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Tipo: Edificios Religiosos
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Continente: Europa
País: España
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Año: 1262- s. XVIII
Estado: Terminado
Descripción:Catedral de Valencia
La Catedral de Valencia fue llevada a cabo desde 1262 hasta 1356.
Es una construcción de tres naves con crucero y cimborrio.
La nave central es muy ancha y no excesivamente más alta que las laterales, lo que proporciona un aspecto de gran horizontalidad. Tiene bóveda de Crucería sencilla.
La cabecera se compone de presbiterio y girola con capillas radiales.
El cimborrio es espectacular. Se levanta sobre el crucero mediante trompas y tiene dos pisos con tracerías caladas.
Cimborrio de la catedralLos apoyos para las naves son pilares con columnas sencillas en los codillos y pareadas en los frentes.
El aspecto de esta catedral no difiere demasiado de las construcciones monásticas que los cistercienses realizan en Cataluña en el tramo final del siglo XII y comienzos del XIII.
El tipo se puede tildar de cisterciense hispano-languedociano (propio de comienzos del siglo XIII), más que de un gótico pleno.
La torre del Miguelete, exenta inicialmente, se lleva a cabo desde 1381 reproduciendo la planta octogonal de algunos campanarios catalanes.
Lo más vistoso es el cuerpo superior con troneras ligeramente agudas superadas por gabletes triangulares muy decorados.
Por su parte, la Catedral de Valencia tiene dos portadas monumentales de muy diferente estilo.
La Puerta del Palau, abierta en el muro meridional del crucero, es obra de mitad del siglo XIII, a poco del inicio de la construcción. Se trata de una puerta de tradición románica leridana o aragonesa de bellas arquivoltas de medio punto sobre multitud de columnas.
La portada de la fachada occidental ya es plenamente gótica, con tres arcos apuntados que cobijan un tímpano historiado y gablete truiangular.
Esta portada gótica destaca por su gran riqueza de escultura de naturalismo gótico.
Por encima se abrió un mangnífico rosetón cuya originalidad estriba en que sus tracerías dibujan una perfecta estrella de David.
La vista de esta puerta da a la catedral un intenso sabor gótico, que es rematado por la visión al fondo del cimborrio.
http://www.arteguias.com/catedral/valencia.htm
La Catedral, de estilo gótico, es el gran templo de Valencia, y su torre del Miguelete, uno de los símbolos de la ciudad.
La Catedral fue edificada sobre una antigua mezquita, y comenzó a levantarse en el siglo XIII, aunque sufrió numerosos retoques hasta el siglo XVII. En ella confluyen varios estilos arquitectónicos, con un claro predominio del gótico. Una de las joyas del interior del templo es la Capilla del Santo Cáliz, la antigua sala capitular, con su hermosa bóveda de estrella, una imagen del cielo con los 12 apóstoles y la coronación de la Virgen. De entre todos sus objetos resalta la reliquia del Santo Cáliz, un vaso del siglo I d. de C., que, según la tradición, utilizó Jesús para instituir la Eucaristía. Mientras, en el exterior catedralicio sobresalen la Puerta del Palau, la más antigua del templo, de estilo románico con elementos mudéjares, y la de los Apóstoles (siglo XIV). Precisamente aquí, cada jueves a las 12.00 horas, actúa el Tribunal de las Aguas. Se trata de una institución establecida por el rey Jaime I en la Edad Media, formada por ocho labradores elegidos cada dos años por los regantes de la huerta de Valencia, y cuyo objetivo es el de impartir justicia en el ámbito del riego y la distribución de agua del río Turia, a través de un proceso oral y en lengua valenciana cuyas resoluciones son inapelables. El Tribunal de las Aguas se mantiene aún hoy en día como una institución modelo. La UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural
http://www.spain.info/es/que-quieres/arte/monumentos/valencia/catedral_de_valencia.html
La presente catedral de Valencia constituye un inesperado resumen y al mismo tiempo un puntual museo de la mejor arquitectura valenciana de todos los tiempos. En ella inciden con fuerza pautas e intencionalidades de la cultura arquitectónica que prenden en el ámbito valenciano desde la época medieval hasta los últimos años de la moderna. Pocos capítulos sustantivos del gótico y del renacimiento, del barroco y del clasicismo académico, escapan a su construcción y amueblamiento artístico. El continuo proceder artístico y arquitectónico sobre su inicial estructura, sin duda, ha privado a esta catedral del carácter de monumentalidad tipológica y claridad de lectura que cabría esperar de un templo catedralicio. Pero, a su vez, quizá radique en esta prolongada diacronía arquitectónica que acompañó la concepción del recinto catedralicio su grandeza e interés. Acaso sea el símil literario del tapiz de Penélope el que mejor pueda describir el acontecer arquitectónico de la historia de la catedral de Valencia. En la narración homérica la obra realizada un día era deshecha por la noche y comenzada de nuevo al siguiente. Pues bien, tanto en las intencionalidades que descubre el rico archivo catedralicio como en las mismas realidades que ofrece su compleja y variada estructura, se evidencia que casi cada generación se propuso rehacer o ampliar el edificio conforme a nuevos y radicales ideales artísticos. Si la lectura histórica del edificio es, en este aspecto, considerablemente dificultosa, asombra que la catedral con este dilatado proceso edificatorio no sea una caótica acumulación de construcciones. En realidad es una admirable conjunción de muy diferentes arquitecturas y solamente la alta calidad profesional de los maestros que realizaron la obra explica tan insólito resultado.
ASPECTOS DE SU EVOLUCION HISTORICA.
Situada en el centro de la ciudad antigua, la catedral de Valencia hunde sus cimientos en la propia historia de la ciudad al menos desde época romana. Aunque su subsuelo no ha sido explorado arqueológicamente, debe asentarse sobre importantes restos romanos y, sin duda, lo hace sobre un área episcopal visigoda parcialmente excavada en sus inmediaciones. Igualmente lo hace sobre la documentada mezquita mayor musulmana.
Tras la conquista cristiana en 1238, los preparativos para la construcción del edificio actual se advierten documentalmente desde fechas muy tempranas por la adquisición de solares situados junto a la antigua mezquita consagrada al culto cristiano. Igualmente lo señala la abundancia de mandas testamentarias opere ecclesie Sancte Marie Sedis Valentie y sobretodo por la tajante prohibición real de realizar construcciones alrededor de la mezquita cristianizada expedida en un documento de 1249, que recogen el Aureum Opus y el Liber Instromentorum de la catedral. Este documento prueba la intención de Jaime I de que en el lugar de la antigua mezquita se levantase un templo magnífico en honor de Madona Santa María de la Seu (1).
Aunque las series de libros de fábrica del archivo catedralicio no comienzan hasta avanzado el siglo XIV, se ha considerado el comienzo de las obras en 1262 gracias a una perdida inscripción situada en la tumba del obispo Albalat (1248-1276). Diversas noticias dispersas permiten comprobar cómo la catedral trecentista fue avanzando hasta completarse en los primeros años de la siguiente centuria. Durante el siglo XIV se emprendió la construcción del aula capitular y de la nueva torre de las campanas -el Micalet- en sustitución de otra anterior cuya existencia conocemos por noticias documentales. Ambas obras, levantadas dentro de la corriente del gótico meridional, se situaron a los pies de la nave, desconectadas del templo. Su particular localización sugiere que se dispusieron alrededor de un claustro, atrio, o espacio abierto, espacio que en la segunda mitad del cuatrocientos sería ocupado por la ampliación del templo.
El siglo XV dejó en la catedral una importante huella, configurando el volumen y la superficie, aunque no el aspecto, que hoy conserva. El magnífico cimborrio, la obra de la "arcada nova" o crujía que se añade a los pies e incorpora la sala capitular y la torre campanario al templo, con los pasos de unión y capillas, constituyen muestras elocuentes de la madurez que adquirió la arquitectura medieval valenciana. En estas obras se observa el tránsito del gótico meridional al tardío, en donde se manifiesta con toda su amplitud la incorporación de una sensibilidad que de alguna manera mira hacia una versátil antigüedad; el paso de la estereotomía gótica a la estereotomía moderna; de las bóvedas de rampante recto a las de rampante redondo; de formas que avanzan las que más tarde serán peculiares del renacimiento español. En este contexto, la inacabable obra de la catedral de Valencia adquiere especial valor ya que la historia de la arquitectura valenciana del siglo XV puede trazarse a partir de la de los maestros de obras de la catedral. Los maestros Pere Balaguer, Martí Llobet, Antoni Dalmau, Francesc Baldomar y Pere Compte, gracias a la obra documentada, dieron un inusitado prestigio al cargo de operarius sedis Valenctie o maestros de obras de la catedral, al que se accedía tras diversas pruebas y condiciones que se consignaban escrupulosamente en acta notarial. Fue en este siglo donde mejor se percibe la importante escuela que se gesta tras la obra de la Seo, erigiendose en el mejor modelo a seguir en el territorio valenciano.
La catedral de Valencia continuó en la época moderna desempeñando un papel de primera importancia, catalizador de innovaciones y resultados artísticos, que la convertirian en espejo del acontecer artístico a través del cual se mirarian otras muchas empresas constructivas y artísticas de la ciudad. Si anecdótica pudo ser la temprana presencia de italianismos renacentistas de la mano del escultor Juliá lo Florentí (1417) en los relieves del trascoro, no lo fue la que primero Paolo de San Leocadio y Francisco Pagano, a partir de 1472, y después Hernando Yáñez de la Almedina y Hernando de los Llanos, a principios del siglo XVI, incorporaron a la tradición valenciana a través de su obra en la catedral. Su presencia se dejó sentir en ámbitos no estrictamente pictóricos, como revelan la caja del órgano o la anónima capilla de la Resurrección en el trasaltar de la catedral, obras que junto al también temprano altar mayor de plata, del platero pisano Bernabo Thadeo, de finales del XV, dieron cabida en Valencia al nuevo lenguaje al romano. Sin embargo, la irrupción del nuevo credo artístico renacentista no supuso una ruptura con el quehacer arquitectónico, gótico desde presupuestos estilísticos, moderno desde categorías geométricas y estereotómicas, que primero Baldomar y luego Compte, estaban realizando en unas mismas circunstancias de lugar -la "arcada nova" de la catedral- y tiempo -la segunda mitad del siglo XV-. Una elocuente muestra del renacimiento pleno en la segunda mitad del siglo XVI (1566), en donde se puso de manifiesto a la vez la emulación del Antiguo y la constante preocupación por los cortes de cantería, fue la llamada "Obra Nova", comunmente conocida como tribuna de los canónigos, en el ábside de la catedral, trazada por el importante arquitecto Gaspar Gregori.
Si el tránsito del siglo XVI al XVII dejó puntuales huellas, de corte clasicista -renovación de la sillería (1594-1604) y rejas y puertas (1649) del coro, reestructuración de la capilla de San Sebastián (hacia 1606), a los pies del templo-, los años centrales de siglo XVII, se caracterizan por intervenciones en donde se ponen de relieve complejas técnicas de albañilería o de mecánica constructiva -arco de paso de la catedral (1660) a la Capilla de los Desamparados en esos momentos en construcción, con alarde de estereotomía en ladrillo; renovación del pilar (1660-1663) que sustenta el cimborrio (junto al coro y puerta de los Apóstoles), obra asesorada por el arquitecto y matemático jesuita Pablo Albiniano de Rajas, en la que participan los maestros canteros Pedro Leonart Esteve, Joaquin Bernabeu y Pedro Do-.
Es, a su vez, en el espacio emblemático del presbiterio de la catedral, donde tiene cabida una nueva modernización, esta vez en clave barroca, de su estructura aun gótica. Juan Pérez Castiel emprendió entre 1674 y 1682, la remodelación de este espacio, con un frenético y exultante decorativismo barroco, pero a su vez con una moderna mentalidad arquitectónica que declina el gótico como "orden", dentro de un clasicismo versátil y culto, antinormativo y abierto. La fábrica y lucimiento de la capilla Mayor de la catedral se puede considerar primer eslabón de la cadena de remodelaciones barrocas emprendidas en el último tercio del siglo XVII, que a la manera de las populares muñecas rusas, encapsula en su interior otras estructuras, fenómeno que sin ser exclusivo del ámbito valenciano, si cobró en él -y en particular en el espacio catedralicio- una complejidad y expresión monumental nada común.
Pero sin duda, el monumento clave del barroco valenciano e hispánico, es la fachada de los pies de la catedral (1703-1741). Obra a la que ninguna historia de la arquitectura barroca puede sustraerse de analizar, es, probablemente con el cimborrio, el episodio más relevante y significativo que aloja la catedral. Obra que inaugura en España la fachada de superficies flexibles y ondulantes, para Portoghesi es la primera y prácticamente la única manifestación de la influencia de Borromini en España. Sin embargo, en ella se dan cita, con marcado vanguardismo, además de modos compositivos del barroco cosmopolita (en el que no está ausente tampoco la temprana influencia de Andrea Pozzo) de la mano del arquitecto y escultor italianizado Conrad Rudolf, preocupaciones propias del barroco hispánico, con complejos alardes de perspectiva, declinados en oblicuo y fabricados en la más estricta estereotomía. Arquitectos canteros expertos en el arte de los cortes, informados matemáticos novatores, y numerosos escultores y adornistas contribuyeron a "hispanizar" en el más estricto sentido moderno del término, esta obra, cuya influencia en el ámbito geográfico valenciano y español en general fue amplio. No ha tenido esta fachada ni el entendimiento ni la sensibilidad que reclamaba sus altas miras artísticas. El elegante tratamiento bícromo de sus piedras, hoy se presenta absurdamente uniformado. Pero, sobre todo, ha sido en fecha no muy lejana, cuando en un alarde de estulticia urbana se destrozó el estudiado y dinámico carácter escenográfico que permitía la angosta calle de Zaragoza al convertir su entorno en plaza.
La última secuencia histórico-artística importante que alojó la catedral fue la famosa remodelación clasicista de finales del siglo XVIII, en pleno fervor academicista, empresa que comenzó en 1774 y no concluyó hasta los primeros años del siglo XIX. Antonio Gilabert, Lorenzo Martínez y un nutrido grupo de artistas y arquitectos, miembros de la Real Academia de San Carlos, realizaron un postrero empeño remodelador de la estructura gótica en otra de atildada composición clásica, algo que ya tenía amplios antecedentes en la arquitectura valenciana, tanto del seiscientos clasicista como del mismo setecientos barroco. Si quienes no conocían la catedral valenciana, pero si otras catedrales españolas, no dudaron en tildar de "extravagancia" -Ceán Bermúdez- esta obra, otros, más cercanos a la arquitectura valenciana -Ponz, Ortíz y Sanz, un sector de los propios arquitectos académicos- la aplaudieron, reclamando un mayor radicalismo en la intervención, ya suprimiendo las bóvedas góticas, ya remodelando el presbiterio barroco.
Los destrozos causados durante la guerra civil en el interior del templo catedralicio y el desaprensivo intervencionismo de la posguerra, provocaron la desaparición del coro y el desplazamiento de los órganos. Parte de la estructura gótica quedó al descubierto. En 1972 se emprendió la recuperación de la estructura gótica en las naves, el crucero y el cimborrio, empresa que ha durado hasta casi nuestro dias.
LA CATEDRAL TRECENTISTA
La estructura de la catedral en sus orígenes fue la de un templo de tres naves y tres crujías, con crucero saliente, presbiterio poligonal abierto directamente al crucero y girola. Se cubre con bóvedas de crucería simple de potentes baquetones y plementería de ladrillo dispuesto a rosca. La sección de la nave muestra la escasa diferencia de altura y la diferente proporción respecto a las tradiciones del gótico francés, entre la nave principal y las laterales. Igualmente en lugar de los característicos arbotantes de este estilo se disponen, como apeando los empujes de la nave principal, unos arcos de medio punto. Estos arcos, por su trazado, difícilmente podrían producir el empuje de los arcos rampantes o arbotantes. En cualquier caso la impostación de estos falsos arbotantes se produce a una altura excesiva respecto al arco fajón y el contrarresto sería inútil. En realidad se trata de una obra hidráulica superpuesta a la del edificio catedralicio, como si se tratase de una aérea red de acequias: los arcos únicamente sustentan el sistema de evacuación de aguas de la terraza, con una nula función estructural, como pone de relieve su ausencia en los brazos del crucero, cuyas cubiertas, al carecer de naves laterales, desaguan directamente a la calle.
La fachada del crucero de la epístola es la más antigua del conjunto catedralicio. Aloja la famosa portada del Palau, con arco de medio punto, y un atirantado y amplio ventanal, con arco alancetado. Tanto la puerta como la ventana presentan columnillas en sus jambas; seis en la puerta y tres en la del ventanal, con capiteles de ábacos cuadrados. La arquivolta de la puerta es sumamente rica, constando de seis órdenes concéntricos con capiteles esculpidos con narraciones del Antiguo Testamento, y molduración variada (puntas de diamante, figuras de serafines y de santos en pequeñas hornacinas, molduras en zigzag, festón lobulado y delicados follajes). El tejadillo de la portada apea sobre canecillos que representan, según la leyenda, los siete maridos y las siete mujeres de Lérida que se encargaron de llevar a Valencia las 700 doncellas que se precisaban para esposas de los repobladores. Independientemente de la dudosa veracidad de la leyenda, la composición general de la portada, su estilo decorativo casi miniaturístico, y algunos detalles de tradición mudéjar, permiten encuadrarla en la llamada escuela de Lérida.
Junto a esta portada se sitúa la sacristía mayor, espacio de planta cuadrada cubierto con bóveda de crucería octopartita y potentes trompas en las esquinas. Desde ella se accede a una sala secreta (reconditorio eucarístico y cámara de reliquias) con interesantes pinturas murales del siglo XIV.
La catedral trecentista es un espléndido resumen de la animada superposición de formas novedosas y tradicionales, de las mutaciones y de los arcaísmos que caracterizan la época de la colonización del nuevo reino conquistado. El arcaísmo de la catedral aparece bien patente en lo decorativo. Los pilares de la nave tienen en cada frente dos columnas gemelas empotradas, lo mismo debe de suceder en los pilares, ocultos por el revestimiento barroco, del presbiterio. Esta disposición, en términos historiográficos, tiene una cronología que oscila entre el último cuarto del siglo XII y el primero del siguiente. Cuando se comenzó la catedral de Valencia, en 1262, esta era ya una disposición claramente anticuada (2). Lo mismo puede decirse de la portada del Palau. Street ya advirtió que de encontrarla en el norte de Francia, la supondríamos, sin lugar a dudas, del siglo XII. Aunque los perfiles de las molduras muestran su pertenencia al siglo XIII (3).
Las naves y crucero de la catedral de Valencia, por sus características, no pueden considerarse simplemente como un románico aligerado o terciario presente sólo en lo decorativo. Los ideales de la arquitectura gótica francesa están, igualmente, ausentes. En realidad todo hace suponer que la intención arquitectónica fue otra. Los tramos perfectamente cuadrados con los que se compone la nave central, la desnudez decorativa interior, la amplitud y la altura moderada de la nave principal, así como la anchura inusualmente grande de las aberturas que ponen en comunicación dicha nave con las laterales, y que dan como resultado una unidad espacial sin precedentes en la arquitectura de la Corona de Aragón, remiten a la coetánea arquitectura italiana. En este país la expansión dominica realizó, en ocasiones, la adaptación de la forma basílica, con bóvedas de crucería y con naves laterales, a las necesidades de las órdenes mendicantes. Es decir, buscó la creación de espacios amplios y adecuados para la predicación. Esta peculiar disposición, conectada con la arquitectura del trecento italiano, y tan alejada de ideales románicos como góticos, es la que permitió, con el andar de los siglos, un fácil enmascaramiento clasicista del interior (4).
No debe ser ajena a esta disposición la presencia de dominicos en la más alta jerarquía de la iglesia valenciana durante las primeras etapas de la construcción de la catedral. En la lápida situada en la girola junto a la tumba del obispo Albalat -desaparecida cuando las reformas del siglo XVIII- constaba que se colocó la primera piedra de la catedral en el año 1262 por el obispo fray Andrés de Albalat (1248-76), antes fraile dominico aragonés, canciller del rey y viajero por Francia e Italia. Era a su vez hermano del obispo de Tarragona. Durante su pontificado hay noticias, en 1267, de un Arnaldi Vitalis magistri operis eclesia Sante Marie, Valentie. Este maestro debía ser persona apreciada por Jaime I ya que, en 1273, el rey le recompensó con varias donaciones en la ciudad de Alzira por la construcción de la acequia del lugar (5).
Otra noticia avala la hipótesis de la posible conexión italiana de la primera catedral, como es la presencia -en 1304- al frente de sus obras de un arquitecto italiano, Nicolás de Ancona. En ese año el obispo Raimundo Despont (también dominico y aragonés, canciller del rey, diplomático y anteriormente figura de relieve en Roma, 1289-1312) y su cabildo, contrataron con el maestro Nicolás de Ancona (gentilicio que ha sido equivocadamente leído por Autona) para que se encargase de la obra de la catedral y de todas aquellas cosas que fueran necesarias y oportunas a dicha obra. Especificándose incluso lo que se refería a vidrios, imágenes o pinturas, estipulándose el sueldo y sujetándose a ciertas condiciones que aseguraban el cumplimiento del contrato por ambas partes. La presencia de un maestro procedente de la ciudad italiana de Ancona cobra sentido si se tiene en cuenta que Raimundo Despont fue gobernador pontificio de la marca de Ancona con anterioridad a su nombramiento, desde Roma, como obispo de Valencia (6).
La obra de la nave debió quedar notablemente adelantada (si no acabada) durante el episcopado del obispo Despont. La presencia de vidrieros y pintores en la compañía del maestro Nicolás de Ancona así lo sugiere. Lo confirma un curioso y poco conocido resto arqueológico: la sacristía de la antigua capilla de Todos los Santos (actualmente de San Vicente Ferrer), en la segunda arcada del lado del evangelio. Pequeña estancia cubierta con bóveda de crucería y clave con las armas del obispo Despont, esta sacristía acoge en uno de los muros, procedente de la renovada capilla, el sepulcro del obispo Jazperto de Botonach, quien en una de las cláusulas de su testamento, redactado en 1287, eligió una capilla adjunta para su sepultura. Este obispo, sucesor de Andrés de Albalat, fue el primer obispo nombrado directamente por el Papa, en 1276, sin intervención del Cabildo, ya que su predecesor había fallecido, estando de viaje, en territorio pontificio. Botonach, catalán de noble familia y amigo personal del rey, era experto en derecho y parece haber estado adornado de cualidades literarias. Se encontraba en Viterbo cuando fue preconizado para obispo de Valencia. Cabe recordar que las más importantes iglesias italianas de la expansión dominica, con tres naves, crujías cuadradas y amplias arcadas en las naves tienen una cronología extremadamente similar a la de la catedral de Valencia.
Frente a los arcaísmos románicos decorativos, o al difuso clasicismo de las naves, la catedral incorpora una girola que adopta, tempranamente, las soluciones del gótico francés y ha sido considerada, en este sentido, como adelantada en el conjunto de la arquitectura gótica de la Corona de Aragón. Durliat la ha emparentado, por su sección, con las de Burgos y Toledo. La documentación publicada por Sanchís Sivera muestra que las fechas de construcción de las capillas de la girola se escalonan en los años finales del siglo XIII (7). La peculiar solución en planta de la girola de la catedral, con tramos pentagonales, en los que a cada tramo de la capilla mayor corresponden dos capillas radiales con ábsides poligonales, tendría amplio y temprano eco: la parroquia de Santa Catalina, en la misma ciudad, la iglesia de Cervera (Lérida) y la catedral de Murcia, adoptaron soluciones similares.
La gran portada de los Apóstoles incorpora con riqueza decorativa, las formas nacidas en los dominios reales franceses y, de la misma forma que la girola contrasta con la nave, la gótica puerta de los Apóstoles contrasta con la otra puerta con la que se enfrenta en el crucero, la románica del Palau. La portada de los Apóstoles es pieza de importancia, enriquecida con estatuas protegidas por doseletes. La arquivolta consta de tres órdenes concéntricos adornados, igualmente, con ristras de estatuillas y doseletes. En el tímpano se sitúa la imagen de la Virgen acompañada de figuras de ángeles músicos. La arquivolta queda recogida por un gablete respaldado por arquerías ciegas con estatuas. En la parte superior de la fachada, acogido también por un gablete, se abre un gran rosetón, cuyas tracerías dibujan una estrella de David, lo que le valió la tradicional denominación de Salomó. La reciente restauración de esta portada ha permitido comprobar que este rosetón sustituye a una anterior ventana lancetada similar en sus dimensiones a la situada sobre la portada del Palau. Aunque carecemos de noticias documentales sobre la construcción de la portada de los Apóstoles, debió construirse a mediados del siglo XIV. La mala calidad de la piedra, o su inconveniente orientación, ha degradado mucho el detalle y las imágenes, obligando a continuas reparaciones ya documentadas en el siglo XV. Este hecho añade dificultades a la datación de la obra gótica. Delante de esta portada celebra cada jueves sus sesiones, desde tiempo inmemorial, el Tribunal de las Aguas, reliquia milenaria de la administración de justicia correspondiente al derecho de aguas en la huerta de Valencia.
SALA CAPITULAR
Adecuada actualmente como capilla donde se venera el Santo Cáliz de la Cena del Señor, la antigua sala capitular se conforma como un espacio único, de proporciones casi cúbicas, con planta cuadrada de trece metros de lado. Ocho ménsulas esculturadas y los correspondientes arcos cruceros permiten tender una bóveda estrellada, de crucería y planta octogonal con pequeñas bóvedas triangulares esquinales. Este esquema de cubrición sigue un tipo muy frecuente en el siglo XIV que había sido empleado ya en distintos espacios de las catedrales de Burgos y Pamplona. Igualmente avanza la solución empleada posteriormente en la Sala dei Baroni del Castelnuovo de Nápoles, construida por Guillem Sagrera a mediados del siglo XV.
Espacio construido exento a la catedral, con entrada propia, esta sala capitular se incorporó a la estructura de la catedral al construirse, en la segunda mitad del siglo XV, el tramo de los pies. La portada de acceso -construida en 1424 por Pere Balaguer, maestro de obras de la Seo y famoso constructor de la Torre de Serranos- está formada por arquivoltas apuntadas y molduradas, gablete con fronda y pináculos en los flancos. La rigurosa geometría del volumen original, exponente de las sobrias tradiciones del gótico meridional, se apuntala aun más en sus sólidos y severos muros externos, ausentes de contrafuertes. Construido por iniciativa del obispo Vidal de Blanes entre 1356 y 1369, cuando Andrés Juliá era maestro mayor de la catedral, es posible asignar a este maestro la autoría de esta obra del capítulo (8).
El retablo que actualmente aloja esta capilla, construido en alabastro, es pieza de excepcional interés. Inicialmente construido como fachada del trascoro, fue trasladado a este lugar durante la reforma clasicista del siglo XVIII "para conservación de estas memorias antiguas". Los doce bajorrelieves con escenas del Viejo y Nuevo Testamento fueron labrados entre 1415 y 1424 por varios artistas. Seis de ellos lo fueron por un Juliá lo Florentí en el que ha querido verse -sin especial fundamento- a G. da Poggibonsi, ayudante del célebre Ghiberti. La delicada y trabajada arquitectura, construida entre 1441 y 1446 por el importante maestro Antoni Dalmau, que ordena y soporta los bajorrelieves con un repertorio pródigo en pináculos y gabletes, propios del gótico internacional, es exponente del desinhibido bilingüismo artístico que ya en estas tempranas fechas comienza a cobrar relieve en el ámbito de la ciudad de Valencia. En el paramento de la misma sala se abre una elegante portada de pequeñas dimensiones, con arco mixtilíneo encuadrado por una moldura dispuesta a modo de alfiz, cuyas enjutas alojan una Anunciación en alabastro del maestro Joan de Kassel, trabajada en 1497.
EL MIGUELETE
La torre campanario de la Seo de Valencia, el popular y querido (9) Micalet, es la más conocida de las torres campanario valencianas. El prisma octogonal de esta torre tiene una altura de 51 metros, longitud igual a su perímetro. Está formada por cuatro cuerpos de la misma altura. Los tres primeros llevan resaltadas sus aristas y limitada su altura por una cornisa. El último, en el que se abren los siete arcos apuntados que alojan las campanas (en el octavo lado está la escalera) está elegantemente decorado. Los huecos de las campanas tienen unas arquivoltas muy adornadas sobre las que se alza un gablete triangular muy agudo. Tanto en el interior del gablete como en las enjutas se despliega la típica labor de claraboya. Por el interior la torre es muy maciza pues sólo en el centro tiene, sucesivamente, tres cámaras abovedadas en los tres últimos cuerpos. De estas son angostas la nave más baja y aun la intermedia, siendo más amplia la alta o de las campanas.
La obra fue comenzada en 1381 por el maestro Juliá y su construcción se dilató largo tiempo. El archivo de la catedral custodia el interesantísimo proceso proyectual de la obra. La dirigía, en 1396, José Franch. En 1414 el maestro Pere Balaguer cobraba 50 florines por los gastos de viaje realizado a varias ciudades con el objeto de ver campanarios y tomar de ellos "lo más hermoso y conveniente" para el de Valencia. En 1424 se firmaron las capitulaciones entre el maestro Martí Llobet y el capítulo para la construcción del apritador o antepecho.
La obra gótica quedó inacabada, aunque no faltaron proyectos para darle remate. Sanchís Sivera, que cita el Llibre de obres de la catedral, recoge que el maestro Antoni Dalmau realizó una bella mostra (plano o maqueta) de la espiga, la cual, fallecido el autor, alguns picapedrers de lart anaven darrere a verla. Esta mostra fue comprada en 1453 por el cabildo a la viuda para evitar "que gran fretura podria fer per avan sis perdia o pasaba a mans de altre" (10).
Como ha afirmado Chueca Goitia, la torre del Micalet "dejó una secuencia inesperada en la elegante y barroquísima torre de Santa Catalina" (11), y el mismo Micalet no fue ajeno al renovado interés que por lo gótico surgió en plena cultura barroca: su espadaña, construida en la tercera década del siglo XVIII, se concibió con arcos apuntados entre ménsulas de recortados perfiles barrocos. Incluso en plena expansión del intransigente academicismo ilustrado, la torre de Micalet fue admirada. "...Esta Torre, aunque Gótica, es proporcionada y valiente. Confesemos una verdad: en materia de torres elevadas, como son edificios extraordinarios, y difíciles de reducir a leyes Arquitectónicas, les desempeñaron los Arquitectos Góticos acaso mejor que los modernos, porque la Arquitectura Gótica no conocía leyes, ni commesuraciones" (12). Asi concluía este inesperado elogio en boca de José Ortíz y Sanz, el "vitruviano", en la oración académica pronunciada en la de San Carlos de Valencia el año 1804.
EL CIMBORRIO
El cimborrio de la Seo de Valencia es el más monumental de la arquitectura gótica meridional y, en palabras de Street, uno de los mejores ejemplares que de su clase hay en España. La aérea y atrevida linterna no guarda relación con el sólido y clásico templo que se extiende a sus pies. El enorme fanal octógono descansa en trompas cónicas y se cierra con una bóveda de crucería compuesta por ocho nervios y plementería de ladrillo. Tiene dos órdenes de grandes ventanales que ocupan el ancho de los paños y hacen de esta linterna una obra ligerísima, totalmente calada. Complicadas tracerías aseguran las placas de alabastro que cierran los vanos. Estas placas sustituyen a las todavía más ligeras vidrieras medievales. La diferente proporción y decoración de los dos cuerpos hacen pensar que quizás se levantó en dos etapas. En cualquier caso la ausencia de contrafuertes y lo calado de sus muros permiten considerar como un prodigio tanto su construcción como su permanencia. Prueba de su fragilidad es que su conservación ha requerido constantes labores de mantenimiento. Los pilares que lo apean, inmediatos a la nave, debieron ser recalzados y reforzados en diversas ocasiones. Realizaron estas operaciones los arquitectos Albiniano de Raxas, a mediados del siglo XVII, y Antonio Gilabert en 1774. De este último, se afirma en las actas académicas, que hizo "el arriesgado pensamiento de sostener por medio de pilares provisionales uno de los ángulos que mantienen su magnífico y elevado cimborrio, mientras se hacía el nuevo poste correspondiente" (13). Zunchado en 1863 por Timoteo Calvo, el cimborrio necesitó nuevamente ser recalzado y zunchado hace quince años por el arquitecto Ramiro Moya.
A pesar de la espléndida apariencia de la obra y de la riqueza documental del archivo de la catedral la historia de esta construcción es confusa. El cimborrio quedó planteado desde el comienzo de las obras, siguiendo la disposición de los cimborrios de las catedrales de Tarragona y Lérida. Se conocen datos sobre la existencia de un cimborrio en el pontificado del obispo Blanes (1356-1369); en 1380 se realizaban reparaciones en la terraza. Algunas noticias sugieren que el cimborrio fue reconstruido durante los primeros años del siglo XV. En 1418 debía ser obra famosa cuando -según Carreras Candi- Bartolomé Gual, maestro de obras de la Seo de Barcelona, teniendo que construir un cimborrio en esa catedral, visitó Valencia per anar a veure lo simbori (14). El autor de la forma definitiva fue, acaso, Martín Llobet quien dirigía obras en 1430. El cimborrio es una de las obras que inaugura la espléndida arquitectura valenciana del siglo XV. Aparte de su cronología, su similitud con modelos de orfebrería y alarde técnico que supone su construcción, permiten encuadrarla en la arquitectura tardogótica.
Obra admirada por su alarde constructivo en diversas épocas, el cimborrio fue objeto de especial atención en la primera primera mitad del siglo XVIII. Tomás Vicente Tosca en su tratado de arquitectura (1712), da traza de su montea (fig. 70) y se detiene en el análisis de su fábrica, a la que califica de "orden Gothico", y le sirve como ejemplo significativo para tratar la bóveda de arcos cruceros mantenida "con su propio peso, sin más estrivos", demostrando una especial sensibilidad por su estructura, alabando su ingenio y el "maravilloso enlaze" de sus cruceros (15). De la admiración que despertó esta obra en pleno desenvolvimiento de la cultura arquitectónica barroca es, a su vez, elocuente el elogio que formuló el importante arquitecto José Herrero ( ca. 1771), del cual se hace eco Teixidor: "aviendo examinado de cerca todas sus labores, quedó pasmado de su primor, i me dijo, que con dificultad se encontrará en toda España obra que el iguale" (16). El mismo Vicente Acero, artífice de una de las obras más representativas del barroco español, como es la catedral de Cádiz, no dudó en invocar la ligereza estructural del cimborrio de la catedral valenciana en apoyo de su cuestionado proyecto de cúpula (17). No debió ser ajena a esta moderna exaltación de la ligereza estructural del cimborrio gótico de la catedral, la noticia aportada por Teixidor (18), según la cual, en 1731, "quedó convenido, no sólo assegurar las piedras de luz, limpiarlas, añadir las que faltavan, sino hacer un nuevo adorno de pirámides i bolas de piedra", empeño este último deshechado por "ser cosa arriesgada cargar la antigua fábrica de tanto peso" y, también, por no "necesitar de este adorno la hermosura de la fábrica antigua", encargandose José Navarro de la obra convenida.
LA "ARCADA NOVA". AMPLIACIONES DEL S.XV
Francesc Baldomar, el maestro más original de la arquitectura medieval valenciana, fue también, maestro de obras de la catedral. Aunque su obra más importante la realizó en la capilla de los Reyes del convento de Santo Domingo y en las torres de Cuarte, su intervención en la Seo es de considerable interés (19).
El maestro Baldomar comenzó, en 1458, las obras de ampliación de la catedral de Valencia con la construcción de la crujía de los pies. A los casi doscientos años de comenzada la catedral, Baldomar repitió, o recuperó, el planteamiento vagamente clasicista con el que se construyó la nave. Aunque empleó recursos estereotómicos y formales característicos de la arquitectura gótica, como los enjarjes en las arcadas de la nave, o los arcos rampantes para los arbotantes-acueductos de las cubiertas, dispuso una antigualla clásica, una losa con una inscripción con letras romanas, seguramente encontrada al realizar la cimentación, como base de la nueva pilastra. Sobre ella reinterpretó el viejo tema románico de la doble columna empotrada. Las disposiciones arquitectónicas de Baldomar en la ampliación de la catedral de Valencia sugieren la intención de una excursión al pasado al modo que se realiza en los fondos de la pintura flamenca coetánea. Viaje en el que la antigüedad está representada por el románico (20). En este tramo aparecen dos recursos formales que caracterizan al maestro y que ya había utilizado en obras anteriores: los vanos dispuestos en esviaje y una bóveda aristada. Los esviajes de las ventanas de la catedral o chanfrantes ópticos, según expresión utilizada por el erudito Orellana, se disponen a modo de un orden oblicuo gótico, con extraordinario rigor geométrico en la molduración. La pequeña bóveda aristada del paso a la torre campanario parece una reproducción, a escala reducida, casi una maqueta, de la bóveda de la capilla de los Reyes. En realidad es una sucesión de bóvedas vaídas, con un aparejo romboidal, en las que se ha resaltado un geométrico juego aristado. La entrada a este paso se realiza por una portada dispuesta "en esquina y rincón" de compleja estereotomía, similar a las que divulgarán, más tarde, los tratados de cortes de piedra del renacimiento español y francés. Baldomar aparece documentado explícitamente, en 1462, como magister fabrice sedis, es decir como maestro de obras de la Seo. En 1467 realiza obras en la renovada capilla de San Pedro y en 1472 prepara los muros del capítulo para los frescos de Nicolás Florentí.
El archivo de la catedral documenta como a partir de 1476 sucedió a Francesc Baldomar, seguramente por fallecimiento de éste, el maestro Pere Compte. Este famoso maestro inició su trayectoria profesional en la catedral sustituyendo a Baldomar en la obra de la arcada nova. Las obras de este tramo se dilataron por largo tiempo. Compte construyó en 1486 el desaparecido pavimento de la catedral, de losas azules bruñidas, que al cronista Escolano le recordaban el mar visto desde lejos. En 1494 debía estar finalizado el último tramo de la catedral, ya que en este año se trabajaba en las capillas que todavía existen a la entrada del antiguo capítulo. Las pequeñas ventanas de estas capillas exhiben un evidente (y seguramente innecesario) esviaje respecto al muro en el que se sitúan. Siguen con ello la característica disposición de vanos de la crujía de los pies, obra comenzada por Francesc Baldomar. El nuevo estilo se muestra en las cubriciones: el paso al aula capitular se cubre con una compleja bóveda estrellada, cuya plementería sigue una curvatura continua que prefigura la correspondiente a las bóvedas vaídas. Esta bóveda sigue (utilizando una terminología de la época) el rampante redondo que será característico en el quinientos frente al rampante recto de la tradición gótica clásica.
Al mismo Pere Compte, o alguno de sus inmediatos sucesores debe atribuírsele la escalera y sala del tesoro (que actualmente ocupa el archivo) donde pueden verse una puerta en esquina similar a la construida por Baldomar en el acceso al Miguelete y unas bóvedas aristadas de ladrillo. Idéntica atribución puede hacerse respecto a las columnas entorchadas de arista viva que aparecieron embebidas en los muros de las salas que ocupan las dependencias del museo.
http://www.cult.gva.es/gcv/catedral/estudio.htm
Dicen las crónicas que el sábado 9 de octubre del año 1238 hacia su entrada en la recién conquistada ciudad de Valencia, el rey Jaime I el Conquistador. Inmediatamente se dirigió a la Mezquita Mayor, y previa purificación puso la nueva Catedral bajo la advocación de "Nostra Dona Santa María" . Jaime I había hecho promesa pública en Lérida el 28 de Octubre de 1236 de restituir la Iglesia Catedral de Valencia.
[La Catedral desde la plaza de la Reina] La Catedral de Valencia desde su inicial consagración en 1238, se encuentra bajo la advocación de la Santísima Virgen María, ante cuya imagen (un icono de la Virgen pintada sobre madera) celebró la primera misa el obispo Pere de Albalat. Según la tradición, dicha imagen era propiedad del mismo Jaime I que la llevó consigo en toda la campaña de la conquista del reino musulmán de Valencia. Sobre el destino de esta imagen que se encontraba en la Catedral desde los tiempos de la Reconquista, se sabe que fue quemada durante la Guerra Civil en 1936.
Sobre la consagración de la mezquita mayor existen muchas leyendas. Una de ellas narra como el rey, armado con un martillo de plata, destrozó las paredes del templo donde todavía quedaba decoración musulmana. A esta tarea se sumarían sus hombres, dejando la mezquita convertida en ruinas en pocas horas (recogido por Josef Teixidor en su libro Antigüedades de Valencia). Pero esto es solo leyenda, ya que la Mezquita Mayor fue usada como Catedral hasta la construcción del actual templo.
Adosada en la parte exterior del ábside tenemos una capilla, cerrada por una puerta metálica, donde según la tradición se realizó la primera misa en la Valencia conquistada. Una placa de piedra encima de la puerta hace referencia a tal hecho. La misma dice así: "En este lugar, según tradición, se celebró la primera misa al ser reconquistada Valencia por el rey don Jaime. Excmo.Ayuntamiento de Valencia. 9-X-1952". En el interior de la capilla, sobre un altar, hay una tabla gótica, con una pintura de Sant Jordi y un letrero que dice: "Sant Jordi en la batalla del Puig de Santa María. Any 1237".
La sede catedralicia valentina fue constituida desde el mismo momento de la reconquista en 1238, pero no será hasta el año 1262 cuando den comienzo las obras de construcción de una Catedral de nueva planta. El nuevo emblema del poder cristiano se alzará en el estilo gótico imperante de la época. Desde 1238 hasta 1262 la sede catedralicia de Valencia sigue siendo la antigua mezquita musulmana reconvertida al culto cristiano, y así será durante casi veinticinco años después de ser ganada la ciudad a los musulmanes.
La Catedral de Valencia se halla construida sobre la antigua seo visigótica que, más tarde, se convirtió en mezquita, aunque no queda ningún resto importante de estos edificios. En las excavaciones efectuadas en la adyacente Pl.Almoina, han dejado al aire, restos de la antigua seo visigoda, como es el ábside. Se supone que bajo la actual Catedral estarían los restos de la seo visigoda.
Para la construcción de la catedral, se usaron piedras de las cercanas canteras de Burjassot y Godella e incluso de lugares mas alejados como son Benidorm y Jávea.
Partimos de la base que nadie discute que la Catedral fue comenzada en 1262. La fecha es conocida porque la lápida fundacional de colocación de la primera piedra estuvo situada en la cabecera de la Catedral (en la Capilla de San Jaime) hasta que en la reforma neoclásica del siglo XVIII desapareció. Por suerte el archivero de la Catedral Joan Pahoner (1700-1781) tuvo la feliz idea en 1756 de copiarla, no sólo el texto sino incluso reproduciendo fielmente el tipo de letra en que estaba escrita. En 1909 el canónigo de la Catedral don José Sanchis Sivera (1867-1937) tuvo acceso al documento y de la vista del mismo se establece sin genero de dudas que la primera piedra fue colocada el 10 de junio de 1262 siendo obispo fray Andreu Albalat (hermano de Pere Albalat) tercero de la diócesis. Por tanto, la última persona que pudo ver físicamente la lápida fundacional fue Joan Pahoner en 1756.
La lápida dice así:
Anno Domini M / CC.LXII.-X kalend.ju / lii fuit positus primarius lapis / in Ecclesia Beate Marie / sedis Valentine per / venerabilem patrem / fratem Andream Valentinae Civitatis / Episcopum
En el año del Señor de 1262, a X de las calendas de julio (10 de junio) fue colocada la primera piedra en la iglesia de Santa María, Seo de Valencia, por el venerable padre Fray Andreu, tercer obispo de la Ciudad de Valencia.
Según una hipótesis de trabajo la antigua mezquita musulmana, se correspondería con el actual transepto de la catedral, siendo la Puerta de los Apóstoles, la puerta de entrada a la mezquita y el lugar donde se encuentra la puerta de la Almoina el lugar donde se encontraba el mihrab.
Como suele ocurrir en obras arquitectónicas de esta magnitud la Catedral tardó varios siglos en ser finalizada por lo que la mezcla de estilos artísticos es su característica más relevante lo que además la convierte en una joya de la arquitectura universal.
[Interior hacia la cabecera. Puertas cerradas] [Interior hacia la cabecera. Puertas abiertas] El gótico es el estilo básico y predominante de la catedral, ya que la nave principal y las capillas fueron construidas entre los siglos XIII al XV. El gótico valenciano se caracteriza por ser más bajo y alargado. En el caso de la catedral de Valencia, las ventanas se tapan con finas láminas de mármol blanco que dejan pasar la luz. Nuevo concepto de espacio, más amplio, ligero y luminoso. Todo está dispuesto para la adoración a Dios.
Las obras fueron iniciadas en 1262 por el maestro de obras Arnaldo Vidal y al contrario de lo que solía ser habitual en la época no se encuentra orientada canónicamente, es decir con la cabecera mirando al este. Existe constancia escrita en el Archivo de la Corona de Aragón de una anotación realizada en 1267 que dice: "Arnaldi Vitalis, magistri operis ecclesiae Sancte Marie civitatis Valentiae". No obstante, los primeros libros de obras de la Catedral datan de 1380, hasta esa fecha los datos constructivos de la Catedral son incompletos y fragmentarios.
Una aproximación cronológica de algunos de los maestros de obras de la Catedral sería la siguiente: (las fechas son aproximadas)
Magistrum maiorem operis sedis predicta
• Arnaldo Vidal (maestro de obras desde 1262 en que comienza la construcción de la Catedral)
• Nicolás de Ancona (maestro de obras entre 1303 y 1354)
• Andrés Juliá (maestro de obras entre 1358 y 1381)
• Joan Franch (maestro de obras entre 1381 y 1399)
• Lluís Amorós (hacia 1402)
• Joan Llobet (maestro de obras entre 1404 y 1408)
• Pere Balaguer (maestro de obras entre 1408 y 1427)
• Marti Llobet (maestro de obras entre 1428 y 1439) activo en Valencia desde 1417 (hijo de Joan Llobet)
• Antoni Dalmau (maestro de obras entre 1441 y 1453) sustituyendo a Martí Llobet
• Francesc Baldomar (maestro de obras entre 1458 y 1476)
• Pere Compte (maestro de obras entre 1476 y 1487)
• Juan Bautista Perez Castiel (maestro de obras entre 1672 y 1708)
La Catedral se construyó básicamente entre 1262 y 1356, originalmente se componía de tres naves con tres tramos, la nave central más ancha y alta que las laterales. La nave central es de tramos cuadrados, mientras que en las naves laterales los tramos son rectangulares. Disponía de una torre campanario en la fachada lateral de Levante (en la actual calle Barchilla), en 1419 se traladan las campanas a la nueva torre campanario del Micalet y a partir de 1438 se procede a su demolición con el objeto de sacar piedra para las nuevas obras de la Catedral.
El cuarto tramo que ahora dispone se construyó en el siglo XV, al objeto de unir el templo con la antigua Sala Capitular (hoy Capilla del Santo Cáliz) y con la torre campanario (El Micalet) que se habían construido exentos. Por tanto el templo en la actualidad se compone básicamente de tres naves de cuatro tramos, nave de transepto, girola, y presbiterio poligonal. En las naves laterales cuatro capillas laterales a cada lado. La girola dispone de ocho capillas absidiales, y al ser par el número de capillas, el eje del edificio de separación es un pilar en lugar de una capilla como podemos encontrar en otras Catedrales españolas. La cubierta se cubre con bóvedas de crucería cuatripartitas con plementería de ladrillo. Tanto los arcos de diafragma que soportan la nave central como los formeros que separan las naves entre sí, son arcos apuntados.
El recorrido por el interior de la catedral es muy rico y nos lleva de unos estilos a otros casi sin discontinuidad. La Catedral comenzó a construirse por la girola o cabecera, también llamada deambulatorio, que es la parte semicircular donde se localizan las capillas principales y en cuyo centro se localiza el Altar Mayor. Antes de finalizar el siglo XIII se había concluido la girola con sus ocho capillas, avanzando la obra según se derribaba la mezquita hasta llegar a la Puerta del Palau, en el brazo este de la nave del transepto.
Originalmente la girola era visible desde el presbiterio o Altar Mayor, al igual que ocurre en la actualidad con la Iglesia de Santa Catalina Mártir, pero en la reforma barroca de 1674 (siglo XVII) los arcos de comunicación fueron cegados y ornamentados con decoración propia de ese estilo.
Entre 1300 y 1350 aproximadamente, se terminó el transepto y se iniciaron las obras de las tres naves hacia los pies, de tal modo que a esta etapa constructiva se deben dos de los aspectos más llamativos de la catedral, es decir la Puerta de los Apóstoles en el brazo norte del transepto, y el cimborrio. Las obras fueron dirigidas por el maestro de obras de entonces Nicolás de Ancona.
El templo, que hasta entonces constaba de tres naves de tres tramos desde el crucero, dejaba la Sala Capitular (1356-1369) y la Torre del Miguelete (1381-1425) separadas de la iglesia. En 1459 los maestros Francesc Baldomar y Pere Compte amplían en un tramo mas la Catedral, es la conocida como Arcada Nova o Arcada de la Seu, uniendo definitivamente la catedral con la Sala Capitular y el Miguelete que hasta entonces estaban exentos. Para permitir el paso entre la Sala Capitular y la Catedral, Pere Compte construyó un pasillo de paso.
La descarga del empuje de las naves se realiza a través de arbotantes al exterior. Estos de una extrema sencillez, están formados por arcos de medio punto.
Los siglos XV y XVI, siglos del renacimiento, no se reflejaron en la arquitectura de la Catedral de forma clara, aunque sí en su decoración pictórica, desde el altar hasta las capillas menores. En el orden arquitectónico, este estilo no supuso una ruptura violenta con el gótico, ya que éste ultimo tenía una gran aceptación. Se dio un regreso al lenguaje de la arquitectura clásica, órdenes clásicos, arco de medio punto etc. En lo decorativo, los elementos vegetales, guirnaldas, almohadillados, etc. eran predominantes.
En el siglo XVIII su estructura interior gótica fue sustituida por el estilo de la época el neoclásico, el 1 de Septiembre de 1774, bajo el arzobispado de Don Francisco Fabian y Fuero, los arquitectos Antonio Gilabert Fornes y Lorenzo Martinez comenzaron las obras de reforma interior, revistiendo la vieja catedral de pilares corintios, cornisas y archivoltas grecorromanas, estucos y dorados. Hace ya varias décadas, que se procedió a la retirada de todos estos elementos clásicos, volviendo a dar a la Catedral su aspecto de iglesia gótica, dejando algunas capillas con su revestimiento clásico y poder contemplar ambos estilos que han marcado la historia de la catedral. Interesante resulta observar las capillas de la girola, unas con su estilo gótico original de piedra labrada y desnuda y otras con su revestimiento neoclásico.
Ya en el siglo XX y durante la guerra civil española, la Catedral fue incendiada por lo que muchos elementos artísticos de la misma fueron destruidos. El coro situado en la parte central, fue desmontado en 1940 y se situó al fondo del altar mayor. Los órganos de música, que habían sufrido importantes daños durante el conflicto, no fueron reconstruidos. En 1972 se emprendió la tarea de repristinación de la catedral bajo la dirección de Fernando Chueca Goitia.
Asimismo en 1970 las llamadas Casas de los Canónigos, que eran unas construcciones adosadas a las capillas exteriores recayentes a la calle del Miguelete, fueron derribadas para devolver a la catedral su pureza original, aligerándola de aditamentos de escaso o nulo valor arquitectónico.
La Catedral se cubre con bóvedas de crucería simple de potentes baquetones y plementeria de ladrillo dispuesta a rosca. Esto sin embargo tiene una excepción, en la nave del transepto que desemboca en la Puerta del Palau la plementería del primer tramo es de piedra en lugar de ladrillo. Probablemente esto sea así, porque por este lugar se comenzó a construir la Catedral y si en un comienzo se pensó cerrar las bóvedas con piedra, al final se cambió de idea pasando a usar el ladrillo mucho mas barato y mas fácil de construir. Las naves muestran la escasa diferencia de altura entre la nave principal y las laterales. La nave del transepto se cubre con dos tramos a cada lado.
En total la Catedral de Valencia tiene unas dimensiones de 94 metros de largo y 53,65 metros de ancho en la nave del crucero.
En 1492 y a petición del cardenal Rodrigo de Borja, la catedral de Valencia fue elevada al rango de Metropolitana, por parte del Papa Inocencio VIII. En recuerdo de tal efemérides se puso una placa adosada a una de las fachadas del Palacio Arzobispal.
http://www.jdiezarnal.com/valenciacatedral.html
La Iglesia Catedral-Basílica Metropolitana de la Asunción de Nuestra Señora de Valencia, llamada popularmente “Seu” en valenciano, es sede del arzobispado de Valencia y está dedicada por deseo de Jaime I —siguiendo la tradición del siglo XIII—- a la Asunción de Santa María. Fue consagrada el año 1238 por el primer obispo de Valencia posterior a la Reconquista, Fray Andrés de Albalat. Se encuentra sobre la antigua mezquita de Balansiya, que se había alzado sobre la antigua catedral visigótica, edificada sobre un antiguo templo romano dedicado a Júpiter o Diana, del que aun hoy se pueden ver en pie las columnas, en el museo de la Almoina, junto a la Catedral.1
El gótico mediterráneo español es el estilo constructivo predominante de esta catedral, aunque también contiene elementos del románico, del gótico francés, del renacimiento, del barroco y neoclásico.
En su interior se venera el Santo Cáliz, fechado del siglo I, y dado a la catedral por el rey Alfonso el Magnánimo en 1436.
Contiene algunas de las primeras y mejores pinturas del Quattrocento de toda la Península Ibérica, que llegaron de Roma a través de artistas contratados por Alejandro VI. Este último Papa valenciano, cuando aún era el cardenal Rodrigo de Borja, hizo la petición para elevar la sede valentina al rango de Metropolitana, categoría que le fue otorgada por el papa Inocencio VIII en 1492.
http://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Santa_María_de_Valencia
Pinche para ver las Fuentes seleccionadas
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