Nombre:
Otro: Basilica di Santa Maria in Cosmedin
Localización:
Tipo: Edificios Religiosos
Categoría:
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Voto:
Continente: Europa
País: Italia
Localización: Roma
Año: ss. VIII-XI
Estado: Terminado
Descripción:Santa María in Cosmedin
Construida sobre las ruinas del templo de Hércules, Santa María en Cosmedin es una iglesia del medioevo famosa por albergar a la célebre Boca de la verdad. Sin embargo, tiene mucha más historia y arte para compartir con nosotros.
Santa María in Cosmedin es un lugar trasplantado o mejor dicho, injertado. Usando las palabras de Ovidio en su cuarto libro de las Metamorfosis:
«nam mixta duorum
corpora iunguntur, faciesque inducitur illis
una; velut, si quis conducat cortice ramos…»
Sálmacis y Hermafrodito son los que por amor pasan a ser uno, en un sentido tan literal que dejan de ser. Se injertan bajo la corteza en un único tronco y ambos tienen ya un único rostro.
«Amar es un lugar.
Perdura en lo más hondo: es de dónde venimos.
Y también el lugar donde queda la vida.»
Muchos griegos y orientales trajeron hasta Roma el lugar de donde venían. Esta zona, hondo lugar en la que hacer presente un amor, era ya la ‘schola graeca’. Fue elegida por los representantes del Imperio de Oriente y estaba llena de tradiciones de sabor oriental. Muy cerca, de hecho, se encuentran también varias diaconías. Originariamente eran fundaciones asistenciales instituidas por privados (muchos con encargos militares) o por el emperador oriental con monjes que administraban los regios donativos. Esto explica que desde el Foro Romano hasta el Foro Boario haya tantas iglesias dedicadas a santos orientales. Algunos eran protectores de los soldados (San Adrián, San Teodoro o San Jorge) otros, santos ‘médicos’ como Cosme y Damián. Tras el siglo VI, la Iglesia Romana, desvinculada de la dependencia con Constantinopla, organiza estos centros religiosos ‘orientales’. En la Roma alto medieval continúan a ser lugares en los que asistir a la población, siempre menor y con más necesidades.
En Santa María in Cosmedin los brillantes colores del hermoso monasterio de Constantinopla se unen al recuerdo de Hércules y a los antiguos espacios dedicados a las gestiones de las mercancías que abastecían la antigua Roma (Statio Annonae). El Kosmidion de las afueras de la capital imperial de oriente encuentra su lugar en Roma. La hermosura de sus colores y formas -el kosmidion, adorno- son una fuente de salud. En oriente era un lugar de ensueño, y también aquí. Es más, un lugar de oniroterapía en el que los santos Cosme y Damián se aparecían en sueños, recetando remedios y aconsejando curas. Lugar de sueños reparadores que curaban el cuerpo para sanar el alma o las almas para recobrar la salud del cuerpo. Límites imprecisos de lo que no está deslindado.
«Neutrumque et utrumque videntur» (Ovidio, Metamorfosis, IV, 378)
Ninguno de los dos y ambos parecen.
El resultado es terrible, un castigo por forzar al querer lo que no es. Así acaban Sálmacis y Hermafrodito, tras la violencia sin límites: indiferenciados, de una igualdad sin separación ni complemento. Por no soportar las distancias, la posibilidad de estar lejos, ambos pierden la ocasión del encuentro, reducidos a una solitaria unidad.
En Santa Maria in Cosmedin experimento lo contrario: unidos pero reconocibles. El alzado de las columnas romanas y la horizontalidad del los colorados suelos medievales se unen dando lugar a una realidad nueva en la que vemos sus cuerpos de piedra sin distancia, pero no confundidos. No es el ansia de Sálmacis, instantánea, devoradora, digestiva. Es la cotidiana insistencia del tiempo por reducir a la unidad, lento roce y solapado engarce de los diversos, reconocibles ambos, en este abrazo de Santa Maria in Cosmedin.
Tesoros escondidos en Santa Maria in Cosmedin
Cuando en el s. VIII con el papa Adriano I se amplía Santa Maria in Schola graeca, se excava con gran esfuerzo entorno a una gran ara. Una construcción del siglo II a. C que recubre el antiguo altar dedicado a Hércules construido en tiempos del rey Evandro. Ante el muro del Ara se abre una cripta en donde fueron depositados y venerados los cuerpos de varios mártires (Cirila, Hilario, Coronado…), traídos desde catacumbas alejadas de la ciudad y difíciles de proteger.
Desde el año 707 nos visitan los colores, las formas, la hermosa decoración de un mosaico que se encuentra en la sacristía. Actualmente está llena de recuerdos, objetos, libros, reproducciones con la Boca de la Verdad… y contemplando el ir y venir de la gente, la serena ‘Epifanía’. Este mosaico proviene del oratorio de Juan VII papa de origen griego, hijo de un funcionario bizantino que custodiaba el palacio imperial en el Palatino.
Su serena elegancia nos hacen viajar en el tiempo hacia unos siglos llenos de una belleza con sabor oriental en Roma. Y, al mismo, tiempo, nos acercan al momento en que ese poder de oriente deja paso a una nueva época.
Se trata del momento en que Constantino V, emperador de Oriente, consigue frenar el avance de los árabes y actúa una política iconoclasta. Persigue y manda en exilio numerosos monjes que, junto con el arte y las imágenes fomentan una religiosidad ‘popular’. Para él, para muchos, esas formas serían indignas de la majestad divina, siempre más allá de cualquier color y forma que la contaminen terrenalmente. Algunos de esos monjes se refugian en Italia y en concreto en esta zona ‘griega’ de Roma. De esta forma -el amor es un lugar-, adornan nuevamente con su arte, kosmedion, este lugar.
Poco después el papa Esteban II a mediados del s. VIII hace un sorprendente viaje. Cruza los Alpes para encontrarse con Pipino el Breve. Quiere apoyarse en el rey de los francos para luchar contra Astolfo, rey Longobardo que se había apoderado de Roma y del Exarcado de Ravenna. Pipino el Breve, tras recibir del papa la unción como rey, vence a los longobardos. Ahora bien, en vez de restituir el Exercado a Constantino V se lo ofrece al Papa que, desde entonces, tendrá su poder temporal en estos lares.
Curiosas e interesantes formas de la historia. Ella tiene un cuerpo en el que se funden tantas otras historias resultando así un ‘hermafrodito’. Pecho de oriente y espalda de occidente unidos en el ombligo de esta península. Pies hercúleos y mejillas coloradas de emperatriz bizantina. En piel clara y franca o largas barbas, se nos muestra el rostro de quien tiene en mano dos llaves.
Los 34 metros de altura de su campanario románico, son un mástil junto al Tíber. Su campana tiene un sonido inconfundible que alegra el Foro Boario desde el 1289 o nos avisa alarmada. Entre las brumas su voz nos descubre las aguas de este río en el que al bañarnos también nosotros sufrimos la pasión de la ninfa. Aquí, mis manos, mi rostro, pueden ser los de Pedro Martínez de Luna, un ‘papa del mar’. O los de Pietro Francesco, el último papa Orsini. El primero fue cardenal de esta iglesia en el s. XV y quiso llamarse Benedicto XIII. El segundo, dejó aquí una maravillosa urna antigua como pila bautismal, y tras una indecisión inicial -empezó llamándose Benedicto XIV- también él fue Benedicto XIII. Un nombre que quiere ser tan propio que recurre a la unidad numérica aquí lo descubro hermafrodito de dos cuerpos incluso de tiempos inconciliables.
Sólo lo que se puede separar, lo diverso, puede unirse, compenetrarse, sin confundirse. En Santa Maria in Cosmedin me asomo al riesgo de confundirme en Roma. Sentado en su nave he escuchado a las sirenas. Me levanto y me alejo como el présbite para distinguir cada letra, cada miembro. Mis yemas pueden entonces recobrar el límite acariciando alegres su columna y luego salgo.
https://www.enroma.com/santa-maria-in-cosmedin/
La belleza y la boca. Santa María in Cosmedín (Roma)
Siempre que se inicia un viaje se hace con el propósito de encontrar algo, puede que a uno mismo. Si se tiene suerte y se va a Roma, se descubrirá la magnificencia de una gran ciudad en la que las superposiciones cronológicas y culturales amalgaman la historia del viejo continente. Europa, parte de Asia y Africa no pueden comprenderse sin Roma, que da una escala certera del devenir de la de tantas gentes y territorios
Mi periplo se inició en un raro enero, en el foro Boario, frente al templo llamado de Vesta, donde con el sobrenombre de la belleza -Kosmedín en griego- se alza la basílica menor de Santa María.
La llanura comprendida entre el río Tíber y las colinas más próximas: el Campidoglio, el Palatino y el Aventino, fue en la antigüedad una importante zona económica de Roma, el conocido como Foro Boario o “Foro de los Bueyes”, donde se unían las dos principales vías naturales de comunicación e intercambios en los orígenes de Roma: el río Tíber, por un lado, y la ruta norte-sur que unía las regiones de Etruria y Campania. Este era un lugar de paso natural del ganado, de ahí su denominación
Bajo advocaciones diversas como Santa María de Monticelli,que hace referencia a su situación sobre una colina constituida por los restos de antiguos edificios de la Roma clásica y de Santa Ana de Arénula, probablemente por hallarse cerca del circo, y el anfiteatro, era la parroquia del antiguo distrito de Régola.
Las noticias de la construcción del templo se retrotraen al siglo VI, alzándose una primera construcción sobre los restos del altar monumental de Hércules (Ara Maxima Erculis Invicti) y parte de una de las Annona, un centro de distribución de comida de la ciudad clásica, que probablemente había dado lugar a un posterior diaconado en el que se ejercía reparto de caridad entre los pobres.
El mito fundacional de Roma por Rómulo incluye en el 753 a. C en el recinto sagrado ( el pomerium) el Ara Maxima, haciendo hincapié en la tradición religiosa mediterránea asociada al héroe, atestiguada en la zona desde momentos muy antiguos, alrededor del siglo VI a. C. La forma definitiva del altar de Hércules se data en el siglo II a. C. Las dimensiones de su podio eran 31,50 x 21,70 m, con un altura de 3,28 m, elevado a 4,17 m tras la intervención augustea.
Desde el momento de su fundación, la iglesia había servido a la comunidad griego-bizantina asentada en la zona ya época de Justiniano. En el siglo VIII, esta comunidad aumentó notablemente debido a la inmigración masiva desde Oriente por la controversia iconoclasta
A finales del siglo VIII el papado, bajo el cetro de Adriano I promueve la construcción de la basílica de tres naves y el pórtico. De entonces data la cripta relicario construida bajo el suelo del altar mayor con algunos sillares del templo romano de Hércules, cuya finalidad era albergar los restos de algunos mártires procedentes de las catacumbas romanas. Este espacio se conforma como una pequeña basílica de tres naves, con arcos que descansan en seis columnas y capiteles reutilizados. En sus paredes presentan hileras de nichos con estantes de mármol que albergaban dichas reliquias.
Un siglo después, debido al terremoto que asoló Roma en el año 847, la iglesia resultó dañada, siendo restaurada por el papa Nicolás I, levantándose una sacristía y un oratorio dedicados a San Nicolás y una residencia papal. Pasó a constituirse en lugar de elección de algunos de los papas que antes ostentaron el título de cardenal diácono del templo.
En la cripta, en el altar del siglo VI, se conservan las reliquias de San Valentín, mientras que en el altar mayor están las de los mártires Coronado, Cirila e Hilario.
La iglesia fué parcialmente destruida tras el saqueo normando de Roma en 1084, siendo reformada sustancialmente entre 1118 y 1124 bajo los papados de Pascual II e Inocencio II, así como con Alfano, camarero del papa Calixto II. Conserva, a la entrada de la sacristía, la inscripción de su consagración, acontecida el 6 de mayo de 1143, así como los restos pintura del papa Inocencio con doble tiara.
De planta basilical y tres naves divididas por cuatro pilastras y dieciocho antiguas columnas, conserva en los laterales algunas de la antigua Statio Annonae.
El altar central, que tiene un carácter relicario, es una pieza de granito rojo del año 1123
En el siglo XIII se le dotó de baldaquino obra de Deodatus, el coro o Schola Cantorum, el trono del obispo, el pavimento cosmatesco y un esbelto campanario románico, el mas alto de los medievales de la ciudad de Roma. Idéntica datación se propone para el mosaico de estilo bizantino del ábside que representa al Salvador entronizado con su madre, flanqueado por algunos santos. El candelabro oriental también es del siglo XIII.
El templo, tras pasar en 1432 a manos de los monjes benedictinos de Monte Casino, pasó una época de decandencia y fue remozado en el siglo XVIII con añadidos barrocos.
En la segunda mitad del siglo XIX fue restaurada bajo la dirección de Francesco Azzuri, quien decidió la eliminación de estos aderezos, recuperando su aspecto medieval.
En la sacristía se encuentra recolocado un precioso fragmento de mosaico del siglo VIII llevado ahí desde la antigua Basílica de San Pedro.
Las pinturas que se conservan en el interior, en la parte alta de la nave y en el arco triunfal se han datado entre los siglos VIII al XII, en tres estratos bien diferenciados.
La fachada es de Mateo Sassi. Fue restaurada con un criterio historicista, recuperando un aspecto medieval con acceso mediante un pórtico con siete arcos en el que se había recolocado en 1635 la pieza conocida como Boca de la Verdad, una antigua máscara circular hecha de mármol que representa una cara masculina barbada, con los ojos, la nariz y la boca perforados, tal vez una dios de las aguas. Con un peso cercano a las 12 toneladas y 1,8 metros de diámetro por 20 centímetros de espesor, se han propuesto para ella interpretaciones diversas, desde una pieza de fuente romana, a una máscara y una pieza de alcantarilla. Hasta 1632 se encontraba situada en la plaza próxima de la Bocca della Veritá.
La leyenda la convirtió en un elemento de prueba de la veracidad y uno de los elementos mas fotografiados por los turistas que se atreven a meter su mano en la boca de la máscara.
Santa María in Cosmedín está regida en la actualidad por la iglesia griega católica melkita
http://ermitiella.blogspot.com/2016/01/la-belleza-y-la-boca-santa-maria-in.html
Basílica de Santa María en Cosmedin
Santa María en Cosmedin (en italiano Santa Maria in Cosmedin o de Schola Graeca) es una basílica de Roma (Italia) ubicada en el rione de Ripa. Es oficiada por la iglesia greco-católica melquita. Existe un título cardenalicio con este mismo nombre.
Historia
La iglesia se construyó en el siglo VI sobre los restos del Templum Herculis Pompeiani en el Foro Boario y de las Statio annonae, uno de los centros de distribución de comida de la antigua Roma (otro se encontraba en el teatro de Balbo). Un diaconado era un lugar donde las distribuciones de caridad se entregaban a los pobres, y parece que semejante institución se habría construido cerca de la annona romana.
Puesto que se encontraba ubicada cerca de muchas estructuras bizantinas, en el siglo VII esta iglesia recibió el nombre de de Schola Graeca, y una calle cercana aún se llama della Greca. Los monjes griegos que escapaban de las persecuciones iconoclastas decoraron la iglesia alrededor del año 782, cuando el papa Adriano I promovió su reconstrucción; la iglesia se construyó con tres naves y un pórtico. Debido a su belleza, la iglesia recibió el adjetivo cosmedin (del griego kosmidion), bello. Una sacristía y un oratorio dedicados a San Nicolás se añadieron en el siglo IX, por orden del papa Nicolás I, quien también construyó una residencia papal, pero fueron trasladados en 1085 por las tropas normandas de Roberto Guiscardo.
Fue en Santa Maria in Cosmedin donde se eligió a los papas Gelasio II (quien había sido cardenal diácono del Titulus S. Mariae in Cosmedin), Celestino III, y el antipapa Benedicto XIII (Cardenal diácono de esta iglesia).
Una restauración sustancial se llevó a cabo en 1118-1124 con Alfano, camerarius del papa Calixto II. Después de ser adquirida por los benedictinos y un periodo de decadencia, en 1718 la iglesia fue remozada en estilo barroco, expresado principalmente en una nueva fachada, de Giuseppe Sardi en 1718. Los añadidos barrocos, no obstante, se retiraron en la restauración de 1894-1899 junto con el blasón del papa Clemente XI.
Entre los anteriores titulares diáconos de la iglesia está el cardenal Reginald Pole, el último arzobispo católico de Canterbury.
En esta basílica se venera la cabeza de uno de los Cuatro Santos Coronados.
Arquitectura
La iglesia atrae a muchos visitantes debido a la Boca de la Verdad, una antigua escultura que se cree que es una tapa de alcantarilla, ubicada en su pórtico; sin embargo, merece la pena visitarse sobre todo por su excepcionalmente bien conservado cierre del coro de la Alta Edad Media y su muy delicado pavimento cosmatesco. Su campanario es el más alto de los de la Edad Media en Roma.
El interior actual tiene una nave central con dos laterales: estos se dividen por medio de cuatro pilastras y dieciocho antiguas columnas. En las paredes laterales se incluyen algunas de las antiguas columnas de la Statio Annonae. Otros fragmentos del antiguo edificio pueden verse en la cripta. Pinturas de los siglos VIII al XII, en tres capas, se conservan en la parte superior de la nave y en el arco triunfal. La Schola cantorum es del siglo XIII, mientras que el altar central es una pieza de granito rojo del año 1123. El candelabro oriental también es del siglo XIII.
La sacristía alberga un precioso fragmento de mosaico del siglo VIII llevado ahí desde la antigua Basílica de San Pedro. De la restauración del siglo XVIII, quedan hoy la Capilla del Crucifijo y el Baptisterio.
https://es.wikipedia.org/wiki/Basílica_de_Santa_María_en_Cosmedin
https://it.wikipedia.org/wiki/Basilica_di_Santa_Maria_in_Cosmedin
https://www.fuenterrebollo.com/Heraldica-Piedra/roma-maria-cosmedin.html
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