança. Su entrada renacentista destaca entre sus blancas paredes, igual que el campanario con sus ventanas en arco. Dentro, un altar dorado constituye en epicentro, y hay acceso a un pequeño patio rodeado de claustros.
En 2001, la ciudad adquirió una nueva catedral, situada a pocos pasos de la antigua. La Igreja de Nossa Senhora Rainha es una iglesia contemporánea diseñada por el arquitecto Vasallo Rosa. Vale la pena entrar para ver sus impresionantes paneles de cerámica detrás del altar.
Seguid el Corredor Verde do Fervença
Por la tarde podéis dar un paseo por el Corredor Verde do Fervença. Este verde camino tiene dos secciones: una que va desde el castillo hasta la Rua dos Batoques y otra que va desde Batoques hasta el Ponte do Fervença. Os sugerimos que cojáis la ruta desde Rua dos Batoques y que la sigáis hasta el río. Podéis ir parando por el camino para hacer un picnic o para sentaros en un banco para admirar las vistas.
Admirad la Igreja de Castro de Avelãs
Vale la pena desplazarse hasta Casto de Avelãs, en las afueras de Bragança, para ver el impresionante monasterio benedictino. Construido durante el Siglo XII, sobresale con sus tres capillas absidales. Las paredes exteriores muestran un patrón de arcadas ciegas que se diferencia de cualquier otro monasterio en el país. Pegada a esta prominente estructura, encontraréis una humilde iglesia del Siglo XVIII.
Relajaros en Albufeira do Azibo
Dirigiros al Sur de Bragança, y acabaréis en este increíble embalse de agua. Albufeira do Azibo es un paisaje protegido y es el hogar de una gran variedad de especies de pájaros, desde águilas hasta garzas y cigüeñas. Es una zona ideal para la observación de aves, y hay muchos caminos señalizados para ir en bici o hacer senderismo. En verano, multitud de locales se dirigen al embalse para nadar en Fraga da Pegada o en la Praia da Ribeira, dos playas excepcionales que rodean el lago. También se pueden alquilar canoas y botes de pedales. Si venís durante la temporada de carnaval, tenéis que parar en el pueblo de Podence y uniros a las fiestas folclóricas tradicionales.
Otras cosas que hacer en Bragança
Si os quedáis unos días en la ciudad, hay muchos sitios que podéis visitar. Podéis ir a otros museos como el Museu do Abade de Baçal o al Centro de Arte Contemporânea Graça Morais.
El primero presenta pinturas y objetos religiosos, el otro es un museo de arte contemporáneo dedicado a la pintora portuguesa Graça Morais.
Para las familias que viajen con niños, el Centro Ciência Viva de Bragança ofrece una variedad de juegos científicos interactivos. Dentro del museo, también hay la Casa da Seda, que incluye una exhibición de la tradicional producción de seda en la región.
Los amantes de la naturaleza deberían dirigirse hacia el norte y explorar el Parque Natural de Montesinho. Este paisaje protegido se alarga unas 70,000 hectáreas y rebosa de vida silvestre. Aquí podréis ver muchas especies, desde el lobo ibérico en las montañas hasta nutrias abajo en el río. Es la localización perfecta para hacer senderismo o ciclismo, y hay muchos caminos para seguir. A los niños les encantará el Parque Biológico de Vinhais, donde podrán interactuar con los animales de cerca.
En verano, podéis ir a nadar en la playa fluvial, como la Praia Fluvial de Fresulfe o la Praia da Soeira. Dentro del parque también hay algunas aldeas remotas que vale la pena visitar, como Montesinho y Rio de Onor. La primera tiene el centro de interpretación del parque, mientras que la última se encuentra justo en medio de la frontera con España, con casas de esquisto en ambos lados del río.
https://www.iberian-escapes.com/braganca-es.html
Braganza (en portugués y oficialmente Bragança) es una ciudad portuguesa, capital del distrito homónimo (en la actualidad el más despoblado de Portugal), que se sitúa en la región de Trás-os-Montes (Norte) y la comunidad intermunicipal Tierras de Trás-os-Montes. Es cabeza de uno de los municipios portugueses de mayor extensión, con 1173,6 km² de superficie y 35 341 habitantes1 (2011) y 34 freguesias. El municipio está limitado al norte y al este por España (Sanabria, Zamora), al sureste por el municipio de Vimioso, al suroeste por Macedo de Cavaleiros y al oeste por Vinhais. Es una de las ciudades más septentrionales del Portugal continental. Los celtas dieron el nombre Brigantia a la ciudad, fundada en el siglo II a. C. Posteriormente se latinizó pasando a denominarse Bragança. El nombre celta es el origen del gentilicio más generalizado: brigantino/a.
Situada en la altiplanicie noreste, en las faldas de la sierra de Montesinho, constituye la principal población de la provincia de Trás-os-Montes. Constituye un importante centro cultural que debe su notable crecimiento de población y el desarrollo de la ciudad en su conjunto a la creación del Instituto Politécnico de Braganza (5300 alumnos) y diversos servicios, así como al regreso de emigrantes venidos de Francia y de Alemania.
Historia
Historia temprana
La evidencia arqueológica permite determinar el asentamiento humano de esta región en el Paleolítico. Durante el Neolítico, hubo un crecimiento de asentamientos humanos productivos que se concentraron en la siembra y domesticación de animales, con una religión naciente. Hay muchos vestigios de estas comunidades antiguas, que incluyen cerámica, implementos agrícolas, pesas, puntas de flecha y joyas modestas, todo tallado en la roca. Muchos de estos artefactos se encontraron en montículos funerarios, como el túmulo de Donai (en su mayoría destruido). Hay muchos indicios de construcciones megalíticas repartidas por toda la región. Se cree que las comunidades prehistóricas más grandes se desarrollaron en Terra Fría, probablemente en la parte final de la Edad del Bronce (1000-700 a.C.). Durante este período, la cultura celta o castrista de estructuras urbanas fortificadas dio como resultado asentamientos amurallados, situados en áreas elevadas, con una amplia vista panorámica para la defensa. Estas comunidades sobrevivieron esencialmente de la agricultura de subsistencia.
La colonización romana, que se produjo a finales de la dominación romana, resultó en el establecimiento de la propiedad privada y el alejamiento de los bosques, además de los cambios organizativos que dieron lugar a la evolución administrativa, material y cultural. Los vestigios de las sociedades castro luso-romanas son evidentes en el Castro de Sacóias y el Castro de Avelãs. Durante algún tiempo se denominó Juliobriga, nombre otorgado por el emperador Augusto en homenaje a su tío Julio César. En estas excavaciones, los arqueólogos modernos han descubierto restos funerarios, monedas e implementos. El Castro de Avelãs (a unos tres kilómetros de Braganza) fue un importante centro en la vía militar hacia Astorga, aunque hay muchos ejemplos (en Alfaião, Aveleda, Carrazedo, Castro de Avelãs, Donai, França, Gostei, Meixedo, Pinela, Quintela Lampaças, etc.) de la presencia romana.
El área estaba dominada por dos comunidades étnicas: los zoelas, con sede en Castro de Avelãs, y una ciudad lusitana bajo la dirección de los banienses en la parte sur del distrito. Un mapa latino, Atlas de Gotha de Justus Perthes, menciona tres asentamientos dentro de esta región: Aquae Flaviae (Chaves), Veniatia (Vinhais) y Zoelae (su sede en Zoelas, hoy Castro de Avelãs) sin mencionar ninguna referencia a un nombre similar a Braganza.2 Durante la colonización romana, formó parte de Gallaecia y dependía administrativamente de Astorga, en el eje atlántico de una calzada romana desde Meseta, que controlaba el comercio de oro, hierro y plata. Las referencias a un asentamiento con el nombre similar a Braganza se produjeron en los actos del Ayuntamiento de Lugo (569 d.C.) sobre la Vergancia. Una referencia similar de Wamba (666 d.C.) se refería a Bregancia, y donde supuestamente nacieron dos mártires cristianos (Juan y Pablo).
Edad media
Los registros de los reinos protogermánicos suevo y visigodo son pocos, probablemente un indicio del avance de las comunidades rurales agrarias y pastorales durante su ocupación y asentamiento. Referencias toponímicas como Gimonde, Guadramil y Samil son algunos de los restos de este período.2
Aunque quedaron algunos nombres de lugares (como Alfaião, Babe, Baçal, Bagueixe, Mogadouro), la influencia de la civilización islámica en las regiones del norte y el Duero (así como en las zonas montañosas) fue muy pequeña. Sólo hay una referencia de pasada a un Pelagio Conde de Braganza durante el Concilio de Oviedo (en 970). Debido a la Reconquista, esta región se integró rápidamente en el Reino de Asturias (más tarde León después del siglo X), y la economía, la organización eclesiástica, la arquitectura, la cultura y la lengua fueron fuertemente influenciadas por el asturleonés.
Durante los siglos XI y XII, en los libros de genealogía, la familia Bragançãos de Castro d'Avelãs (en ese momento la sede del monasterio benedictino) dominaba Braganza, su abad Mendo Alãm, quien más tarde se casó con la princesa Ardzrouri de Armenia (quien falleció a través de la región en peregrinación a Santiago de Compostela), originó la línea hereditaria.2 Cuenta la leyenda que Fernão Mendes (a Braganção) presuntamente secuestró y luego casó a Sancha, hija de Afonso Henriques y Teresa, obteniendo con sus muertos la importante defensa de la región. Fernão Mendes y Sancha encontraron las ruinas del antiguo pueblo y las reconstruyeron desde el suelo en la Realenga das Terras da Bragança. Históricamente, Fernão Mendes fue posteriormente referido como el Valiente por su valentía durante la Batalla de Ourique. Sin embargo, más tarde, la región de Braganza se convirtió en propiedad de la Corona, ya que ningún heredero se desarrolló a partir de su unión.2 Los Bragançãos contribuyeron a la fundación del asentamiento, y su importancia fue siendo parte integral de la defensa del país, debido a la posición geopolítica en la frontera noroeste con los Reinos españoles de León y Castilla. En la séptima generación, alrededor de 1258, los Bragançãos perdieron su título hereditario y Afonso III transfirió el título a Nuno Martins, un descendiente de la línea.
El origen de la ciudad de Braganza data del siglo X o XI, y probablemente se desarrolló a partir de un castro romanizado, aunque la evidencia arqueológica aún no se ha descubierto. La importancia estratégica de Braganza, para el control militar del acceso, resultó de su localización y fue reforzada por las instituciones administrativas establecidas por el Rey.2 Sancho I le otorgó fueros en en junio de 1187, que fueron renovados por el rey Alfonso III de Portugal, en mayo de 1253, y posteriormente por Manuel I el 11 de noviembre de 1514. Los fueros demostraron específicamente la importancia de la ciudad, que fue la primera en Trás-os-Montes en recibir el título de villa. En su proclamación, Alfonso III precisó que el municipio de Braganza pertenecía a la Iglesia de Braganza, y no a la corona, y que su representación debía motivar el asentamiento de todas las tierras despobladas. Esto estaba en conflicto con las Órdenes Militares y la administración del Monasterio de Castro de Avelãs, quienes creían que tenían derecho a asentar todas las aldeas y usar la tierra como quisieran. Los privilegios concedidos a la naciente población portuguesa por varios monarcas subrayan la importancia geográfica de atraer asentamientos a la frontera norte: Alfonso III creó una feria anual en 1272 y Fernando estableció una feria de libre comercio en 1383, que fue renovada o reformulada por sucesivos monarcas (Juan I en 1392 y 1413, el regente Pedro en 1439 y Alfonso V en 1455). Estas iniciativas, aunque templadas por migraciones cíclicas y epidemias, permitieron la concentración de colonos en la comunidad del norte.
Durante el siglo XIV, las guerras con Castilla provocaron la destrucción de los asentamientos fronterizos y las tropas castellanas tomaron la ciudad de Braganza. En 1381, la región volvió a ser devastada militarmente, lo que provocó hambrunas, epidemias, tasas de mortalidad infantil, abandono de tierras, originando una caída de la población del 83%. En 1387, el duque de Lancaster y Constanza firmaron el Tratado de Babe, que reconocía el título y los derechos de Juan I sobre Portugal y el Algarve (entonces ya aclamado en las Cortes portuguesas y casado con Felipa de Lancaster). Pero en 1396, Juan regresó a Braganza para frenar la agresión castellana, quitando los títulos a Afonso Pimentel (que era un aliado de Castilla) y entregando en manos de su hijo ilegítimo Afonso (donado en 1401 por el regente Pedro), a quien acusó con el refuerzo de la frontera y la elaboración de las defensas del castillo. Luego, Juan unió la región fronteriza a la Corona con el matrimonio de su hijo con Beatriz, hija de Nuno Álvares Pereira, a fin de fortalecer los lazos de la incipiente corona con la tierra.
El regente Don Pedro de Portugal, duque de Coímbra, en 1442, ascendió a Braganza a cabeza del ducado homónimo concedido a su hermano ilegítimo Alfonso, octavo conde de Barcelos, que fue yerno de Nuno Álvares Pereira. En 1445, Braganza recibió la concesión de una feria franca, y posteriormente, en 1464, Alfonso V la elevó a la categoría de ciudad.
En los siglos XIV y XV, se desarrolló el crecimiento fuera de la ciudad de Braganza, y en los siglos siguientes se realizaron importantes renovaciones y remodelaciones de las iglesias, conventos y fincas nobles dentro del municipio. Muchos de los nombres de las calles de Braganza también muestran una rápida industrialización y comercialización en la comunidad, con la aparición de nombres de calles como Rua dos Prateiros (plateros), Rua dos Sineiros (campaneros), Rua dos Oleiros (alfareros), Rua da Alfândega (aduaneros), Ponte das Tenarias (curtidores), Ponte das Ferrarias (herreros), que dirigían sus exportaciones al mercado regional. Este entorno dinámico fue facilitado por judíos que escaparon de la Inquisición en Castilla durante el siglo XV, y que estimularon los mercados comerciales, artesanales y de cereales de la región.
Tras 60 años de dominación hispana, los portugueses consiguieron poner fin a la Unión Ibérica con España. El 1 de diciembre de 1640, se restauró la independencia de Portugal, lo que permitió la ascensión del octavo duque de Braganza (entonces gobernador militar de Portugal) como rey Juan IV. De 1640 a 1910, la Casa de Braganza proporcionó a Portugal sus reyes y los dos emperadores de Brasil. Este último gobernó desde 1822 hasta 1889. El castillo feudal de los duques (construido en 1187) aún resiste.
El 5 de marzo de 1770, Braganza se convirtió en sede diocesana. Se fusionó desde el 27 de septiembre de 1780 con la diócesis de Miranda de Duero (creada el 22 de mayo de 1545), situándose la sede en Braganza. La diócesis se pasó a denominar oficialmente como de Braganza y Miranda.
En el siglo XVIII hubo varias crisis y fracasos en Braganza asociados con una industrialización tentativa. Los problemas con la agricultura a principios del siglo XIX también ocurrieron justo cuando la industria comenzaba a abandonar la ciudad de Braganza.2 Desde entonces, la economía de la región ha pasado por varios altibajos, con repuntes estimulados por algunas iniciativas nacionales.
El 26 de abril de 1919 la ciudad fue admitida como miembro de la Orden Militar de la Torre y Espada, del Valor, Lealtad y Mérito.
https://es.wikipedia.org/wiki/Braganza
https://pt.wikipedia.org/wiki/Bragança_(Portugal)
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https://www.allaboutportugal.pt/es/braganca
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