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Nombre:

Valle de los Reyes

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Localización:

Tipo: Monumentos

Categoría:

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Continente: África

País: Egipto

Localización: Orilla occidental de Luxor

Año: 1500 a. C.

Estado: Terminado

Descripción:Tras la derrota de los hicsos los faraones tebanos de la XVIII dinastía empezaron a construirse sus tumbas en un estilo que correspondía a soberanos de todo Egipto. La tumba de Amen-Hotep I estuvo probablemente en Dra Abu el-Naga. Su posición no la conocemos con certeza, pero la estima en que el faraón fue tenido por la comunidad de obreros especializados y comprometidos en la construcción de las tumbas reales sugiere que ésta fue la tumba más antigua del nuevo tipo. Thutmosis I fue el primero que tuvo su sepultura excavada en las rocas de un valle desolado, más allá de Deir el-Bahari, conocido ahora como el Valle de los Reyes. La zona está dominada por el pico de el-Qurn (“el cuerno”), y el valle consta de dos brazos principales el valle oriental, con la mayor parte de las tumbas, y el valle occidental, con las tumbas de Amen-Hotep III y de Ay. El número total de tumbas es de 62 (la número 62 es precisamente la tumba de Tut-anj-Amón, que fue la última descubierta); pero algunas no son tumbas reales, mientras que la pertenencia de otras sigue siendo controvertida. Las tumbas estaban separadas de los correspondientes templos funerarios, levantados al borde las tierras de cultivo. No consta con certeza la motivación que indujo a separar templo y tumba; las razones debieron de ser tanto religiosas como arquitectónicas.

El plano de las tumbas reales de las dinastías XVIII-XX ( la última es la tumba de Ramsés XI) en el Valle de los Reyes, consiste en un largo corredor inclinado, excavado en la roca, con una o varias salas (a veces con pilares), y que terminaba en la cámara sepulcral. En las tumbas más antiguas, el corredor gira a derecha o izquierda, generalmente en ángulo recto, después de una cierta distancia; pero desde finales de la XVIII dinastía era recto. Y su longitud podía ser considerable: el de Hor-em-heb tiene 105 metros de largo, 88 metros el de Siptah, y 83 metros el de Ramsés VI. La decoración de las tumbas es casi exclusivamente religiosa. Abundan las escenas del faraón en presencia de los dioses; pero los elementos más notables son los textos y las ilustraciones que acompañan a varias composiciones religiosas (“libros”) como el libro de Anduat (“lo que está en el mundo inferior”), de puertas, de cavernas, la letanía de Re, y otros. Los primeros ejemplares de estos textos fueron hechos de tal modo que daban la impresión de enormes papiros funerarios desenrollados sobre los muros de la tumba. Desde finales de la XVIII dinastía, la decoración fue tallada en relieve.

http://www.institutoestudiosantiguoegipto.com/vreyes.htm

http://www.thebanmappingproject.com/atlas/

Luxor, Egipto

Valle de los Reyes

En la Antigüedad, este valle se consideraba "mágico" por estar presidido por una colina de perfecta forma piramidal

27/05/2009

Al oeste del río Nilo se encuentra el Valle de los Reyes, declarado Patrimonio de la Humanidad en el 1979. Este lugar, también llamado Valle de la Verdad o Biban el-Moluk, es la famosa necrópolis del Egipto Antiguo donde están enterrados muchos personajes reales y faraones del Imperio Nuevo (más o menos hablamos del 1500 a.C). Los egipcios escogieron este terreno por su geomorfología: se trata de un lugar montañoso y árido de difícil acceso. En la Antigüedad, este valle se consideraba "mágico" por estar presidido por una colina de perfecta forma piramidal. El descubrimiento del Valle de los Reyes es, sin duda, uno de los más preciados hallazgos de la historia y de la arqueología mundial.

Son más de 60 tumbas y de 80 pozos funerarios los que se han descubierto en este yacimiento necrológico, y aún siguen las labores de investigación. Aunque algunos hipogeos han aparecido ya profanados (y eso se tiende a relacionar con los coleccionistas y arqueólogos de los siglos XIX y XX), algunas de las tumbas ya estaban violadas desde la Antigüedad, desde los tiempos de los egipcios primero, posiblemente por vándalos griegos o romanos después y más tarde por ermitaños que a lo largo de la historia han buscado cobijo y se han encontrado con ellas de casualidad.

Europa desconocía la existencia de estos sepulcros hasta la llegada de Napoleón, que identificó algunos de ellos. Después, a lo largo de los siglos XIX y XX, se irían descubriendo muchos más pozos funerarios hasta irse vislumbrando de que se trataba de una antigua necrópolis. El interés por parte de la sociedad hacia el antiguo Egipto y, sobre todo, el interés que suscitaba en los antiguos arqueólogos y exploradores por los tesoros que podían albergarse en este valle, iba in crescendo. Pero no fue hasta el 1922 que se descubrió la más célebre de las tumbas del Valle de los Reyes, acompañada de tesoros de gran valor histórico: la de Tutankhamón.

Hoy, el Valle de los Reyes es uno de los atractivos turísticos más potentes de Egipto y día a día se trabaja por adecuarlo y mantenerlo. Siguen las labores de investigación y arqueología, pues se sabe que aún queda mucho por descubrir. De hecho, una tumba que está siendo desescombrada podría tratarse de la más grande de la necrópolis. Las investigaciones indican que podría ser que allí estuvieran enterrados algunos de los 150 hijos del faraón Ramsés II.

El foráneo debe saber que en el Valle de los Reyes hay estricto control sobre las imágenes. Se puede hacer fotos en el exterior, pero no en el interior de los hipogeos, ni rodar en vídeo. El visitante debe saber también que no todas las tumbas están abiertas, aunque sí las más interesantes. Normalmente, la entrada general da derecho a visitar 3 tumbas. Entre las más turísticas y destacables por su valor arqueológico e histórico y belleza se puede citar la de Seti I, debajo de la cual se encontró la de Tutankhamón. Es digna de ver también la de Tutmosis III: alberga en sus paredes más de 700 deidades.

Los que han ido, subrayan la importancia de los sepulcros de Ramsés VI, Ramsés III, Ramsés II (que impresiona por los colores de sus pinturas) y también destacan las tumbas de Horemheb y la de Tutankhamón, que a pesar de ser muy conocido fue un rey menor (y muy joven). Sin duda, un lugar excepcional, legado propio de una impresionante civilización.

http://enmemoria.lavanguardia.com/cementerios-celebres/valle-de-los-reyes.html

Valle de los Reyes

El Valle de los Reyes es la necrópolis de Egipto donde se encuentran inhumados muchos de los faraones del Imperio Nuevo, a día de hoy se han descubierto más de 60 tumbas talladas en las rocas.

En la antigüedad, el valle se denominó "Ta Iset Maat", lo que significa "lugar de la verdad". El primer faraón que fue enterrado en el Valle de los Reyes fue el rey Tutmosis I, faraón de la XVIII dinastía.

El Valle de los Reyes es una de las visitas imprescindibles de Egipto y, si llevas incluidas las visitas con la agencia, ésta estará incluida.

Los viajeros que vamos por libre, con la entrada básica tendremos acceso a las tres tumbas que queramos, a excepción de la de Tutankhamon, la cual requiere una entrada especial, y la de Seti I, que actualmente no puede ser visitada.

Para los interesados en visitar la tumba de Tutankamon, decir que no tiene nada realmente especial ya que todos los objetos que se encontraron dentro de ella están ahora en el Museo de El Cairo. Probablemente, lo que más nos llamará la atención, es la cantidad de tesoros que encontraron en un espacio tan pequeño.

Si tuvieramos que elegir nuestras tumbas preferidas, nosotros elegiríamos las de Tutmosis III, Ramsés VI, Ramsés IX, Siptah y Ramsés IV.

Es recomendable llegar cuanto antes tanto para encontrar menos turistas y evitar las colas como para evitar el calor de media mañana, ya que el valle está localizado en una montaña donde no encontraremos ninguna sombra.

Si vamos por libre, para llegar al Valle de los Reyes la mejor opción es alquilar un taxi durante toda una mañana, así podremos hacer el resto de visitas de interés de Lúxor, como el Templo de Hatsepsut, situado a muy poca distancia. Un precio justo podría rondar las 100LE.

http://www.disfrutaegipto.com/valle-reyes

http://www.egipto.com/valles/articulos/25.html

Con este nombre se conoce el yacimiento arqueológico-funerario de la gran necrópolis tebana, situado en el Alto Egipto, en el lado occidental del Nilo, frente a la moderna ciudad de Luxor. El nombre Valle de los Reyes no es el que los antiguos egipcios dieron a tal zona, llamada por ellos El Lugar de la Verdad o La Gran Pradera o simplemente El Valle, sino que proviene de J. F. Champollion, quien tal vez lo tomó de la expresión árabe uadi Biban el Moluk (´El valle de las Puertas de los Reyes´).

Dicho valle, dominado por el pico de el-Qurn (´el cuerno´), antiguamente llamado dehenet y consagrado a la diosa cobra Meretseger (´La que ama el silencio´), está formado por una serie de gargantas o antiguos cursos de agua, ocupados ya en tiempos prehistóricos, según ha demostrado diverso material lítico en él encontrado, entre los que sobresalen dos grandes arterias, una, la principal, en el sector oriental, con la mayoría de las tumbas catalogadas (58 en total); otra, la occidental, en la que, de sus pocas tumbas localizadas (catalogadas sólo cuatro), destacan las de Amenofis III (1402-1364 a.C.) y de Ay (1337-1333 a.C.); este sector es conocido como el "Valle de los Monos" -por la representación de doce monos en la tumba del último faraón citado.

De hecho, el Valle de los Reyes comenzó a ser considerado como gran necrópolis a partir de la dinastía XVIII, tiempo en el que fueron enterrados no solo faraones sino también miembros de la familia real (reinas y príncipes) y grandes personalidades.

El primer monarca que fijó allí su tumba fue Thutmosis I (1506-1494 a.C.). Se ha discutido si su predecesor Amenofis I (1527-1506 a.C.) llegó o no a ser sepultado allí o bien en Dra Abu el-Naga. Tras Thutmosis I lo harían numerosos reyes de las dinastías XVIII, XIX y XX. Como es sabido Akhenatón (1364-1347 a.C.) se hizo enterrar en la necrópolis de su nueva capital Akhetatón, hoy Tell el-Amarna.

Las excavaciones han facilitado un total de 62 tumbas, además de otras que quedaron inacabadas y de diferentes pozos, que totalizan más de 80 puntos de inhumación, aparte de los todavía no localizados.

http://www.terra.es/personal/miguellb/vallereyes/

Egipto: Las tumbas del Valle de los Reyes ya no podrán visitarse

Carmen Pérez del Olmo Teira 7 de enero de 2011 | 13:00

Los amantes del antiguo Egipto, entre los cuales me incluyo, no estamos de suerte. Al menos así he recibido yo la noticia del cierre definitivo al público de las tumbas del Valle de los Reyes por motivos de conservación.

El hecho es que los expertos llevan ya tiempo advirtiendo de los peligros derivados de la humedad, la escasa ventilación y la excesiva afluencia de turistas en estos hipogeos, factores todos ellos que inevitablemente están llevando a la destrucción de estos mausoleos-obras de arte en un periodo no superior a los 200 años.

Lamentablemente, una de las resoluciones tomadas para tratar de frenar el deterioro ha sido el cierre definitivo de estas tumbas a los turistas, quienes desde hace algún tiempo tienen vetada la entrada a hipogeos como los de Seti I o Nefertari, y en los próximos meses verán también prohibido el acceso a la tumba del mismísimo Tutankhamón. Siendo éste quizá el personaje que más hondo ha calado en el imaginario colectivo, debido a las circunstancias que rodean el famoso descubrimiento de su última morada, ésta constituía hasta ahora uno de los mayores reclamos para los viajeros que visitan estas tierras, a pesar de no ser una de las más hermosas.

En el intento de dar una alternativa válida a los turistas, un equipo de expertos se encuentra ya realizando una réplica casi exacta de estas tumbas, en un lugar que llevará por nombre “Valle de las Réplicas” y que, se espera, estará terminado en un par de meses.

No sé qué pensaréis vosotros, pero yo no he podido evitar sentirme bastante triste desde el momento en que he leído la noticia. Aunque he tenido la suerte de viajar varias veces a Egipto, no me imagino mi próximo viaje al país sin poder visitar las tumbas del Valle de los Reyes. Y es que, aunque mi opinión no es objetiva y esté claramente influenciada por la pasión que, desde niña, siento hacia la historia y cultura de los antiguos egipcios, no puedo evitar pensar que de poco nos sirve conservar infinitamente estas maravillas, si no podemos verlas.

http://www.diariodelviajero.com/africa/egipto-las-tumbas-del-valle-de-los-reyes-ya-no-podran-visitarse

jueves 29 de julio de 2010

Valle de los Reyes: Pinturas para la Eternidad (1)

El motor del pequeño transbordador petardeaba sordamente rompiendo el silencio que parecía emanar del río. A las cinco de la mañana, Luxor comenzaba a despertar bajo un cielo contra el que se recortaban las siluetas de los globos aerostáticos cargados de turistas que disparaban sus cámaras fotográficas sobre la orilla oeste del Nilo, la región del ocaso, a la que los egipcios llamaban Amenti. Era el dominio de Osiris, dios de los muertos, también conocido como Khentamenti, Amo del Oeste. Con excepción del de Akenatón, el faraón herético, todos los enterramientos del Egipto dinástico tuvieron lugar en la orilla oeste.

Tras la bruma del amanecer se escondían el Valle de los Reyes, el Valle de las Reinas, las Tumbas de los Nobles, el Rameseum, los Colosos de Memnon, el Templo de la reina Hatshepsut... En la orilla este, a mis espaldas, se hallan los complejos religiosos de Luxor y Karnak... El 80% de lo que queda del Egipto clásico se halla en esta región.

Un corto trayecto en un taxi local me aleja de las cultivadas orillas del río para penetrar en la montañosa y árida porción de desierto que durante siglos custodió los restos de los reyes egipcios que aguardaban la mortalidad en el interior de sus grandes sarcófagos. A esta temprana hora las multitudes de turistas que convierten el valle en un hormiguero humano no han llegado todavía y tengo la oportunidad de observar con calma el relieve del terreno bajo la suave luz de la mañana. La primera impresión es que se trata de un buen lugar para ser enterrado siempre y cuando lo que desees sea descansar tan en paz que ni siquiera tus parientes más queridos se animen a visitarte. El paisaje está dominado por la montaña de Al-Qurn (El Cuerno), cuya forma piramidal parece especialmente apropiada. A sus pies se abren dos valles, el oriental y el occidental. El primero es el que contiene la mayoría de las tumbas reales y parece tan desolado y desierto que uno se pregunta si ese sería el famoso sitio conocido una vez como Gran Lugar o Lugar de la Verdad. Es un lugar muerto para los muertos, donde nada crece en sus paredes abrasadas por el sol.

Los antiguos egipcios tenían una habilidad especial para combinar en sus construcciones el sentido práctico con la simbología que el proyecto requería. El aislamiento del Valle de los Reyes lo hacía fácil de custodiar y, además, contemplado desde Tebas, parecía ser el lugar donde cada día el sol terminaba su recorrido, simbolizando así el paso a la vida después de la muerte.

La construcción durante el Imperio Antiguo de grandes pirámides como lugares de descanso eterno para los faraones acabó resultando un proyecto insostenible. Tan sólo una combinación muy especial de circunstancias hizo posible la edad de las pirámides: un periodo de prosperidad económica y paz social, la ausencia de amenazas de invasión exterior y la figura suprema de un faraón divino, rara vez visto por el pueblo y al que se le otorgaba el papel de garante del orden cósmico y guardián del bienestar de su pueblo desde su morada en el más allá. Los egiptólogos creen hoy que un prolongado periodo de sequía pudo afectar al caudal del Nilo y provocar hambrunas y desestabilización generalizadas. Al fin y al cabo, si al faraón había que agradecer los periodos de abundancia, también debía responsabilizársele por las desgracias. Así, su figura comenzó a experimentar un profundo cambio que encontró reflejo en los enterramientos reales.

La pirámide se abandonó. Resultaba demasiado cara y, además, había sido inútil a la hora de salvaguardar los restos del faraón y el ajuar que le acompañaba. Los antiguos egipcios volvieron a una técnica que ya habían utilizado hacía mucho tiempo: la excavación de mausoleos en la roca sólida. En el caso de la antigua Tebas, varios gobernantes de la XI dinastía construyeron sus tumbas aquí en el Primer Periodo Intermedio (2181-2055 a.C.), pero no fue hasta la XVIII dinastía (1550-1295 a.c.) que el valle, vigilado por la simbólica pirámide Al-Qurn, fue definitivamente consagrado como lugar de enterramiento real.

Hasta el momento, se han excavado unas 62 tumbas en el valle -aunque no todas pertenecen a faraones- y aunque cada una de ellas es única, la mayoría siguen un diseño básico que fue evolucionando con el tiempo y que, de nuevo, aunaba la simbología con las necesidades prácticas: la planta seguía un eje norte-sur (a menudo más figurado que real, puesto que el relieve del terreno no siempre permitía tal orientación) y constaba de cuatro tramos descendentes que alternaban escaleras con rampas. Cada uno de estos segmentos representaba una etapa en el viaje a la otra vida, desembocando en una pequeña cámara con un pozo llamado “Sala de la Espera”, que a su vez llevaba a otra estancia con columnas denominada “Sala del Carro”. Desde aquí, otro pasadizo, en ángulo recto a los otros cuatro, conducía a la cámara mortuoria. Este cambio de dirección en la tumba pudo tener un significado simbólico, representando posiblemente los sinuosos canales de la otra vida.

La mayoría de las tumbas principales tienen entradas modestas, túneles que se internan en la roca, con muros tan suavemente pulidos como la mantequilla. Puede que estas tumbas no resulten un sepulcro tan espectacular como las pirámides, pero no por ello hizo falta menos destreza. Sin contar con hierro o acero, usando pedernales o herramientas de cobre, estos constructores de tumbas consiguieron mantener las proporciones exactas a veces hasta en recorridos lineales de doscientos metros.

Y la sorpresa es aún mayor cuando, tras avanzar durante varios minutos por el túnel, llegas a las cámaras mortuorias, cubiertas de maravillosas pinturas que han retenido toda su viveza, si es que esta palabra es la adecuada teniendo en cuenta que lo que representan son escenas del Libro de los Muertos, una colección 200 hechizos escritos en rollos de papiro cuya misión es ayudar al alma en su viaje al más allá.

Para nosotros, seres del siglo XXI que tratan de evitar pensar en todo lo relacionado con la muerte, no resulta fácil asimilar la obsesión egipcia por el más allá. No solamente los ritos funerarias y la arquitectura del sepulcro tenían una gran relevancia, sino que la propia decoración de la tumba jugaba un papel trascendental.

El tema central de la teología egipcia fue la preservación del cuerpo tras la muerte como forma de asegurar el paso del individuo al otro mundo. Se creía que el hombre estaba compuesto de ocho elementos: cuerpo, fuerza vital, alma, corazón, espíritu, poder, sombra y nombre, que se pueden reducir a los tres más esenciales, esto es, cuerpo, alma y espíritu. Para los muertos, la mayor parte de estos aspectos requerían de un hogar y un mantenimiento en nuestro plano de existencia para asegurar un renacimiento satisfactorio en el más allá. En resumen, los egipcios consideraban la preservación del cadáver como el medio para alcanzar un fin. Podemos establecer una analogía con la raíz de una planta: como el cadáver, la raíz puede parecer marchita, pero en las condiciones adecuadas y recibiendo los cuidados necesarios, la vida puede volver a fluir través de ella. De forma similar, desde un cuerpo muerto y momificado puede crecer un nuevo cuerpo de naturaleza espiritual.

El cuidado y protección de los muertos era una tarea bastante compleja que, demás de la momificación, incluía la creación de un mundo en el que el difunto pudiera residir: la tumba, interpretada quizá como una morada eterna para uno de los aspectos del muerto, o quizá sólo como un paso temporal pero, en cualquier caso, fundamental en el camino a la vida eterna. En ella había que almacenar comida y aquellas herramientas y utensilios necesarios en la vida mortal, la información esencial acerca de los rituales que se seguían tras la muerte y la preservación de la trayectoria histórica del difunto así como su nombre. Además, se invocaba la protección de los dioses mediante oraciones, hechizos y amuletos.

Y en este contexto hay que interpretar las pinturas murales. Seguían un código muy preciso, mostrando el mundo de una forma característica, informada e informativa, creando imágenes que jugaban un papel concreto en el paso al más allá. El dibujo y coloreado de animales y objetos de la vida cotidiana demuestran que los artistas egipcios eran muy capaces de realizar arte figurativo, pero en lo que se refiere al arte sagrado, comoquiera que éste se trataba de un medio para guiar o inspirar al fallecido en su paso al otro mundo, decidieron no seguir las directrices de la naturaleza. Querían conseguir un arte más allá de la realidad, una forma artística más espiritual.

El transcurso del tiempo, las inundaciones y el aliento de millones de visitantes, han ido apagando muchas de estas exquisitas obras, pero incluso la visita a las más deterioradas, supone una maravillosa experiencia. Dada la continua avalancha de turistas, de las sesenta tumbas del valle sólo están abiertas al mismo tiempo media docena, cuyo acceso va rotando de forma periódica para evitar una mayor degradación.(Continúa...)

http://deviajestesorosyaventuras.blogspot.com/2010/07/valle-de-los-reyes-pinturas-para-la.html

Por desgracia, visitar el Valle de los Reyes no es precisamente una experiencia mística. Lo sería en caso de hallarse uno completamente solo al atardecer rodeado de una tierra hostil y solitaria, con aquellos agujeros asomándose desde las laderas tostadas por el sol invitándote a explorar sus secretos. En lugar de ello, uno se ve obligado a hacer largas colas, emparedado entre un turista italiano hablando a gritos con su mujer y un sudoroso teutón de camisa floreada. La fila se prolonga por los corredores de acceso, continúa en las diferentes cámaras y no finaliza hasta volver al exterior, donde un sol inclemente te empuja a buscar cobijo bajo cualquier sombra de los alrededores, normalmente ya ocupada por un espeso grupo de turistas a los que un esforzado guía trata de inculcar a gritos en sus almas algo de historia.

Así que en lugar que dejarse inundar por el aura de misterio de estas tumbas, el turismo masivo le hace a uno mantener los pies en la tierra y ponerse a pensar en asuntos de índole práctica. ¿Qué sucedió con los miles de toneladas de trozos de piedra resultantes del tallado de las galerías? Y, más curioso aún: tan remoto y salvaje como parece encontrarse el valle, sólo está a medio día a pie desde el centro de Luxor, así que ¿cómo esperaban que semejantes trabajos de construcción pasaran desapercibidos? Incluso asesinando a todos los involucrados en las excavaciones no se resolvería el problema. Está claro que toda Tebas sabía lo que sucedía. Resultado: las tumbas fueron saqueadas, total o parcialmente, desde el primer día. Ya en el año 24 a.C., el geógrafo griego Estrabón exploró el Valle de los Reyes y encontró unas 40 tumbas abiertas y vacías.

La tradición de enterrar a la gente con objetos de valor se remonta a muchos siglos antes de la era faraónica. Y tan pronto como comenzaron a enterrarse reyes y reinas en las tumbas, aparecieron los profanadores. Existe abundante documentación de la época que ofrece testimonio de que los robos no eran algo extraordinario por mucho que el valle y los obreros que en él trabajaban estuvieran estrechamente vigilados. Los castigos a los que los ladrones eran sometidos eran escalofriantes: palizas, empalamientos, mutilaciones, descuartizamientos... y sin embargo nunca faltó gente dispuesta a arriesgarlo todo por el botín. Para comprender por qué, basta con echar un vistazo a los tesoros que se hallaron en la tumba de un faraón modesto como Tutankhamon: oro, joyas, maderas preciosas, gemas, marfil, perfumes y telas de gran valor...

Los historiadores, sin embargo, piensan que los saqueos escondían una red muy extensa que apunta a que no todos los egipcios sentían un respeto reverencial por la religión o la muerte. Para un obrero corriente, cuya vida cotidiana transcurría inmersa en una economía basada en el trueque, no debía resultar nada fácil deshacerse de tesoros de enorme valor sin llamar la atención, por lo que se sospecha que altos oficiales del ejército y miembros de la clase sacerdotal podían estar involucrados en el tráfico de esos artículos.

Desde Estrabón hasta yo mismo, el viajero no ha encontrado en el Valle de los Reyes sino tumbas maravillosamente decoradas... pero vacías. Aunque el robo es la explicación más sencilla a la ausencia de cuerpos y ajuares, hay otra menos evidente. En efecto, en la dinastía XXI, la sede real fue trasladada a la ciudad de Tanis. El Valle de los Reyes quedó entonces aún más expuesto a los saqueadores, que podían actuar con mayor impunidad. Con el fin de preservar las momias, los sacerdotes entraron en muchas de las tumbas hasta entonces intactas y trasladaron los cuerpos, agrupándolos en otros sepulcros considerados más seguros. Sólo los faraones pertenecientes al turbulento período de Amarna, Tutankhamón y el posible cuerpo de Ajenatón hallado en la tumba denominada KV 55, se dejaron en su sitio. Además, en épocas de dificultades económicas, los ajuares reales fueron "reciclados" para acompañar a otros faraones en su viaje al otro mundo.

Con todo, la decoración y atmósfera especial de las tumbas ha atraído viajeros desde mucho tiempo atrás, tal y como demuestran los grafitti tallados en algunas de ellos. Directamente encima de la pequeña tumba de Tutankhamon está la entrada al épico enterramiento de Ramsés VI. Esta tumba fue una gran atracción para los turistas de la antigüedad. Uno de los muchos grafitti en griego que "adornan" sus paredes dice: “Hermogines de Amasa ha visto y admirado las tumbas”. Más adelante, otro viajero de tiempos pasados escribió: “Yo, el portaantorchas de los sagrados misterios de Eleusis, hijo de Minucianus, el Ateniense, he visitado las tumbas mucho después que el divino Platón, el Ateniense, he admirado y dado las gracias a los dioses por el más piadoso de los emperadores, Constantino, que me ha otorgado esto”. Ya hace dos mil años estos lugares hechizaban a la gente. Por supuesto, no faltó quien adoptó un tono más prepotente: “Epifanio no vio aquí nada que admirar excepto la piedra”

Esas inscripciones demuestran que Egipto ha estado recibiendo turistas desde la Antigüedad. Durante el periodo cristiano del país, peregrinó hasta aquí mucha gente atraída por las connotaciones bíblicas de estas tierras. Pero tras la conquista islámica, las cosas cambiaron. Fueron pocos los que podían o se atrevían a viajar por el país del Nilo, y el Valle de los Reyes cayó en el olvido hasta que en el año 1708, el misionero francés Claude Sicard descubrió en este lugar y casi por azar, algunas tumbas. Fue el comienzo de la fiebre arqueológica que ha experimentado Egipto durante los últimos trescientos años.

En el precio de la entrada al recinto arqueológico no se incluye el acceso a una tumba en particular, la predilecta entre los mitómanos de la egiptología, quienes están dispuestos a desembolsar la tarifa adicional: el sepulcro de Tutankhamon. Teniendo en cuenta que fue un faraón más bien insignificante desde el punto de vista histórico, el dinero que ha generado para el país -no sólo por la venta de entradas para ver su tumba o su increíble ajuar en el Museo Egipcio del Cairo, documentales, exposiciones y comercialización de los más horripilantes objetos y souvenirs con la efigie de su máscara mortuoria sino por los miles y miles de turistas que vienen a Egipto seducidos por la mirada solemne del faraón- es sencillamente incalculable.

El hallazgo de su tumba dejó boquiabierta a la comunidad científica de todo el mundo. Su magnífica decoración y las extraordinarias ofrendas funerarias de oro puro, son testimonio tanto de una insuperable habilidad artesanal como de la riqueza del Imperio Egipcio. El 4 de noviembre de 1922, el arqueólogo británico Howard Carter (1874-1939) consiguió penetrar en la tumba de Tutankhamón, encontrándola intacta. El 17 de febrero de 1923, entró en la cámara funeraria del faraón y abrió el sarcófago, pasando no solo a la historia de la arqueología, sino a la cultura popular, si bien por razones muy distintas.

La primera, puramente objetiva y relacionada con el valor histórico y material del tesoro. Carter se pasó cinco años buscando la tumba de Tutankhamon, ocho años despejándola y casi diez catalogando los 5.000 objetos que encontró en su interior. Tanto había que estudiar que nunca llegó a publicar una lista completa de todos los hallazgos. Las siguientes anécdotas y datos sorprendentes nos pueden dar sólo una ligera idea de la emoción que debió sentir Carter al ir abriendo cajitas y desenvolviendo paquetitos:

- La famosa máscara mortuoria de oro pesa nada menos que 10.23 kilos.

- El cuerpo del faraón se encontraba protegido por 3 sarcófagos insertos uno dentro de otro. El interior estaba hecho de oro de 22 kilates y pesaba 110,9 kilos.

- Sólo el valor del sarcófago interior es de 1,5 millones de dólares.

- El mayor de los tres relicarios que cubrían el sarcófago exterior es lo suficientemente grande como para que un coche aparque dentro.

- Entre los objetos que se encontraron en la tumba se cuenta un botiquín de primeros auxilios, que incluía vendas y un cabestrillo para un dedo.

- Carter estimó que había 350 litros de aceites preciosos almacenados en vasijas de piedra. Dos de ellas aún tenían huellas de los dedos de los ladrones que lograron profanar la tumba.

- Tutankhamón no estaba solo en su sepulcro. Los cuerpos momificados de dos hijas no nacidas se encontraron en el interior de pequeños sarcófagos.

- El faraón debía haber sido un seguidor de las últimas modas, porque se encontró un maniquí de madera, quizá utilizado para colocar sobre él la ropa y comprobar su efecto.

- El ajuar incluía más de 100 pares de zapatos de todo tipo, desde cuero y mimbre hasta madera y oro. En la momia se hallaron más de 150 amuletos y piezas de joyería. Había también más de 100 taparrabos y unos 30 pares de guantes así como 30 bumeranes.

- La lista de vinos comprendía muestras de treinta variedades diferentes, almacenadas en tazas con etiquetas en las que se hacía constar el tipo de vino, el año, el viñedo y el bodeguero.

La segunda razón de la popularidad de la tumba de Tutankhamon tiene más que ver con la superstición que con la arqueología. Desde la apertura de la tumba se han contado muchas historias sobre las muertes supuestamente misteriosas relacionadas con la "profanación" y atribuidas a una supuesta maldición. Se cree que sobre la entrada de la cámara funeraria de Tutankhamón figuraba una tabla de arcilla con una amenazante inscripción: “La muerte caerá sobre aquellos que perturben el descanso del faraón”, advertencia que ya figuraba en otros monumentos funerarios del Valle de los Reyes y que, como hemos visto, nunca sirvieron para mantener a raya a los saqueadores.

Aunque es verdad que en los años siguientes al descubrimiento de la tumba se produjeron algunas muertes sorprendentes entre los miembros de la expedición, también lo es que para casi todas ellas existe una explicación lógica y sensata. Así, por ejemplo, la mayoría de la treintena de víctimas tenía entre 70 y 80 años de edad en el momento de su muerte. Lord Carnarvon, por ejemplo, que había financiado la expedición de Howard Carter, falleció a causa de una septicemia provocada por la infección de una picadura de mosquito. Desde el punto de vista científico, la teoría de la maldición del faraón está más que superada.

En 1973, la ciencia creyó haber encontrado una explicación racional de las otras muertes entre los miembros de la expedición. En la tumba de Tutankhamon se encontraron altas concentraciones de esporas del hongo Aspergillus flavus. Los productos metabolizados de este hongo son muy venenosos y peligrosos para el hombre, ya que el Aspergillus flavus puede causar reacciones alérgicas en personas con un sistema inmunitario debilitado o atacar incluso determinados órganos. En la actualidad, el hongo está considerado como el causante de las enfermedades mortales que padecieron los miembros de la expedición.

Tras tantas décadas de intenso trabajo arqueológico, el Valle de los Reyes sigue reservando sorpresas. Hace unos años se descubrió una gran tumba, sin igual en toda la región, en la que hasta el momento se han limpiado más de 150 cámaras. No se han podido desvelar aún los motivos de su tamaño ni su peculiar diseño. Los arqueólogos saben que un tesoro como el de Tutankhamon podría estar aguardándoles escondido bajo las amarillentas rocas del valle.

Esta sed de nuevos descubrimientos, junto con la gloria, fama y prestigio que reportan, ha recibido críticas por parte de no pocos arqueólogos, que denuncian el descuido de otro aspecto fundamental: el de la conservación de lo ya descubierto. Las tumbas reciben la visita de masas de turistas que deterioran las estructuras a un ritmo acelerado, especialmente aquellas con pinturas en las paredes, ya que están expuestas al aire, la luz del sol, la humedad de la respiración humana y los flashes de las cámaras. Se ha intentado limitar el daño prohibiendo tomar fotografías y colocando láminas de plástico o cristal transparente protegiendo las pinturas. Pero, dadas las multitudes que se dan cita aquí todos los días, no es suficiente: la sal en el sudor de los turistas, las vibraciones de las voces y de las ruedas de miles de pesados autobuses moviéndose en las cercanías y, por supuesto, aquellos que no se resisten a tocar las paredes para experimentar el tacto de los jeroglíficos en bajorrelieve son ataques que algunos arqueólogos opinan que serán causa de que muchas pinturas murales se pierdan en un plazo inferior a doscientos años.

Por otro lado, el Valle de los Reyes, está sometido a inundaciones repentinas que se suceden con cierta regularidad y todas las tumbas excepto nueve han sufrido sus efectos, llegando a cubrirse con los detritos dejados por el agua. En 1991, parte del techo de la tumba de Tutankhamon, pintado con maravillosas escenas astronómicas, y parte de un muro, se vinieron abajo. Hay quien responsabiliza de esto a los arqueólogos, ya que la mayoría de esas tumbas se llenaron de agua después de que aquéllos las dejaran expuestas a los elementos. Las excavaciones arqueológicas, especialmente la apertura de los túneles de entrada a las tumbas, han debilitado aún más la integridad estructural de los hipogeos, algunos de los cuales han comenzado a derrumbarse

Y, a pesar de lo dicho, en el Sexto Congreso Internacional de Arqueología de 1991, de 340 trabajos expuestos, sólo 3 eran acerca de preservación. Cuando el director de la Organización de Antigüedades Egipcias subrayó este particular y afirmó que era necesario y urgente un trabajo de conservación, llamando a la acción en este sentido, fue acribillado por el presidente del Congreso, que le recordó que ese foro estaba dedicado a la Egiptología, no a la conservación arqueológica. A pesar del hecho de que los egiptólogos son los que más invierten en antigüedades y que, por lo tanto, tienen mayor responsabilidad en su protección, poco se ha hecho para restaurar y conservar los monumentos. Muchos egiptólogos egipcios se quejan de que los arqueólogos se interesan mucho más por hacer nuevos descubrimientos y continuar excavando que en financiar la restauración y acondicionamiento, aunque este se limite a un sencillo cristal que proteja las inscripciones de las manos y el aliento de los visitantes.

Historias y leyendas protagonizadas por dioses, reyes, aventureros y científicos se sobreponen, unas sobre otras, en el valle de los faraones. De acuerdo con la antigua religión egipcia, sus habitantes originales, sus cuerpos profanados, robados y dispersos, sus ajuares saqueados o exhibidos en museos, no pudieron alcanzar la vida eterna. Sin embargo, la inmortalidad que ellos ansiaron no se ha perdido: permanece unida a las colinas, las rocas, los pasadizos, cámaras y pinturas de un lugar escogido para albergar a los muertos y que hoy fascina y atrae a los vivos de todo el mundo.

http://deviajestesorosyaventuras.blogspot.com/2010/08/valle-de-los-reyes-pinturas-para-la.html

http://lembranzas-ines.blogspot.com/2010/06/el-valle-de-los-reyes.html

http://isla-muir.blogspot.com/2007/12/tumbas-egipcias-ii-el-valle-de-los.html

¡COMO HACE SOÑAR ESE SIMPLE NOMBRE!

Como escribió en su día Howard Carter, El Valle de los Reyes…..¡Cómo hace soñar ese simple nombre! De todas las maravillas de Egipto no hay una solo que impresione tanto la imaginación. Aquí lejos de los ruidos de la vida, en este valle desértico, dominado por la "cima", como por una pirámide natural, yace una treintena de reyes.

El más célebre y visitado paraje del Egipto faraónico, el Valle de los Reyes, sigue siendo misterioso; subsisten numerosos enigmas. El descubrimiento de las tumbas fue una verdadera epopeya.

Durante cinco siglos y tres dinastías, las XVIII, XIX y XX, de 1552 a 1069 a. de C., el Valle fue utilizado para albergar las momias de los soberanos y algunos dignatarios admitidos a permanecer para siempre junto a los monarcas que marcaron con su huella aquel brillante periodo de la historia egipcia conocido con el nombre de Imperio Nuevo, de acuerdo con una denominación inspirada en la historiografía prusiana del siglo XIX.

El Valle es el inicio de un ued excavado por las lluvias que desgastaron el calcáreo y formaron una depresión donde reina a menudo un intenso calor. Para llegar hasta allí, hay que seguir la carretera que sale del embarcadero, atravesar la zona de cultivos y, luego, sin transición alguna, serpentear por el desierto y sumergirse en un paisaje de rocas y colinas. Ese camino es el que siguieron, hace más de tres mil años, las procesiones funerarias que conducían a los reyes de Egipto hasta su última morada.

Hacia el 2050 a de C.

Tebas se convirtió en una ciudad importante; se erige ya, en la orilla este, el primer Karnak, mientras los muertos son enterrados en la orilla oeste. Los soberanos de la XI dinastía hacen excavar sus sepulturas en la montaña de Occidente, aunque la capital de halla en el medio Egipto donde se edifican todavía pequeñas pirámides. A finales de la XII dinastía se produjo la invasión de los Hicsos, pueblos asiáticos que ocupan el norte del país; en Tebas, a finales de la XVII dinastía, tras largos años de ocupación, ruge la revuelta. Con el impulso de grandes damas de firme carácter, se forma un ejército de liberación, decidido a expulsar al invasor y a reunificar las dos tierras.

El príncipe Ahmosis vence a los Hicsos y se convierte en fundador de la XVIII dinastía.

Durante veinte años Amenhotep I (1526-1506), tal vez más, según otras cronologías, reina sobre el Doble País unido de nuevo, el, fue considerado el protector del paraje del Valle y de la necrópolis de Occidente; los constructores le invocaron de buen grado, como un genio bueno capaz de inspirarles y guiar su mano.

Aunque el reinado de Tutmosis I sólo duró unos quince años, (1506-1493), es particularmente importante porque fue, al parecer, el primer faraón que hizo excavar su tumba en el Valle de los Reyes, su principal colaborador fue el maestro Ineni que trabajó en secreto y en silencio, con Tutmosis III, la elección del Valle se impuso de un modo definitivo. (Parece ser que Tutmosis II rompió un poco la tradición inaugurada por su antecesor, al elegir otro lugar para construir su sepultura, pero dado el carácter enigmático que envuelve su reinado, lo dejaremos en una mera suposición.

¿CUÁNTAS TUMBAS?

Sesenta y dos tumbas se excavaron en el Valle, cincuenta y ocho en el Valle de los Reyes propiamente dicho, y cuatro en la rama occidental; existen indicios de tumbas abandonadas, tumbas sin inscripciones que tal vez estuvieran destinadas a reyes y otros tipos de sepulturas para personas no reales, a las que se les concedió, pues, un inmenso privilegio.

Casi todas la tumbas fueron más o menos desvalijadas, a excepción de tres, la de los padres de la reina Teje, la gran esposa real de Amenhotep III padre del célebre Akenatón; la de Maiherpri, un soldado; la de Tutankamón, descubierta en 1922 por Howard Carter.

EL TIEMPO DE LOS RAMSÉS

De Ramsés I a Ramsés XI, de 1295 a 1069, doscientos veintiséis años, dos dinastías (la XIX y la XX), y una sucesión de magníficas tumbas en el Valle; pero también, tras el reinado de Ramsés III (1186-1154), una lenta erosión del poder faraónico y una degradación económica. Ramsés III había logrado rechazar dos tentativas de invasión y mantener había logrado rechazar dos tentativas de invasión y mantener la prosperidad de las Dos Tierras; sus sucesores verán como se desmorona la gloria del Imperio Nuevo. Durante la XIX dinastía, la del gran Ramsés II, es probable que graves inundaciones devastaran una parte del Valle y causaran serios daños a las tumbas mas expuestas.

Mientras la entrada de las tumbas de la XVIII dinastía esta cuidadosamente disimulada y enterrada, los Ramsés adoptaron una posición muy distinta. El acceso a la tumba se convierte en un majestuoso portal, absolutamente visible. Ciertamente el Valle estaba muy bien vigilado; pero el debilitamiento del poder central y los tumultos interiores debieron convertir aquellas sepulturas en presas fáciles para los ladrones.

TIEMPO DE LOS PILLAJES

A partir del reinado de Ramsés IX (1125-1107), Egipto entra en un periodo de crisis. Una invasión libia provoca trastornos sociales y económicos; los obreros tienen hambre y se declaran en huelga. La región tebana es presa de convulsiones que el poder central no consigue dominar. En el año 9 del reinado de Ramsés IX, se comete un crimen abominable: el pillaje de algunas tumbas. El esplendor de los sepulcros reales había aguzado ya la codicia de pandillas de ladrones, mas o menos organizadas, pero sus tentativas perpetradas contra las tumbas de Seti I y Ramsés II , habían abortado gracias a consignas de seguridad que se aplicaban todavía en el Valle.

Los desvalijadores del año 9 no se atrevieron a atacar el Valle de los Reyes; con la probable complicidad de altos funcionarios, penetraron en las tumbas de la XVII dinastía y en algunos sepulcros del Valle de las Reinas. En el momento del reparto se produjo un altercado y uno de los bandidos habló mas de la cuenta; toda la banda fue detenida. La ejecución de los culpables no bastó para restablecer el orden.

Cuando el último de los ramésidas, Ramsés XI, sube al trono en 1098 a. de C. se enfrenta con disturbios cada vez más serios. Hambre, inseguridad, huelgas, expediciones libias, abusos de poder de potentados locales. Al cabo de una larga evolución, los sumos sacerdotes de Amón se han convertido en príncipes del sur de Egipto; Tebas les pertenece. El país esta de nuevo partido en dos.

Hacia el año 18 del reinado de Ramsés XI, unos desvalijadores violan las tumbas del Valle de los Reyes. Esta vez la cosa es muy grave. Una banda bien organizada aprovecha la falta de vigilancia y se apoderan de numerosas riquezas. El oro, la carne de los dioses, excita la codicia. Altos funcionarios, extranjeros e, incluso, artesanos de Deir el-Medineh participan en la conspiración y compran testaferros que, en la tumba de Ramsés VI, actúan con rara violencia destrozando la momia y deteriorando el sarcófago.

Detener a los culpable y castigarlos no bastará. Se adoptará una decisión dramática: es preciso abandonar el Valle de los Reyes. El estado ya no es capaz de velas por la seguridad del paraje. Egipto cambia, Pi-Ramsés pronto será abandonada en beneficio de Tanis, donde serán enterrados los faraones de la XXI dinastía. A la muerte de Ramsés XI, en 1069, Smendes subirá al trono mientras los sacerdotes de Amón seguirán afirmando su supremacía en la región tebana.

LA ULTIMA TUMBA DEL VALLE

Triste destino el del ultimo de los Ramsés, que en veintinueve años de reinado ve como Egipto se disloca ante sus ojos. Tebas y el sur se le escapan, luego Pi-Ramsés y el norte; la capital sagrada y la capital económica pasan a otras manos. Aunque el país no se sume en una guerra civil, sus divisiones lo debilitan. Ramsés XI no fue capaz de mantener la unidad de las dos tierras, su tumba fue la última excavada en el Valle, pero es probable que su momia nunca fuera deposita allí.

EL SALVAMENTO DE LAS MOMIAS REALES

Pinedjem I, que fue sumo sacerdote de Amón (1070-1055) y luego rey de Egipto (1054-1032), merece nuestro agradecimiento; a él le debemos la última inscripción jeroglífica del Valle y gracias sobre todo a este hombre piadoso se salvaron muchas momias reales. Pinedjem I comprendió que sus esfuerzos para proteger el paraje y sus reales ocupantes, serían inútiles; los desvalijadores no retrocederían ante nada para apoderarse del oro, las joyas y los amuletos.

Tomó pues una decisión desgarradora pero ineluctable: cambiar de lugar las momias reales. El escondrijo se eligió con cuidado y la elección se reveló excelente puesto que será necesario esperar a 1881, para que el secreto sea descubierto.

En 900 a. de C. las mayoría de las tumbas del Valle habían sido vaciadas; las divinas adoradoras de Amón, que formaban una dinastía femenina reinante en Tebas eligieron algunas de ellas como sepultura.

En aquel primer milenio antes de Cristo, el Valle de los Reyes siguió siendo un paraje sagrado, cada vez más enigmático y misterioso. Allí reinaban las sombras de gloriosos faraones; con el declive del poder egipcio y el progresivo abandono de Karnak, el Valle se hundió en las tinieblas.

http://www.culturegipcia.es/pagina/vallereyes/vallereyes/vallereyes2.htm

El Valle de los Reyes (en árabe, Uadi Biban Al-Muluk (وادي الملوك): Valle de las Puertas de los Reyes), es una necrópolis del antiguo Egipto, en las cercanías de Luxor, donde se encuentran las tumbas de la mayoría de faraones del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX), así como de varias reinas, príncipes, nobles e incluso de algunos animales.1 2 Popularmente era conocido por los egipcios como Ta-sekhet-ma'at (Gran Campo).3

Forma parte del conjunto denominado Antigua Tebas con sus necrópolis, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Se encuentra situado en la orilla oeste del Nilo, frente a Tebas (moderna Luxor), en el corazón de la Necrópolis.4 El valle se compone de dos valles, el Valle Este, donde se encuentran las tumbas enumeradas con la clave TT (tumba tebana), y el Valle Oeste o Valle de los monos, con las llamadas WV (West Valley). El Valle de los Reyes está dominado por la colina Tebana conocida como Meretseger, o "La que ama el silencio" y que está rematada por una cima en forma de pirámide natural.

http://es.wikipedia.org/wiki/Valle_de_los_Reyes

https://en.wikipedia.org/wiki/Valley_of_the_Kings

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Web recomendada: http://www.institutoestudiosantiguoegipto.com/vreyes.htm

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